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Timochenjko cree que la JEP debería escuchar a Salvatore Mancuso – Proceso de Paz – Política

Timochenjko cree que la JEP debería escuchar a Salvatore Mancuso - Proceso de Paz - Política


El jefe del partido Farc, Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko, habló duro. Le dijo a EL TIEMPO que para guerrilleros disidentes, como ‘Iván Márquez’ y ‘Jesús Santrich’, el acuerdo debía ser “una jugada táctica que permitiera conservar armas y realizar actividades clandestinas”. También contó detalles de su charla con Salvatore Mancuso y dijo que los ‘paras’ “conocen cosas que se han mantenido ocultas”.

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¿De qué habló con Salvatore Mancuso?

Nos relacionamos por intermediación del doctor Álvaro Leyva. En líneas generales los dos reiteramos el compromiso de trabajar por la paz de Colombia. Me enteré de sus angustias: más de 3600 desmovilizados de las AUC asesinados, los poderosos intereses que se están atravesando para impedir que se conozca la verdad del paramilitarismo, la manipulación de la justicia para convertirla en una lanza vengativa. En su opinión los Acuerdos de La Habana son importantísimos, sobre todo en el sistema integral de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.

También le expresé mi optimismo en el sentido de que será muy difícil que puedan hacer trizas los Acuerdos, y la necesidad de aunar los esfuerzos de todos los que soñamos con la paz para el país

También le expresé las mías: la ofensiva de la ultraderecha para hacer fracasar esta oportunidad de paz para Colombia, la ola criminal contra líderes sociales y firmantes de la paz, la actitud solapada del gobierno para incumplir con lo pactado en La Habana. También le expresé mi optimismo en el sentido de que será muy difícil que puedan hacer trizas los Acuerdos, y la necesidad de aunar los esfuerzos de todos los que soñamos con la paz para el país. Estuvo de acuerdo.

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Para usted, ¿los comandantes paramilitares también deben tener cabida en la JEP?

Los Acuerdos de La Habana apuntaron hacia la reconciliación de los colombianos sobre la base del conocimiento de la verdad. La idea es que todos los que deban aportar a la construcción de la verdad completa lo hagan. Nosotros tenemos la disposición plena de hacerlo. Otros que debieran estar ahí consiguieron que los excluyeran, como los funcionarios del Estado, el alto mando militar, los terceros involucrados en los crímenes de humanidad.

Personajes como Salvatore Mancuso son conocedores de muchas cosas que hasta hoy se han mantenido ocultas. Él y otros jefes ex paramilitares tienen muchas cosas que contar y que el país necesita y exige conocer. En intercambios con antiguos jefes paramilitares los hemos oído asegurar que la Fiscalía secuestró la verdad que suministraron en Justicia y Paz. Quieren hablar. ¿Por qué no oírlos?. Creo que la JEP debería escuchar a Salvatore Mancuso.



Salvatore Mancuso, excomandante paramilitar quien conversó con Timochenko la semana pasada.

¿Qué opinión le merece que la senadora Victoria Sandino haya admitido que en las Farc había agresiones sexuales contra mujeres y niños?

Creo que en un debate parlamentario pueden surgir cosas que se prestan a interpretaciones apresuradas. El día viernes el diario ‘El Espectador’ publicó una larga entrevista con la senadora, en la que ella explica detalladamente todo lo que no pudo decir en el Senado. Ahora bien, durante nuestra historia las Farc tuvimos una política definida sobre esa materia, principios, normas, criterios y sanciones severas para los delitos y faltas.

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El problema no es si se presentaron uno o varios casos de violencia sexual en las Farc, el problema está en que se quiera sostener que fuimos una organización dedicada a esas conductas. Estamos haciendo un barrido entre el personal de los antiguos bloques para tener una idea completa de lo que pudo haberse presentado en ese campo, y que las direcciones ni orientamos ni conocimos. La misma Victoria está en mora de informar si conoció casos concretos. Si resultare que en efecto sucedieron casos de esa naturaleza, no vacilaremos en reconocerlos.

Lo que no podemos admitir es que se nos quiera presentar como un movimiento de naturaleza criminal, sin moral revolucionaria, semejante a Garavito o Uribe Noguera. Además de las instancias del sistema, como la JEP o la Comisión de la Verdad, existen de por medio intereses políticos empeñados en convencer al pueblo colombiano de que no tiene esperanza de cambio. De que todos los que luchan por él son farsantes.

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¿Cuál fue la realidad de la violencia sexual en el interior de la desparecida guerrilla?

Fuimos una comunidad de hombres y mujeres con iguales derechos y obligaciones. Ahora pienso que de algún modo, en la correspondiente escala, nos sucedían cosas semejantes a las que suceden en el conjunto de la sociedad colombiana. Los guerrilleros eran hombres y mujeres llegados de la sociedad colombiana, algunos podían llegar con malformaciones sociales.

En filas se los adoctrinaba en valores como la solidaridad, la fraternidad, el respeto a los demás y a la población civil, entre otros. Algunos pudieron fallar. Creo que proporcionalmente debieron existir casos de violencia sexual, así como ocurren en cualquier campo o ciudad del país. Para eso estaban las normas, los reglamentos, las sanciones. La violación sexual era considerada uno de los delitos más graves. Se sancionaba con un consejo de guerra, una asamblea de toda la unidad a la que pertenecía el acusado, en la que lo normal era que se votara por el fusilamiento.

Riñas entre compañero y compañera las hubo, por celos u otras razones. Discusiones y hasta golpes, que se sancionaban severamente. Hubo muchachos que mataron muchachas, y muchachas que llegaron a matar muchachos. Teníamos armas y todos sabían usarlas. Pero también sabíamos que el mal uso de ellas se castigaba de manera ejemplar. Así que fuimos una comunidad civilizada y respetuosa. Delitos de naturaleza exclusivamente sexual, seguramente que se presentaron y se sancionaron. No tenemos problema en admitirlo. Otra cosa es la campaña que nos exige admitir que fuimos una banda de violadores, abusadores y sádicos. No haremos eso nunca, porque es completamente falso.

El problema no es si se presentaron uno o varios casos de violencia sexual en las Farc, el problema está en que se quiera sostener que fuimos una organización dedicada a esas conductas

¿Por qué hay la sensación de que las Farc no han sido claras en las respuestas al reclutamiento de menores?

Por la campaña de difamación en curso. Igual que con los delitos sexuales, se nos quiere obligar a que digamos que fuimos una organización construida con base en el reclutamiento forzado, particularmente de menores de edad. Algo que definitivamente riñe con la verdad y la más elemental lógica.

El artículo 9 de nuestro Estatuto consagraba que a las FARC se ingresaba conscientemente y eso fue lo que aplicamos siempre. Nunca hemos dicho que no llegaban menores a nuestras filas. De hecho la edad de ingreso era de 15 a 30 años. Aunque hay que reconocer que excepcionalmente los dos límites se incumplían por razones muy particulares.

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Esas razones son las que queremos exponer con plena franqueza. Sólo que apenas intentamos hacerlo nos caen encima voces encarnizadas, que en su mayoría no tienen la menor idea de lo que constituye la vida en las comunidades rurales abandonadas, que piensan que la vida allá se puede asimilar con la de las ciudades. Historias de comisiones guerrilleras que llegaban a una región a censar los menores para llevarlos forzadamente a filas, son absolutamente falsas.

Aunque vuelvo y repito, estamos indagando, investigando si en alguna parte llegó a suceder algo que se pareciera a eso. Si se comprueba aceptaremos la responsabilidad y pediremos perdón. Pero eso no puede negarnos nuestra condición de revolucionarios poseedores de una ética y de unos ideales muy superiores.

¿Qué ha pasado con las divisiones que había en el interior del partido y con ‘Iván Márquez y ‘Jesús Santrich’?

Creo que el país lo tiene cada día más claro. Un sector minoritario, ajeno a la dialéctica de las cosas, a los cambios en el país y el mundo, decidió quedarse en el monte desde antes de la firma de los Acuerdos. A ellos se sumó Gentil Duarte un tiempo después. Fueron incapaces de comprender que Colombia está hastiada de la violencia.

Después se produjo la ruptura que encabezaron Márquez y Santrich. Si se la describo en términos breves, nunca creyeron realmente en la salida política. Para ellos el Acuerdo debía ser un parapeto, una jugada táctica que permitiera conservar armas y realizar actividades clandestinas, al tiempo que aparentar su cumplimiento estricto, organizando el partido en la legalidad, participando en elecciones y usando las curules.

No pudieron aceptar que la decisión de firmar la paz era un asunto estratégico, que implicaba un cambio de visión frente a la forma de lucha armada, desgastada por completo tras más de medio siglo de estar esperando una insurrección que no llegó. Y que además había hundido al país en un mar de sangre. Tampoco aceptaron que la paz había que lucharla, que la implementación había que ganarla con el apoyo popular y de la comunidad internacional. Querían todo hecho, el país perfecto nacido del Teatro Colón. Por eso terminaron yéndose, a fundar la Marquetalia de segunda.

Ahora están en guerra encarnizada con los de Gentil. Agravando la situación de terror en las zonas que dejamos con la reincorporación

Ahora están en guerra encarnizada con los de Gentil. Agravando la situación de terror en las zonas que dejamos con la reincorporación. Soñando que repitiendo lo hecho durante 53 años obtendrán un resultado distinto. Parece que detestan a los que apostamos a la paz. Por eso las amenazas, los rumores, los atentados. Una vergüenza que tiene felices a los enemigos de la paz, que están sacando el mejor partido de ello.

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Descontado eso no pueden excluirse las diferencias. Izquierda sin debate interno no es izquierda. Unos se van porque no se identifican con lo que aprueba la mayoría. Otros se olvidan de un principio de toda la vida para los revolucionarios, las discusiones se dan al interior del partido, allí se vota y se cumple lo que la mayoría determina. Así reza en nuestros estatutos.

Salirse de esa ruta, airear las discusiones en los medios, en las redes sociales, sin responsabilidad alguna, pone a quien lo hace en los marcos disciplinarios estatuidos. Se cumplen los trámites procedimentales y se adoptan decisiones. Creo que las dificultades han sido superadas en buena medida. Nosotros decimos, bienvenido el debate y la diferencia, pero dentro de los mecanismos partidarios, y que se cumpla lo que decide la mayoría. Así iremos juntos hasta el final.

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JUAN FRANCISCO VALBUENA G.
REDACCIÓN POLÍTICA

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