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TLC en pandemia /Editorial/ Francisco Miranda | Editorial | Opinión

Reactivación baja en covid Carta del director Editorial | Editorial | Opinión

El pasado lunes entró en vigencia un nuevo Tratado de Libre Comercio (TLC). Se trata del acuerdo entre Colombia e Israel, firmado en 2014, que le abre la puerta a unos siete mil productos colombianos a un mercado de alto poder adquisitivo.

Este TLC con Israel se suma a los 16 acuerdos comerciales que la economía colombiana tiene hoy vigentes, desde Corea del Sur hasta la Unión Europea y desde Canadá hasta el Mercosur. Unos han tenido más dinamismo que otros y todos en la mira de poderosos opositores políticos en el país.

La crisis económica desatada por la pandemia del coronavirus no solo ha exacerbado las críticas al multilateralismo sino también ha fortalecido los reclamos de los sectores proteccionistas alrededor del mundo.

Indudablemente los flujos del intercambio global de bienes y servicios estuvieron dentro de los primeros afectados por el surgimiento del coronavirus en China. A la disrupción de las cadenas de suministro internacional que generaron los confinamientos en el gigante asiático siguieron los choques mundiales a la oferta y a la demanda en el segundo semestre del año.

De acuerdo a la Organización Mundial de Comercio (OMC), el comercio internacional podría experimentar una histórica caída de hasta el 32 por ciento, en el peor de los escenarios. La crisis de la covid-19 ha asimismo disparado medidas proteccionistas alrededor de bienes y productos médicos y sanitarios en múltiples economías.

Un reciente informe de la Cepal estima en un 20 por ciento la caída de las exportaciones de los países de América Latina y el Caribe, un poco mayor que la registrada durante la crisis financiera de 2009.

El desplome del turismo y los hundimientos en manufacturas, minería y petróleo por la demanda deprimida están explicando un comportamiento tan preocupante del comercio internacional latinoamericano.

Entre enero y mayo de 2020 solo cuatro países de la región aumentaron sus ventas externas: Costa Rica, Honduras, Guatemala y Nicaragua.

Colombia no es ajena a esta tendencia regional. De acuerdo al más reciente reporte del Dane, en el primer semestre del año las exportaciones colombianas registraron los 15,1 mil millones de dólares, un 25 por ciento menos que el mismo período de 2019.

Las dinámicas de las ventas colombianas responden a los patrones generales de América Latina: un desplome de las exportaciones mineroenergéticas- en el caso de Colombia un 39 por ciento- y de las manufacturas.

La entrada en vigencia del TLC con Israel llega en medio de esta difícil coyuntura. El volumen de intercambio con esta nación del medio oriente -Colombia exportó 366 millones de dólares el año pasado- es pequeño en comparación con el total de exportaciones nacionales.

No obstante, es una nueva puerta que se abre para que las empresas nacionales vendan sus productos al otro lado del mundo, en especial, agro y alimentos, confitería, flores, farmacéuticos y materiales de construcción.

A pesar del choque histórico de la pandemia del coronavirus, o mejor a raíz de él, Colombia no puede abandonar la apuesta al libre comercio como motor principal del desarrollo económico.

El diagnóstico sobre las falencias estructurales de las exportaciones es ampliamente compartido: Colombia requiere urgentemente diversificar mucho más sus ventas externas y romper la dependencia alta y peligrosa del petróleo y las industrias extractivas.

Asimismo, explotar las potencialidades de otros sectores de la economía como el agropecuario, las manufacturas y los servicios. Antes de la pandemia el debate sobre qué tan abierta era la economía colombiana ocupó primeras páginas de la prensa económica. La discusión no pierde vigencia.

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