Toda la carne al Asador (Opinión)

“Se puede ganar con la mitad de un país, pero no se puede gobernar con la otra mitad en contra”, es una de las frases más célebres del expresidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, y cuya vigencia resume el enorme reto que tiene por delante Gustavo Petro no sólo para conducir a Colombia en plena crisis energética y alimentaria mundial, sino también en medio de un clima social interno convulsionado por las ajustadas elecciones presidenciales que dejaron al país, literalmente, partido en mitades.

Ciertamente Petro ganó las elecciones con el voto de poco más de la mitad del país, pero el notorio antivoto contra su candidatura y su ideología encienden también las alertas de la izquierda latinoamericana que necesita que a Petro le vaya bien y, por ello, buscará poner toda la carne en el asador para evitar que el electo presidente colombiano corra la misma suerte de Gustavo Boric en Chile y Pedro Castillo en Perú, quienes ganaron las elecciones con similares características, pero que hoy afrontan el rechazo y la frustración de sus ciudadanos, poniendo nuevamente en el caldero la creencia de quienes señalan que la izquierda sabe ganar elecciones pero no sabe gobernar.

Lo dije justamente en una columna de opinión hace unas semanas aquí en el Diario El País, en el que señalé que, si la izquierda quería mantener su indudable crecimiento hegemónico en la región, debía asegurar el triunfo de Petro con toda su bien organizada maquinaria para recuperar la pasión y la credibilidad en la gente. Y lo lograron. Recuperaron la fe.
El reto ahora es lograr que el triunfo sostenible y para ello el gobierno de Petro contará con un inesperado y poderoso aliado estratégico: Estados Unidos.

Aunque probablemente el electo mandatario adoptará rápidamente algunas de las medidas populistas que anunció durante su campaña para mantener vivo el fulgor de sus seguidores, como la anunciada reapertura de las fronteras con Venezuela; con respecto a los Estados Unidos creo que abandonará su lenguaje confrontacional para lograr el soporte no oficial pero sí oficioso de la administración Biden, que como sabemos, ha delegado en el sector más progresista del Partido Demócrata el manejo de la política exterior latinoamericana.

Las señales ya son bastante claras, tanto el presidente norteamericano como su secretario de Estado Anthony Blinken, han mostrado públicamente su voluntad de trabajar estrechamente con el próximo gobierno, contrariamente a lo que muchos analistas señalaban sobre la desconfianza de Washington ante un triunfo de Petro. Qué errados estaban.

Sin embargo, la luna de miel con el gobierno de los Estados Unidos puede ser solo temporal, ya que existen amplias probabilidades de que el Partido Repúblicano recupere en noviembre la mayoría del Senado y la Cámara de Representantes, lo que le permitiría a Petro trabajar su política exterior bajo la estrategia del palo y la zanahoria. Zanahoria para su relación con la Casa Blanca y palo para el Capitolio. Escenario perfecto para no abandonar su anacrónico discurso antimperialista y congraciarse con el lado más radical de sus partidarios.

La foto de Sudamérica parece teñirse de rojo. Pero una foto no hace una película. El triunfo de Petro ha sido vital para recuperar energías de una izquierda iberoamericana que aun goza del poder en Argentina, Chile y Perú, pero todos ellos con profundas crisis sociales. Y en el caso de Argentina y Perú con claras señales de dar pronto un zarpazo a la derecha, especialmente en el lado peruano donde la caída del gobierno izquierdista de Pedro Castillo, es casi inminente.

Fuente de la Noticia

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