Trazando el mapa del tesoro: la tecnología LIDAR llega al yacimiento de Hasta Regia

Son las once de la mañana, y sobre el rastrojo de un enorme campo de trigo recién segado de Mesas de Asta, cerca de Jerez de la Frontera, los rayos láser se mueven por una superficie de más de tres kilómetros cuadrados, escudriñando el último milímetro del terreno.

Si encuentran un objeto sólido rebotarán, si chocan con el agua no regresarán, si se trata de vegetación una parte del rayo será reflejada, mientras que otra penetrará en ella y regresará más tarde. Es la tecnología LIDAR (Laser Imaging Detection and Ranging), una de las armas de la nueva arqueología, y está trazando un mapa del tesoro.

«Es un LIDAR terrestre, un equipo de última generación, con una capacidad enorme para capturar los datos del territorio», explica Lázaro Lagóstena, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Cádiz. «Nos va a permitir obtener un modelo de gran precisión de la superficie del yacimiento«.

Y es que, bajo este terreno, con una extensión de más de veinte hectáreas, descansa desde hace casi tres milenios Hasta Regía, una ciudad por la que pasaron tartesios, fenicios, romanos y musulmanes. Desde entonces, silencio. A más de cuarenta grados, en plena ola de calor, Jenny Pérez, una técnica de geodetección, vigila el funcionamiento del aparato y toma notas.

«Esta mañana estamos trabajando con una precisión de tres milímetros a quinientos metros de distancia. A la distancia de un kilómetro de radio, a la que hacemos el barrido, hablamos de resoluciones centimétricas», cuenta Jenni. «Los pulsos láser que emite, nos permiten obtener un modelado 3D de la zona con el que podemos trabajar en laboratorio».

Algo así, como coger un territorio de kilómetros cuadrados de extensión y metérselo en un bolsillo: «Esa topografía nos va a dar mucha información, vamos a poder trabajar en el laboratorio como si estuviéramos allí», dice Lázaro Lagóstena. «Es como si te llevaras la zona al laboratorio. Tiene tal calidad, tal densidad de puntos, que prácticamente es como si estuvieras aquí».

En paralelo, un georradar traza su camino en los campos de trigo. A él le corresponde detectar las estructuras bajo el subsuelo. Pronto llegará un nuevo equipo multifrecuencia, capaz de trabajar a mayor profundidad, y con mayor precisión. Los arqueólogos esperan que sus datos, unidos a los del LIDAR, sigan desvelando la ciudad oculta.

«Llevamos tiempo pensando cómo era la topografía original del sitio, y llegamos a la conclusión de que posiblemente no hubiera originalmente una sola mesa sino más de una que se unieron a través de obras urbanísticas», analiza Lagóstena. «Por otra parte, seguramente era una ciudad aterrazada. Tu encuentras la información arqueológica a distintos niveles, y es muy importante tener un mapa topográfico como el que nos va a dar el LIDAR. Con él se puede saber si lo que está más bajo es más antiguo o, simplemente, si son estructuras de la misma época pero en terrazas».

Y todo eso, sin prácticamente tocar el terreno. Entre otras cosas, porque lo que fue Hasta Regía es hoy una finca particular que somete los estudios de los arqueólogos al ritmo de las cosechas. En Mesas de Asta piden un yacimiento visitable. Por el momento, han conseguido la promesa de un centro de Interpretación. El mapa ya está, solo hace falta sacar a la luz del sol el tesoro.