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UN MEJOR PAÍS

Fotografía tomada de BBC News www.bbc.com

La tierra donde nací y crecí siempre se ha merecido lo mejor. Miles de millones de pesos en impuestos le genera al país, pero el dinero pareciera seguir derecho de los muelles del Puerto de Buenaventura al interior de Colombia.

El contraste vergonzoso entre el moderno terminal marítimo y la pobreza de la ciudad, es fiel reflejo de una nación que se ha manejado para el beneficio de unos pocos. Buenaventura es sólo un ejemplo de la mezquindad de la clase política y empresarial que ha manejado el país históricamente. Un pequeño sector de la población que se diferencia de acuerdo a la región. Por ejemplo, en el Cauca y el Valle del Cauca, todavía se vive en un modelo casi feudal, donde los apellidos “ilustres” son los que han perdurado en el tiempo y son los encargados de manejar las riquezas y dar las migas a sus “súbditos”.

Si nos vamos a la zona cafetera, han sido los “vivos” patriarcas paisas quienes mandan la parada. Sus empresas, todo un emporio llamado Sindicato Antioqueño, son el orgullo de ellos mismos, de su espíritu negociante, culebrero, de mucha labia y de viveza. Aunque hay una gran diferencia entre estos y los del sur. Por lo menos los industriales paisas han invertido en el desarrollo de su capital y sus municipios, aunque todavía hay una deuda pendiente con ese gran sector deprimido de Medellín en sus barrios de montaña.

El centralismo de Bogotá y sus alrededores han limitado la visión de muchos de los empresarios y políticos, para quienes Colombia se limita el Distrito Capital. Y si nos vamos a la Costa Atlántica, las castas políticas han dominado por años, lo que ha sido caldo de cultivo para la corrupción campante y la desigualdad social que se vive en sus departamentos.

Soñar en un país mejor debería ser gratis y no costar sangre. Tantos líderes sociales asesinados simplemente porque han querido sacar adelante sus comunidades, la mayoría de ellas campesinas. Tantos desaparecidos, heridos y muertos, sobre todo de jóvenes, en las protestas sociales que se llevan a cabo desde el 28 de abril. ¿Acaso un sueño se debe convertir en una lápida? ¿Será que estos sueños son un peligro para el establecimiento y la clase dirigente que siempre ha gobernado?.

Los sueños son esperanzas, son metas, son proyectos, hacen parte de la construcción de un mejor futuro, de un mejor país. Incluso para quienes somos mayores y nos acercamos a la vejez, el soñar en una nación con oportunidades, sin corrupción, sin violencia, ha sido parte de ese sueño que tuvimos cuando fuimos adolescentes y jóvenes. Sueños que se han quedado en eso, en sueños, pero que no perdemos la esperanza de que se hagan realidad así los años de la vida nos hayan caído encima con su dureza.

Creo que este es el momento de ellos, de los jóvenes, de esos soñadores, de ese ímpetu que los caracteriza de querer comerse al mundo. Esos sueños no los podemos truncar. Ellos se merecen otro país, uno donde los apellidos no sean sinónimo de poder; donde los empresarios no pequen de vivos y compartan el fruto de sus ganancias; donde los políticos vean más allá de sus narices y descubran que hay un país con valles, con selvas y costas; un país donde las castas políticas suelten el poder y le den oportunidades a personas que realmente quieran sacar adelante sus departamentos y su gente; un país donde el corrupto no tenga lugar y sea erradicado de la política y de la sociedad.

Ese país es el que sueñan los jóvenes. Una nación que les brinde educación, empleos, salarios justos, la posibilidad de tener un sistema de salud pensado en la gente y no como negocio, el soñar con una jubilación digna, en un país en paz, donde la gente tenga para comer, un país que cambie los ranchos por viviendas dignas, una nación más equitativa, más justa. Ese sueño no se lo podemos arrebatar a los jóvenes. Fue suficiente con que me lo hayan arrebatado a mi, aunque tengo la esperanza que la lucha que ellos están dando, me va a permitir volver realidad ese país que soñé cuando yo fui joven también.

COLILLAS: Decisión histórica de la Corte Constitucional se dio este viernes 21 de mayo cuando le dio vía libre a las curules para las víctimas acordadas en el Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y la exguerrilla de las Farc. 16 regiones olvidadas en el país tendrán sus representantes cada una para un total de 8 curules en el Senado y otras 8 en la Cámara de Representantes. Este punto del Acuerdo lo había hundido el Centro Democrático, cuyos representantes en el Senado se oposieron a que las víctimas del conflicto armado tuvieran representación por dos períodos consecutivos en el Congreso de la República. La Corte Constitucional sigue dando ejemplo al país de democracia y de respeto a la Constitución. 

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