Pese a sufrir duras sanciones y dificultades económicas, Irán ha mostrado sus resortes ante la pandemia de la COVID-19 con la producción en masa de mascarillas, respiradores y test de diagnóstico. Y, tras cubrir las necesidades internas, sus autoridades se preparan incluso para exportar.
«Hemos aprendido el arte de vivir en crisis durante años», afirmó recientemente el influyente Alí Shamjaní, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, resumiendo la experiencia de un país acostumbrado a desenvolverse con sus propios recursos.
En las últimas cuatro décadas, Irán ha superado una revolución en 1979, una guerra de ocho años con Irak (1980-88), letales desastres naturales, como terremotos, y un duro embargo económico por parte de Occidente.
Ahora afronta nuevas sanciones de Estados Unidos que han hundido la economía y obstaculizan los esfuerzos para luchar contra la COVID-19, que ha causado más de 6.200 muertes y 97.000 contagios en el país, aunque ya desde hace un mes en tendencia decreciente.
Todos estos sucesos han fomentado, sin embargo, que la industria iraní «pueda tener buenas alternativas y adaptarse a la situación para enfrentar cualquier crisis», dijo a Efe Ahmad Behfar, director ejecutivo de la empresa iraní Ehya Darman Pishrafteh.
Esta compañía privada y de gestión familiar fabrica desde hace una década respiradores artificiales y maquinas de anestesia y de tomografía computarizada, aunque en tiempos de pandemia ha modificado sus prioridades en las líneas de producción.
DEDICACIÓN COMPLETA A LA LUCHA CONTRA LA COVID-19
«Ante el problema del coronavirus, multiplicamos por 6 nuestra producción: de 5 respiradores diarios alcanzamos los 30. Para ello, hemos disminuido nuestra producción en las líneas dedicadas a las máquinas de anestesia y de tomografía», explicó Behfar.
Mientras mostraba en su oficina de Teherán un modelo de sus ventiladores mecánicos, que cumplen con los estándares europeos del marcado CE, el director ejecutivo indicó que han apalabrado con el Ministerio de Salud de Irán 2.000 respiradores en el plazo de dos meses.
Las prioridades también han cambiado en la compañía Pishtaz Teb Zaman, especializada desde 1998 en dispositivos médicos para diagnóstico in vitro e investigación clínica, entre otros.
El doctor Abas Ramí, del sector de investigación y desarrollo de la empresa, comentó a Efe que «cuando el coronavirus se extendió por todo el mundo» empezaron a analizarlo para producir sus propios kits de diagnóstico.
«Los desarrollamos con nuestra tecnología. Primero diseñamos el kit molecular PCR, que tuvo mucho éxito y ya ha salido al mercado, y a continuación empezamos a trabajar en las pruebas de serología que miden los anticuerpos», detalló.
Pishtaz Teb Zaman está produciendo unos 400.000 test PCR al mes y su producción de pruebas serológicas puede alcanzar los ocho millones mensuales, según los datos de la compañía. Es el principal productor de estos kits en Irán pero un total de seis empresas lograron el certificado para ello.
EL OBJETIVO: LA AUTOSUFICIENCIA
Ese nivel de producción permite «satisfacer la necesidad interna del país», según el vicepresidente iraní de Ciencia y Tecnología, Surena Satarí, quien subrayó que «casi no hay ningún producto» para luchar contra el coronavirus SARS-CoV-2 que no se fabrique localmente.
«Lo importante es que tenemos empresas con un nivel de tecnología capaz de diseñar y producir de modo masivo un producto cuando se enfrentan a una situación nueva e incluso sin precedentes en el mundo», aseveró el vicepresidente.
La innovación ha sido diversa. Desde un dispositivo presentado por la Guardia Revolucionaria para detectar lugares y personas infectados en un rango de 100 metros a la investigación del prestigioso Instituto Pasteur para lograr una vacuna.
Irán tuvo que ponerse rápidamente las pilas debido a que las sanciones estadounidenses dificultan las importaciones. Aunque los medicamentos están exentos, el hecho de que el sistema bancario iraní esté sancionado desanima a muchas empresas a hacer comercio con el país persa.
Para aliviar esta crisis, numerosos países y organismos internacionales han hecho importantes donaciones a Irán y por fin Europa utilizó un canal especial de pagos diseñado para sortear las sanciones estadounidenses para exportar a Teherán material médico.
«HACEMOS FRENTE A DOS VIRUS: LAS SANCIONES Y EL CORONAVIRUS»
Esta frase fue empleada recientemente por el presidente iraní, Hasan Rohaní, para sintetizar la situación. Las sanciones, impuestas en 2018 al retirarse EE.UU. del acuerdo nuclear con Irán, han afectado gravemente a la economía persa.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una contracción de la economía iraní del 6 % en 2020 y una inflación del 34 %, que se suma a los malos datos del año pasado, cuando la recesión fue del 7,6 % y los precios subieron un 41 %.
La maltrecha situación económica, marcada asimismo por la devaluación de la moneda local, ha llevado a las autoridades a reabrir la actividad económica probablemente antes de lo recomendado ante la escasez de recursos para generalizar las ayudas públicas.
Con el fin de contrarrestar la pandemia y sus repercusiones económicas, las autoridades iraníes han solicitado un préstamo de 5.000 millones de dólares al FMI. La recepción del mismo está todavía en el aire debido en parte a la oposición de EE.UU.
Una presión extra unida a las sanciones que, según denunció Human Rights Watch, han limitado drásticamente la capacidad del país para financiar importaciones humanitarias, incluidos medicamentos y equipos médicos».
DE LA ESCASEZ A LA EVENTUAL EXPORTACIÓN
Al inicio del brote, en la tercera semana del pasado febrero, la situación fue caótica y se registró una escasez de mascarillas y desinfectantes en las farmacias y en los hospitales, que también denunciaron la falta de equipos de protección individual (EPI).
Sin embargo, la escasez no duró mucho. Varios médicos que luchan en primera línea contra la COVID-19 en hospitales de Teherán confirmaron a Efe que pronto empezaron a recibir todo el material de protección necesario y suficientes test de diagnóstico.
También indicaron que las unidades de cuidados intensivos no han llegado a colapsar y que no han faltado respiradores, una situación bastante diferente a la sufrida en muchos otros países, incluso aquellos más desarrollados.
Las autoridades iraníes están exportando líquido desinfectante y aseguran que pronto podrán vender al extranjero otros productos contra la COVID-19, incluso respiradores y test de diagnóstico. De hecho, el Ministerio de Salud ya ha dado su primer permiso para la exportación de los kits de pruebas serológicas.
Sacando pecho por estos avances, Rohaní destacó que muchos países creían que dos años de sanciones iban a «destruir» Irán y ahora «se sorprenden» de su capacidad para exportar material sanitario.
Marina Villén