VERDADES QUE SALPICAN

Salvatore Mancuso, excomandante paramilitar. Foto tomada del portal Telesur.com

Las fallidas solicitudes de extradición de Salvatore Mancuso desde los Estados Unidos a Colombia por parte del gobierno del presidente Iván Duque, han dejado mucho qué pensar sobre el poco interés que se tiene de traer a Mancuso al país para que cumpla con contar la verdad sobre el conflicto armado colombiano.

Este cordobés nacido en Montería, llegó a ser uno de los grandes latifundistas del departamento de Córdoba, región apetecida por poderosos terratenientes debido a la fertilidad de sus tierras y a la riqueza ganadera. Entre ellos también se encuentra el expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien es propietario de grandes extensiones de tierras en ese departamento del Caribe colombiano. En cualquier relato donde se hable de Mancuso, es imposible no dejar de mencionar al expresidente Uribe. Por eso todas las dudas que despierta que un Estado como el colombiano experto en procesos de extradición, no haya logrado que Mancuso sea devuelto al país. En los Estados Unidos ya aprobaron su extradición, pero a Italia. Sólo quedan unos pocos días para que Colombia pueda reversar esa orden y logre que se extradite al país, aunque esto parece ser ya un imposible.

Salvatore Mancuso se convirtió en uno de los asesinos más sanguinarios que ha tenido el país. Todo esto comenzó a gestarse en los años 90s con la creación de Las Cooperativas de Vigilancia y Seguridad Privadas/Convivir, promovidas por el entonces gobernador de Antioquia Álvaro Uribe Vélez y fue César Gaviria, presidente de esa época, quien les dio la bendición en 1994, para que la gente en el campo se auto protegiera de los grupos guerrilleros de izquierda que azotaban a Colombia. En realidad, estas Convivir fueron más pensadas para proteger a los terratenientes y ganaderos. Se transformaron al poco tiempo en grupos de autodefensas también conocidos como paramilitares, financiados en su gran mayoría por grandes propietarios de tierras, empresarios, ricos y gente muy poderosa. Como resultado, lo que se creó en Colombia fue toda una maquinaria de la muerte y del despojo, siendo peor el remedio que la enfermedad.

Mancuso pasó a ser uno de los principales comandantes de las Autodefensas Unidas de Colombia/AUC y se le acusa de ser el responsable de múltiples asesinatos y masacres. Entre las más nombradas se encuentran la de Mapiripán donde masacraron 20 campesinos indefensos; la de El Aro que le costó la vida a 15 campesinos en indefensión, ambas ocurridas en 1997. En 1999 se llevó a cabo la masacre de Gabarra con el resultado de 35 personas muertas en estado de indefensión. Y en el 2000 se ejecutó una de las masacres más sanguinarias de todos los tiempos, la de El Salado, con un triste resultado de 60 personas masacradas en estado de indefensión. En todas ellas, Mancuso comandó las operaciones militares.

En el 2005 cuando el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez promulgó la Ley de Justicia y Paz para desmovilizar a las AUC, tuvo como resultado el desmonte de estos grupos que habían traído mucho más muertes y dolor que los mismos grupos guerrilleros. Además del terror entre la gente humilde del campo colombiano, las AUC se habían convertido en las grandes despojadoras de tierras. Con cada masacre cometida, los campesinos huían para salvar sus vidas y así hubo muchos poderosos que incrementaron sus fortunas al apoderarse de las tierras de los humildes agricultores. El conflicto armado colombiano ha sido uno de los generadores del fenómeno de desplazamiento forzado más grande del mundo. De acuerdo a las cifras de la Agencia de la ONU para los refugiados/Acnur, en el país han sido víctimas del desplazamiento forzado 7’816.500 colombianos, cifras contabilizadas por la Acnur desde 1985. De esta manera, Colombia ocupa el deshonroso segundo lugar en el mundo en desplazamiento forzado luego de Siria que se lleva el primer lugar.

La ley de Justicia y Paz de Uribe fue ampliada y modificada por la Corte Constitucional con el fin de que jefes paramilitares como Salvatore Mancuso contaran toda la verdad y hubiera una mayor reparación a las víctimas. Fue entonces cuando de la noche a la mañana, en el año 2008, el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez extraditó a los Estados Unidos a Mancuso junto con otros 12 comandantes de las AUC, con la excusa que habían sido pedidos en extradición por el país del norte por acusaciones de narcotráfico. De esta forma Colombia y millones de víctimas del paramilitarismo, se quedaron sin saber la verdad que tenían para contar estos jefes de las AUC. Verdades que seguramente podrían salpicar a muchos poderosos en el país, incluido al expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien ha sido acusado como autor intelectual en masacres como La Granja y El Aro. Desde hace años las acusaciones hacia Uribe como autor de masacres y creador de grupos de autodefensas se encuentran en proceso de investigación. En los últimos días la Corte Suprema de Justicia ha llamado al expresidente a rendir versión libre el próximo 16 de septiembre por la masacre de El Aro. Curiosamente hoy Uribe tiene casa por cárcel por acusaciones de soborno y fraude procesal debido a la supuesta compra de testigos, pero no por las investigaciones de masacres. De todas formas, dentro del proceso que tiene privado de la libertad a Uribe en su enorme hacienda, se han dado testimonios de paramilitares sobre la responsabilidad del expresidente de ser el creador del Bloque Metro de las AUC junto con su hermano Santiago Uribe.

Por el honor y respeto a las personas masacradas por Salvatore Mancuso; por el honor y el respeto a todas las víctimas del paramilitarismo, es más que justo que este excomandante de las AUC regrese a Colombia a contar toda la verdad, pero hay muchas personas poderosas que no les conviene su retorno al país. En este sentido, el accionar del presidente Iván Duque y su gobierno es clara muestra de oponerse a que Mancuso venga a Colombia a contar la verdad, sólo hace sembrar más dudas sobre la responsabilidad de Uribe en masacres y conformación de grupos de autodefensas. Mucho le debe Duque a Álvaro Uribe, su jefe y líder que lo hizo elegir presidente y a quien claramente no le conviene lo que Mancuso pueda contarle a los colombianos. Pareciera que Uribe tiene rabo de paja y mucho miedo a lo que este exparamilitar pueda decir.

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