Las alertas estaban encendidas desde meses atrás.
“Solicitamos medidas urgentes por parte de las autoridades para atender a las 4.679 personas, pertenecientes a 984 familias de 14 comunidades indígenas, quienes están confinadas por el accionar de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN)”, declaró el defensor del Pueblo, Carlos Camargo.
El defensor Camargo se refiere a los combates que mantienen estos grupos en la zona del Bajo Baudó y que afectan a las comunidades de Playa Linda y Puerto Gálvez.
Sin embargo, esta no es la única zona que vive una crisis humanitaria en el Pacífico. Desde el 16 de agosto, los mismos grupos se enfrentan en el Medio y Bajo San Juan, límites entre Chocó y el Valle del Cauca.
“Porque estos enfrentamientos están llevando al desplazamiento de muchas personas que están llegando al Medio San Juan y Buenaventura y esto hace que vulnere la dignidad de estas personas”, manifestó monseñor Rubén Darío Jaramillo, obispo de Buenaventura.
Decenas de familias, que vienen huyendo de la región del Naya, en la zona rural de Buenaventura, son recibidas en el espacio humanitario, un lugar donde desde hace más de 15 años llegan los desplazados por la violencia.
“Los estamos albergando aquí , esperando que las autoridades competentes como la Defensoría, la Personería y la Alcaldía para que hagan presencia de acompañamiento a estas familias, ya que son 29 niños y un centenar de mujeres y hombres”, afirmó el defensor de derechos humanos Orlando Castillo.
La Coordinación Regional del Pacifico, una alianza entre la Iglesia y las comunidades étnicas, sigue de cerca la situación, clama por soluciones y por el respeto a la vida de los habitantes de la región.
“Ante esta angustia de las comunidades, estamos pidiendo al Gobierno, a los grupos armados, llámese ELN o disidencias, que por favor nos sentemos a construir unos acuerdos mínimos humanitarios porque las comunidades ya no aguantan más”, propuso el director de la Coordinación Regional del Pacífico, el padre Albeiro Parra.
Él sabe de lo que habla y no se cansa de denunciar una práctica que no cesa en la región: “Es muy maluco lo que voy a decir pero eso levanta ampollas en estas regiones, la convivencia de la fuerza pública con grupos residuales del paramilitarismo eso sigue vigente ya no solo en el Atrato, en el San Juan en el Baudó».
Aunque se habla de narcotráfico, el religioso dice que no es lo único y en la crisis humanitaria en el Pacífico hay problemas de fondo como: pobreza, educación y seguridad alimentaria.
“Yo no estoy aquí siendo profeta de calamidades, estamos hablando de unas realidades concretas, de unas negaciones, pero también de unas propuestas que estamos haciendo y en eso las organizaciones y la Iglesia estamos listos a ayudar construir”, agregó el padre Albeiro.
La Iglesia y las comunidades piden al Gobierno y a la comunidad internacional que no olviden al Pacífico, donde no cesa la guerra y la paz es apenas un anhelo y una promesa incumplida.