Tras la firma del acuerdo de paz con las Farc en 2016, uno de los puntos a trabajar entre el Gobierno y la que en su momento llegó a ser la guerrilla más antigua de América Latina fue la destrucción de las armas con las que los insurgentes le hicieron la guerra al Estado por más de medio siglo y sembraron el terror en diversas regiones del país.
De acuerdo con reportes de la ONU y la Misión de Verificación en su momento, las Farc entregaron 69 toneladas de armas y municiones, las cuales se destinaron a la construcción de tres monumentos que se ubicaron en Cuba, por ser garante de los diálogos de paz, en Colombia, donde se dio paso a la obra “Fragmentos” y en una de las sedes de Naciones Unidas en Estados Unidos.
Precisamente este último fue noticia esta semana porque el presidente Gustavo Petro hizo su inauguración oficial, rindiendo homenaje a las víctimas que dejó este conflicto, luego de varios años de denuncias en los que se advertía que esta obra se encontraba abandonada en los jardines de la Organización de las Naciones Unidas.
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Una investigación académica de la Universidad de los Andes, realizada por Milagro Espinosa Arrieta, cuenta que una de los primeros datos a resaltar es el nombre del monumento, “Kusikawsay”, palabra quechua que traduce “vida pacífica y feliz” o “vida nueva y venturosa” y hace alusión a lo que se esperaba tras la firma del acuerdo de paz.
“Acabó situándose en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, producto de un proceso de selección realizado por el Ministerio de Cultura. Para la elaboración de la obra se eligió al artista Mario Opazo, quien creó Kusikawsay, una escultura que no solo conmemora la paz, sino que también cumple un rol fundamental en la reparación simbólica, específicamente en la preservación de la memoria histórica del conflicto armado en Colombia”, dice el estudio.
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Estos expertos en arte agregan que “a través de un análisis detallado de la obra y su contexto, este trabajo pretende explorar el significado y el impacto de Kusikawsay como medio de reparación y como herramienta para mantener viva la memoria sobre la firma del Acuerdo de Paz entre las Farc y el Gobierno Nacional”.
Monumento Kusikawsay – ONU.
Cortesía – Presidencia
Dentro de las curiosidades en el proceso de creación de la obra, el estudio cuenta que cuando Mario Opazo se postuló a la “Convocatoria Monumento a la Paz” del Ministerio de Cultura, tuvo una premisa clara en mente: el espacio para su propuesta estaba limitado por las dimensiones predefinidas en el Jardín de las Esculturas de la ONU en Nueva York, donde se instalaría el monumento.
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“Buscó que el referente elegido permitiera la identificación para que las naciones no se enfrentaran a algo ilegible. Debía ser algo muy elemental, pero también profundo, atávico, conectado con la mitología de muchas civilizaciones. Así llegó al viaje como metáfora de la muerte. Esta adopción de la muerte como un viaje vincula lo cosmogónico, lo aéreo y lo terrestre, lo que lo llevó a avanzar en un vector que conectara la tierra y el cielo”, explicaron.
Monumento Kusikawsay – ONU.
Cortesía – Presidencia
Dificultades en la construcción
Esta investigación académica también cuenta que luego de ser elegido y una vez comenzó a trabajar en el monumento, se le informó a Mario Opazo que ya no quedaban armas, pues todas habían sido entregadas a la artista Doris Salcedo para el contramonumento Fragmentos, que ya estaba en la última fase de construcción.
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“Ante el escenario de la falta de armas, el artista se dirigió a Indumil-Industria Militar, la entidad estatal encargada de fabricar y comercializar armas y municiones por mandato constitucional, para buscar una solución. Allí le manifestaron que, si bien las armas se habían agotado, aún contaban con municiones. Opazo consultó a sus asesores técnicos y estos avalaron el material. Incluso, le hicieron saber que este era mucho más manejable que el de las armas, que tendía a ser quebradizo”, agregaron.
ONU
EFE
Pese a todas estas dificultades, finalmente se pudo sacar adelante este monumento, elaborado con el metal fundido de 1,4 toneladas de munición que Naciones Unidas recibió durante la dejación de armas. La canoa representa la sabiduría ancestral de los pueblos indígenas, que navega por los ríos colombianos portando la memoria y evocando el viaje hacia una nueva vida.
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Mario Opazo es artista plástico y realizador audiovisual de origen chileno, vive y trabaja en Bogotá, y es profesor de la Universidad de Colombia. Su obra se desarrolla a través de lenguajes artísticos contemporáneos.
