Home Archivo el pan que nos une

el pan que nos une

por Redacción BL
0 comentar

Acaba de celebrarse en Roma (4-25 octubre 2015) un encuentro internacional de obispos (llamado sinodo) para discutir de la familia y del cuidado que en la Iglesia católica se quiere brindarle. El tema es esto: “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”. 

 

Es un tema muy ancho, que cierto abarca muchos asuntos de una realidad compleja como la familia. Es normal que la atención de los medios de comunicación se clava más en los asuntos controvertidos y de mayor impacto publico. En este caso, dos tiene más relevancia: el tema de la comunión eucaristica a los divorciados y la cuestión de las parejas homosexuales. 

 

De los dos asuntos, el segundo es más llamativo, siendo también muy presente en el debate que anima las legislaciones civiles en diferentes estados, cuanto al reconocimiento jurídico de las parejas homosexuales. La Iglesia sigue un camino tan lento en este tema, que nos demoraremos mucho en la espera.

 

El primero al contrario tiene una esperanza más cercana. Más allá de la gana de hacer polemica, es un tema de verdadero interés por las personas que hacen un camino de fe, que se reconocen parte de las comunidades que integran la Iglesia católica, 

 

Hay dos consideraciones que merece este tema eucarístico y que, a pesar de las diferentes creencias, nos sugieren unas útiles reflexiones. 

 

¿Donde estaría el problema? ¿Cual es la gran culpa que alejaría del encuentro con Jesus, presente en el Pan de la Eucaristia, a estas personas?

 

No es la culpa de haber interrumpido el compromiso sacramental del matrimonio lo que impide la comunión eucaristica. Se considera que todo lo que pasa en esta realidad tenga posible reconciliación: con si mismo, con la pareja y los hijos, con los demás. 

 

Escrutando en las diferentes discusiones, que se amontonan arriba de este tema, llegamos a intender que el verdadero problema, que sería impedimento a la comunión eucaristica, es: tener relaciones sexuales afuera del matrimonio católico.  

 

En efecto, hasta los más severos niveles jerárquicos, en un solo caso permitirían a la persona, divorciada convivente con otra persona, participar a la comunión eucaristica. Cuando los dos convivan “como personas hermanas”, es decir sin tener relaciones sexuales. 

 

Pero ¿como vulnerar una comunión en nombre de otra comunión? No tiene sentido, sobretodo considerando que Jesus entregó su vida misma, con el Pan de la Eucaristia, para fortalecer y mejorar lo humano. Para tener más y mejor comunión, más y mejor vida. Lo que Dios mismo ofreció como favorable a la existencia humana, no puede volverse desfavorable por decisión de la Iglesia. 

Segunda consideración. Si el tema es el sentido, el derecho o no, la oportunidad, que una persona pueda o no participar comulgando a la celebración eucaristica, ¿no sería más correcto considerar el problema reflexionando en el sacramento de la Eucaristia, luego que refiriéndose a lo del matrimonio? 

 

Ojalá que considerando la Eucaristia, luego de sumar prohibiciones, como se esta haciendo, llegamos a entender bien el deseo de Dios, su don y su voluntad. 

 

Que bueno sería que nadie pretenda ser el dueño terco de un regalo de vida que, en Pan de la Eucaristia, Dios quiso hacer a todo el mundo. 

 

Le podría Gustar

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Asumiremos que está de acuerdo con esto, pero puede optar por no participar si lo desea. Acepto Leer más

Adblock Detected

Apóyenos desactivando la extensión AdBlocker de sus navegadores para nuestro sitio web.