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Así son los españoles premiados por el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología

por Redacción BL
Cristina Aleixendri, cofundadora de bound4blue

El golpe de timón a un conservador sector marítimo

Cristina Aleixendri, cofundadora de bound4blue

En el último año de carrera, Cristina Aleixendri (Barcelona, 1991) ya tenía perfilado el que a la postre se convertiría en su proyecto profesional: bound4blue, empresa que cofundó en 2014 y que ha desarrollado un sistema de velas rígidas, pleglables y autónomas que permite a los buques aprovechar la fuerza del viento y reducir las emisiones contaminantes hasta un 30%.

Ingeniera aeronáutica de formación, no le tembló el pulso para emprender en un sector tan masculinizado como el marítimo –solo el 2% de los 1,2 millones de marinos del mundo son mujeres–, aunque sí reconoce que en ocasiones ha tenido que hacer frente a situaciones incómodas. «He pasado cosas que mis compañeros no. Recuerdo un día que estuvimos en una nave viendo a un potencial proveedor y cada vez que explicaba cosas de ingeniería y de maquinaria solo miraba a mi compañero. Se trata de ir rompiendo barreras que inconscientemente nos ha puesto la sociedad», señala. El acceso a financiación es otro de los motivos que impide hablar de una plena igualdad. «Más del 95% de los fondos de venture capital en Europa va a parar a empresas tecnológicas fundadas solo por hombres. Ahí hay una clara diferencia», lamenta.

A nivel de innovación, Aleixendri, incluida en la lista «Forbes» de los jóvenes más influyentes de Europa menores de 30 años, piensa que en España se necesita una apuesta decidida por la tecnología. «Hay grandes emprendedores e innovaciones muy disruptivas, pero ni de lejos se invierte lo que en otros países, ni desde el plano público ni privado. Un emprendedor que quiera empezar localmente lo tiene mucho más complicado», comenta. Echa en falta, además, una cultura que no penalice el aprendizaje a través del fallo. Y en este sentido, asegura que le encantaría que España llegara a ser como Israel: «Tiene algo muy bueno y es que, aunque hayas fracasado con una de tus ideas, van a seguir invirtiendo en ti. Aquí tenemos que romper la mentalidad de que eres perdedor porque empieces un proyecto y no salga bien».

Aunque reconoce que el camino hacia el emprendimiento es difícil, prefiere quedarse con todo lo positivo que le ha aportado, como conocer emprendedores alrededor del mundo o superarse a sí misma: «Cuando terminé la carrera, era incapaz de ponerme a hablar con ningún desconocido, lo pasé fatal para presentar el proyecto final de carrera, y ahora lo presento en todos lados a inversores».

Vencer el miedo

Aleixendri cree que lo más importante es perder el miedo a asumir riesgos. «Grandes innovaciones no se hubiesen llevado a cabo si las personas no hubiesen dejado de pensar en el qué dirán y en que no es estable. Hay que tirarse a la piscina», apunta. Eso y «saber moverte teniendo incertidumbre y ser capaz de sacar el mejor resultado». De aquí a 2025, prevé que habrá 180 barcos navegando con la tecnología de bound4blue. Su deseo futuro: «Seguir en esa línea, haciendo cosas que me hagan feliz. Para mí eso es el éxito».

Un tratamiento de choque de colaboración público-privada

Andreu M. Climent, fundador de Corify e investigador de la Universidad Politécnica de Valencia
Andreu M. Climent, fundador de Corify e investigador de la Universidad Politécnica de Valencia

Andreu M. Climent (Llocnou de Sant Jeroni, Valencia, 1981), investigador de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y fundador de Corify, ha desarrollado un dispositivo médico no invasivo que mejora el tratamiento de los pacientes con fibrilación auricular, una de las arritmias más frecuentes, y prepara las cirugías de forma más eficiente, ya que permite enseñar a los clínicos qué está pasando en el corazón sin necesidad de introducir catéteres.

La empresa surgió como una spin-off de la UPV y del Hospital Gregorio Marañón. «Es la primera start-up oficialmente constituida del Servicio Madrileño de Salud, lo cual demuestra que hay relativa poca experiencia y tradición en hacer este tipo de transferencias», indica Climent. ¿Las razones? «La legislación es compleja y también es muy importante que el sector privado se involucre en apostar por el conocimiento», remarca. Y prosigue: «Otros países europeos en momentos de crisis aumentan su presupuesto de I+D, mientras que España lo reduce. Podemos criticar a nuestros políticos, de uno u otro color, pero lo cierto es que no solo nos falla eso, sino también la inversión privada».

Reto pendiente

Así, defiende que «las grandes empresas de nuestro país inviertan en start-ups, en fondos de inversión privados y que sean las que puedan conseguir que la inversión pública de verdad sea una rentabilidad para la sociedad». Menciona como ejemplo el EIT Health, que aúna en una misma institución a agentes del sector público y privado. «Esa colaboración es fundamental para lograr que todo lo que se hace en investigación de verdad llegue. Hay camino que recorrer, pero si uno mira los indicadores de inversión privada en España, incluso extranjera, no ha parado de crecer en los últimos años», añade.

En su opinión, otro desafío es que los investigadores no trabajen necesariamente en la academia: «Cuantas más personas con formación científica están incrustadas dentro de los distintos agentes sociales, mejor y más rica es una sociedad, y más abierta a la innovación está. Como país debemos vertebrar cada vez más el que haya muchas personas con un doctorado, con una formación en ciencia, que salgan de la academia».

A pesar de las asignaturas pendientes, Climent no pierde la esperanza de que España se coloque en el top-10 de desarrollo de innovación al mundo. «Nuestras universidades forman muy bien y nuestra sociedad tiene unas capacidades por lo menos igual de buenas que las del resto de países, por lo que si nos proponemos que la ciencia sea un motor de la sociedad tenemos posibilidades de ofrecerles a nuestros hijos un país todavía mejor», asegura. Mientras llega ese momento, Climent sigue trabajando para que su dispositivo pueda utilizarse en la práctica clínica regular a finales de 2021 o durante 2022. «Si tienes un paciente que entra con una arritmia y se va curado, eso es lo que te hace dormir a gusto por las noches», reflexiona.

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