Además de la Casa Robin, tres edificios en la misma calle de Villavicencio han sucumbido al abandono y afean la arquitectura de una zona amplia de la capital.
Por Alejandro Sata María /Especial para Periódico del Meta
No hay causa perdida y menos imposible, la zona de La Grama y el sector de la Calle del Resbalón necesita hoy más que nunca del apoyo de toda la ciudadanía para luchar y dimensionar lo que este sector de Villavicencio significa en cuanto a la memoria histórica y cultural de la ciudad.
Una zona tan rica en lo cultural no puede pasar inadvertida: tiene coliseo; la fuente de la glorieta, descuidada por las administraciones de turno; el Parque Infantil, y su propia historia para reconstruir el puente caído; la cantidad de casas con un valor arquitectónico invaluable y la casa de la cultura, hacen que esta zona sea muy valiosa para la ciudad.
A escasos metros de la Contraloría Municipal hay una clínica abandonada cuya construcción envejece cada día más. Por ser un predio privado y no ser patrimonio cultural, el panorama de esta casa es complejo para resolverlo desde la administración pública. Hay más, a una cuadra de aquella clínica, en la avenida Alfonso López que sube de Villa Julia hacia el Galán, encontramos un predio esquinero gigante que pertenece al Invías y que también daña la estética de la zona por el abandono de tantos años que ha tenido este inmueble. La solución podría ser acudir a la justicia para interponer una acción popular en contra de esta entidad.
A pocos metros del Invías en la Calle del Resbalón nos topamos con la Casa Robin, construida según el historiador Jairo Ruiz en la década de los 30 del siglo XX, una hermosa Casa Quinta que es patrimonio cultural de Villavicencio y que se deteriora día tras día.
En la actualidad la corporación Minuto de Dios es propietaria de la edificación, y lo que es evidente es una actitud omisiva por parte de la institución de educación superior, perjudicando de esta manera su conservación y su protección. El deterioro es tal que las imágenes aéreas publicadas por Periódico del Meta, el pasado 14 de abril, son escabrosas, tanto que podría ser locación de cualquier película de terror criollo.
A pesar de que la casa es privada, pesa sobre el propietario o tenedor la obligación de mantenerla y cuidarla. El Código de Policía (Ley 1801 del 2016), exige un comportamiento diligente para el cuidado del patrimonio cultural, tan así es que en su título XII es específico para el cuidado del patrimonio cultural y su conservación.
Quizás hoy ya no sea posible, o sea muy difícil, recuperar la Casa Robin, pero sí es un llamado de atención a la administración municipal para que revise y evalué lo sucedido en este caso y para que los predios patrimonio cultural del Municipio, que estén aún a tiempo de rescatar, no tengan el mismo final. Por esa razón, interpuse una querella policiva en contra de la Universidad Uniminuto para que la Alcaldía inicie las acciones y el deterioro de la Casa Robin no quede en la impunidad.
Debo anotar que dentro de los actores que podrían intervenir para coadyuvar en esta lucha está el concejo municipal, ya que tiene como función adoptar medidas de control, preservación y defensa del patrimonio cultural. Quiero invitar a todo Villavicencio a que dimensionemos que son muchas las ciudades que compiten con turismo cultural, cuidando su patrimonio histórico. A propósito, la Secretaría de Competitividad del municipio queda a pocos metros.