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Dentro de Manacapuru, la ciudad del Amazonas con mayor mortalidad por COVID-19 | Sociedad | Edición América

por Redacción BL
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Dentro de Manacapuru, la ciudad del Amazonas con mayor mortalidad por COVID-19

Los vecinos de Manacapuru aún lloran la muerte de uno de los pocos doctores que trabajaba en esta ciudad de la Amazonía brasileña. Falleció de coronavirus. El último mazazo para esta recóndita localidad que cuenta con una de las mayores tasas de mortalidad por COVID-19 de todo Brasil.

Manacapuru, en el interior del estado de Amazonas (norte), ha vivido un infierno en el corazón de la selva. La pandemia ha entrado con una virulencia inusitada en este territorio bañado por las aguas del río más caudaloso del planeta.

Según los últimos datos oficiales, la tasa de mortalidad por cada 100.000 habitantes era de 116, el tercer peor dato de todo Brasil después del registrado en Saldanha Marinho (150,94), en el sur del país, y Senador José Porfírio, en el vecino estado de Pará.

Pese a ello, la Alcaldía ya ha puesto en marcha un plan de desescalada, como la mayoría de las regiones brasileñas, pese a que la curva epidemiológica sigue en ascensión en el país y el pico sólo está previsto que llegue en las próximas semanas.

Brasil es uno de los focos globales activos de la pandemia, el segundo país en número de contagios, con cerca de 740.000 casos, y el tercero en fallecidos, con más de 38.400, según el Ministerio de Salud.

CONMOCIÓN POR LA MUERTE DEL DOCTOR RANGEL RUIZ

La pérdida de Rangel, médico de atención primaria, ha significado un duro golpe para los habitantes de Manacapuru, que ya han enterrado a 113 de sus vecinos con el nuevo coronavirus y contabilizado unos 2.700 casos confirmados desde el inicio de la crisis.

Un número demasiado elevado para una ciudad del interior de Amazonas que no supera los 100.000 habitantes.

Una de las últimas pérdidas ha sido la del doctor Rangel. Tenía 42 años, aunque se sospecha que el hecho de ser paciente de trasplante de riñón le convirtió en grupo de riesgo.

Contrajo el virus y ante el agravamiento de su estado de salud fue transferido para un hospital de Manaos, la capital de Amazonas, unos cien kilómetros por carretera.

Pero finalmente falleció. De vuelta a Manacapuru para ser enterrado, el coche funerario tuvo un accidente y el ataúd en el que estaba su cuerpo sufrió daños y hubo que cambiarlo.

A su llegada, el vehículo paró en la puerta del Hospital General de Manacapuru, el único de la ciudad, donde todos los profesionales sanitarios le rindieron un sentido aplauso bajo una intensa lluvia y oraron por su alma.

Ya en el cementerio de Campo da Saudade, donde acudió una multitud de familiares y amigos. Ana recordó que su marido siempre le decía que «si tuviera que morir por su profesión, lo haría» sin dudarlo porque consideraba su trabajo «un regalo de Dios».

A pocos metros del funeral, había varias fosas abiertas para recibir a los próximos fallecidos.

«Era de la tierra, buena gente, atendía muy bien y ayuda bastante al pueblo de Manacapuru. Es una perdida muy grande», dijo a Efe Dias Gomes, uno de los profesionales del equipo de rescate del hospital, que trabajó al lado del doctor Rangel.

EN MANACAPURU SIGUEN REGISTRÁNDOSE ÓBITOS, AUNQUE MENOS

En el Hospital General de Manacapuru aún permanecen internadas una decena de pacientes con nuevo coronavirus.

Por su aspecto exterior pareciera que es un edificio abandonado, si no fuera por el trasiego de profesionales sanitarios, todos ellos equipados con los equipos de protección individual, y pacientes con máscaras.

Una de las puertas de acceso a la sala de emergencias parece algo oxidada. En el interior un cártel intenta reconfortar a los que llegan: «Al escuchar esto, Jesús dijo: ‘No son los que tienen salud los que necesitan médicos, sino los enfermos'».

Algunos de los fallecidos terminan de ser colocados en el féretro en una de las entradas laterales del hospital, prácticamente al aire libre, según pudo constatar Efe.

Azenate Nogueira, de 52 años, espera para recoger el cuerpo sin vida de su tía Lucila Cardoso, víctima del nuevo coronavirus con 71 años.

«Es la segunda persona de mi familia que murió con esa enfermedad», asegura a Efe.

Pero la memoria de Manacapuru parece ser frágil y hasta descreída frente a este drama, según denuncia Dias Gomes.

«Sentimos miedo, estamos en línea de frente y sabemos un poco mejor cómo defendernos, pero hay personas que creen que el virus no existe. Parece que la población no se entera y piensa que es una gripecita», reclama.

El coronavirus ya ha llegado al 80 % de los 5.570 municipios de Brasil y sigue en plena fase expansiva por el interior del país, donde la infraestructura hospitalaria es deficitaria o incluso inexistente.

Raphael Alves

Fuente de la Noticia

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