El fútbol sin hinchas sí es fútbol y sigue siendo hermoso (Opinión)

Es fácil dejarse convencer por la frase que ha adquirido fuerza últimamente, de “el fútbol sin hinchas no es fútbol.”
 
Regresó la Bundesliga sin público, y no podemos negar que los partidos, cuanto menos, son distintos. Parecen sesiones de entrenamiento, carentes de ambiente, de emoción. Pero es el nuevo fútbol, al que nos debemos empezar a acostumbrar. 
 
Este fútbol sin hinchas, en estadios fríos y despoblados, acústicos, donde se escuchan sólo las constantes órdenes a grito de jugadores y entrenadores y el eco respectivo, tiene más pinta de negocio que de fútbol. Más de protocolo que de juego. Su propósito parece ser más el de rellenar las billeteras de aquellos a cargo de los derechos de televisión que el de satisfacer a los hinchas.
 
Y sin embargo —pregunta al aire— ¿Por qué no miralo de otra forma? Después de todo, la realidad es que no tenemos otra opción. 
 
Lo cierto es que el 99% de los hinchas de un equipo igualmente no están en el estadio el día del partido. El apoyo desde lejos siempre ha sido parte importante del deporte. Hoy lo es más que nunca. Lo que realmente falta, la razón por la que ahora sentimos ese vacío por dentro al ver al Bayern or al Dortmund, son los 50,000 o 80,000 fanáticos que se ven en pantalla cuando uno mira el partido tevé. Pero los diez o veinte millones (o cincuenta, o doscientos) que igual ven el partido, que igual apoyan al equipo cada fin de semana, aún están ahí. Cada uno disfrutando detrás de su pantalla. 
 
Y sí, hacen falta los cánticos, el estadio que palpita, las emociones y el fervor que oscilan acorde a lo que sucede en la cancha. Hace falta el ensordecedor y multitudinario grito de gol, o, tras el empate inesperado del equipo visitante, el silencio helado y el murmullo masivo de decepción.
 
Pero al final del día, el fútbol tiene tanta importancia como uno quiera darle. El fútbol sigue siendo fútbol, en la medida en que uno quiera que siga siéndolo. Y en este nuevo fútbol, ya la emoción no la darán ni los estadios ni los hinchas. La tendrá que dar cada uno.
 
Y no es que esto sea algo nuevo. Si hablamos en términos simples, (y algo crudos), el fútbol no es más que un juego inútil. Temas económicos aparte, la pasión, el sentimiento, el significado, lo hemos puesto siempre cada uno de nosotros. El Mundial es el Mundial, en gran parte, porque medio billón de personas se sientan frente al televisor cada cuatro años y se convencen de que el Mundial es importante. E imperdible. Y todo lo demás.
 
Entonces, las cosas como son. Las gradas podrán estar vacías, y se podrá oír cada uno de los gritos del arquero, pero aún así, Alphonso Davies es igual de eléctrico, Lewandowski igual de infalible, Håland igual de sorprendente y Sancho igual de impredecible. El Dortmund sigue siendo la máxima expresión del fútbol rápido y el Leipzig es todavía una máquina de presionar alto y correr noventa y cinco minutos. Los golazos siguen siendo golazos, las buenas jugadas, buenas jugadas. Un caño no deja de ser caño y, aún sin el ‘ooof’ colectivo de los hinchas, no hay como una buena atajada.
 
El fútbol sigue siendo fútbol. Y sigue siendo hermoso. La Bundesliga sigue siendo Bundesliga. Si el Bayern es campeón significa exactamente lo mismo, tanto para los jugadores como para los hinchas. Y debemos acostumbrarnos a verlo así.
 
¿En cuanto a los jugadores? ¿Qué hay de la motivación de ellos? Seguro no hay de qué preocuparse. Bien dijo Klopp hace poco que todo profesional se formó jugando en canchas sin espectadores, y jugaban con la misma pasión, y las mismas ganas. Sentían la competencia, la crudeza del deporte puro. No tenía nada que ver con un estadio lleno. Por eso llegaron a donde están. 
 
 Ningún hincha en sano juicio preferiría que su equipo no quedase campeón simplemente porque no puede ir al estadio. Hay que ignorar lo estético, por lo menos mientras dure todo esto. Ya es un regalo que el fútbol continúe. El público puede esperar.

@manrodllo