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El Pacífico se convirtió en fortín de Petro

por Redacción BL
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La derrota de Gustavo Petro le dejó varias buenas noticias, una de ellas, la consolidación del Pacífico colombiano no solo como su nuevo fortín político sino de la izquierda del país. Como diría el famoso entrenador de fútbol Francisco Maturana: Perdió, pero ganó, sobre todo una base para las elecciones del 2019.

La razón es sencilla. Petro triunfó en ocho departamentos y, de estos, cinco están ubicados en el suroeste colombiano: Chocó, Valle del Cauca, Cauca, Nariño y Putumayo. Los tres restantes fueron Sucre, Atlántico y Vaupés.

Así como Iván Duque obtuvo el 24.5 por ciento de sus votos en Antioquia y el Eje cafetero, Petro consiguió el 25 por ciento de los 8.035.000 votos en el suroccidente. Solo en esa región sumó 2.049.101 votos, casi que duplicando la cifra que obtuvo en la primera vuelta presidencial: 1.184.875 sufragios.

El giro a la izquierda del Valle

Si algo estaba claro en las recientes elecciones tanto del Congreso como la primera vuelta presidencial es que en el Valle del Cauca reinaban los uribistas. Sin embargo, esta tendencia se rompió este domingo cuando el candidato de la Colombia Humana se alzó con el primer lugar con 884.853 votos, frente a los 746.616 votos de Iván Duque.

En carta blanca, Petro casi duplicó sus votos, al pasar de 485.943 sufragios en la primera vuelta a contabilizar 884.853 votos este domingo. Es decir, que aumentó los sufragios en un 82 por ciento. Mientras que el incremento de Duque entre la rimera y segunda vuelta presidencial fue del 42 por ciento.

¿De dónde salieron tantos votos? La respuesta está en la campaña de Sergio Fajardo, ya que en la primera vuelta presidencial el candidato de la Alianza Verde sumó 499.925 votos en el Valle del Cauca. Pero sus seguidores, en vez de marcar el voto en blanco, se fueron en su mayoría por Petro.

Lo que llama la atención de ese logro de la izquierda en el Valle del Cauca, es que prácticamente derrotó a la maquinaria electoral que existía alrededor del candidato uribista. Basta con recordar que a esa campaña se sumaron los conservadores, Cambio Radical, algunos liberales y líderes del movimiento Nueva Generación, de la gobernadora Dilian Francisca Toro. Pese a toda esa estructura política y electoral, el aspirante de la Colombia Humana ganó en 14 de los 42 municipios del departamento.

La coherencia de Cauca, Nariño, Putumayo y Chocó

Ahora bien, en los otros cuatro departamentos del suroccidente colombiano no hubo sorpresas en materia electoral. Por el contrario, sus habitantes votaron de manera coherente a sus posturas políticas y su realidad social.

En Cauca ganó Gustavo Petro gracias a que duplicó los votos entre la primera y segunda vuelta presidencial. Pasó de 230.919 papeletas a 322.406; es decir, un 91 por ciento más. Duque, entre tanto, solo incrementó en 49 por ciento sus votos.

En Nariño, Petro ganó el pulso regional con 359.722 votos frente a 189.917 de Duque. Putumayo y Chocó fueron departamentos cuyos incrementos estuvieron por debajo del resto de la región y en donde de nuevo Petro le ganó la batalla a Duque.

Más allá de los datos y estadísticas, queda claro que en esos departamentos golpeados por fenómenos de violencia producto del conflicto armado, los cultivos ilícitos y la presencia de bandas criminales, muestran una clara tendencia hacia corrientes políticas de izquierda y de apoyo a los acuerdos de paz.

No es la primera elección donde se evidencia que en el suroeste colombiano la izquierda encuentra el respaldo popular en las urnas. Nariño, Cauca y el Valle del Cauca tienen numerosos antecedentes políticos de gobernantes de esa ala elegidos democráticamente. Solo por citar algunos ejemplos, el exguerrillero del M19 Antonio Navarro Wolf fue gobernador de Nariño; el líder indígena Floro Tunubalá hizo lo mismo en Cauca. Angelino Garzón, líder sindical gobernó el Valle del Cauca y el médico Jorge Iván Ospina, hijo del líder guerrillero Iván Marino Ospina, recientemente fue alcalde de Cali.

A todo ello se suma que históricamente esta región, en especial Cauca, ha sido escenario de brotes revolucionarios como el movimiento Quintín Lame, el Ejército Republicano Bolivariano y el mismo M-19. En la región tienen además asiento un amplio número de minorías étnicas, tanto indígenas como afrocolombianas, que lograron la democratización de la tenencia de la tierra a través de cabildos y consejos comunitarios.

Quizás, por todo ello, en esta contienda democrática el candidato Gustavo Petro se dio el lujo de reconocer su derrota presidencial, pero a su vez soñar con una nueva fuerza política que le permitirá afirmar que, al menos en el suroeste colombiano: perder es ganar.

Tinto para Petro

Si bien Petro perdió en el Eje Cafetero, allí hay otra paradoja electoral, ya que justamente en esa región aumentó sus votos de manera sorprendente. En Risaralda el incremento fue del 152 por ciento de la votación: en la primera vuelta presidencial Petro sacó 54.207 votos y en segunda sumó 136.646 votos.

La explicación de ese incremento podría estar en los 164.736 votos que sacó el aspirante Sergio Fajardo en la primera vuelta presidencial y que quedaron ‘huérfanos‘ para la segunda. Todo pareciera indicar que el botín se lo repartieron equitativamente entre ambos candidatos

Una situación similar se presentó en el Quindío. Allí Duque ganó en los 12 municipios del departamento, pero Petro fue el que más incrementó su caudal electoral, al pasar de 30.357 votos en primera vuelta a 78.071 para segunda; es decir, el 157 por ciento más.

Y el aspirante de la Colombia Humana la sacó del estadio en Caldas, otro fortín uribista. Allí Duque también ganó en los 27 municipios que conforman el departamento, pero Petro logró la hazaña de aumentar su votación en 250 por ciento, al pasar de 34.694 a 121.476 votos.

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