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El papel del progreso de la tecnología

por Redacción BL
El papel del progreso de la tecnología

Todo se mueve y transforma con la a veces lenta, otras intempestiva, marcha del tiempo. Nuevos escenarios, o los mismos pero decorados de nuevo, dan cabida a ideas e innovaciones inéditas con las que se impulsa y da forma al cambio que vemos en nosotros mismos y en el mundo. El arte no es ajeno a esta fluidez constante y la fotografía, en particular, ha sido, posiblemente, una de las adiciones más revolucionarias al avance de la expresión artística humana.

Y, sin embargo, rara vez reflexionamos sobre cuán fantásticamente ha progresado la evolución del medio fotográfico en nuestra época moderna; y con ella, el papel del fotógrafo en la sociedad. Nuestra condición de humanos a menudo nos adormece ante lo afortunados que somos como fotógrafos, profesionales o aficionados, al poder aprovechar los beneficios de dos siglos de influencia y conocimiento transmitidos por aquellos que han hecho ‘clic’ -digámoslo así- antes que nosotros. Nuestros teléfonos móviles incluyen ahora programas de edición de imágenes que superan la tecnología de la mayoría de las cámaras digitales de hace unos años. ¿A qué fin nos dirigimos, entonces? ¿Qué viene después? ¿Y cuál es y será el papel del fotógrafo tradicional? Tantos interrogantes…

Autorretrato de Robert Cornelius, en 1839.
Autorretrato de Robert Cornelius, en 1839.

Para intentar comprender parcialmente en qué dirección sopla el viento fotográfico -y seguimos aquí a Adam Welch- primero debemos comprender que a medida que la fotografía evoluciona, también nosotros evolucionamos como fotógrafos. No tenemos que retroceder demasiado en la Historia para encontrarnos con una época impactante en la que el mundo nunca se había encontrado con una fotografía. Lo más cerca que se podía llegar a tener un recuerdo duradero de una persona, un lugar o un evento, era a través de representaciones en pintura, dibujo o escultura. No retratos procedentes de una máquina. Ni selfies.

Muchos creen que todo comenzó en 1826, cuando Joseph Nicephore Niepce produjo lo que se cree que es la fotografía más antigua que se conserva y que obtuvo desde una ventana de su finca en Le Gras, en la región francesa de Borgoña. Tras sus primeros ensayos, llegó el posterior desarrollo de Daguerre: la daguerrotipia. Sí, procesos hubo diferentes. Y ensayos también. Daguerrotipo, ‘talbototipo / calotipo’ (inventado por William Henry Ford Talbot), el ‘método positivo directo’ de Hippolyte Bayard… Sin embargo, todos estos avances conseguían, simplemente, imágenes hechas de objetos o escenas sin movimiento. El siguiente paso implicaba, entonces, la formación de imágenes de humanos y pasar de la era del daguerrotipo a la era de las imágenes fotográficas altamente detalladas y reproducibles. Y alrededor de 1850, Frederick Scott Archer inventa un proceso fotográfico completamente nuevo: el proceso de colodión.

Al disminuir el tamaño de las cámaras, el fotógrafo adquirió nueva relevancia social

La revolución

Por primera vez, los fotógrafos fueron capaces de producir imágenes en cuestión de minutos de principio a fin. Las impresiones también fueron mucho más duraderas que cualquier otra fotografía anterior, lo que permitió llevarlas en los bolsillos de los abrigos y en los bolsos de las mujeres para enseñar y conservar.

Hasta entonces el fotógrafo utilizaba un gran equipo, pesado y complicado. Para sacar la foto necesitaba un tiempo y los modelos tenían que esperar antes y mientras posaban. El proceso resultaba cuasi teatral cuando nuestro creador de imágenes se metía debajo de una larga tela negra. La revolución absoluta en fotografía, y como consecuencia en el papel del fotógrafo, se da cuando Richard L. Maddox mejora el proceso en seco del ‘tintype’ e introduce un método llamado simplemente ‘placa seca’ o ‘placa seca de gelatina’. Este fue un avance monumental en la tecnología de revelado fotográfico. Ya se podrían utilizar cámaras más pequeñas; cámaras que podrían ser de mano y que podían usar placas secas de gelatina ya preparadas para hacer imágenes detalladas con tiempos de exposición cortos que eran mucho más sinceros y personales. Había llegado la era de la ‘instantánea’ y las cámaras de medio y gran formato dominan ahora el mundo de la fotografía.

Este gran paso hacia delante supuso también que el fotógrafo adquiriera nueva relevancia social. El profesional continúa siendo un registrador imprescindible de los acontecimientos más importantes de la vida: el matrimonio, los bautizos, las primeras comuniones… y en muchas sociedades, también la muerte, en retratos de familiares al lado del difunto en su ataúd. Sin embargo, algunos de ellos llevan este arte de la imagen a una nueva dimensión.

En 1930, por ejemplo, se inicia la llamada Fotografía Humanista, basada en la filosofía del cambio social. Destacaron Henri Cartier-Bresson, Robert Doisneau, Izis, Willy Ronis y Édouard Boubat, entre otros. Tendría su mayor auge durante la posguerra. Aunque la Fotografía Humanista documentaba la vida ordinaria, realmente era un gran retrato de las esperanzas por volver a una realidad normal, por retornar a la existencia común.

Tampoco podemos olvidar la cobertura fotográfica de la Guerra Civil española por parte del trío Rober Capa, David ‘Chim’ Seymour y Gerda Taro, que marcó un importante hito en el fotoperiodismo en general y el bélico en particular, y sus imágenes forman parte del imaginario colectivo. Como lo son, también, las de Walter Evans, Dorothea Lange o Gordon Parks con sus trabajos documentando la población más marginal de los Estados Unidos.

En los años cuarenta del siglo pasado comenzó a popularizarse la fotografía de famosos

Color y publicidad

En un sentido que pudiera parecer más frívolo y lúdico, fue a partir de los años 40 cuando la fotografía viró al retrato de celebridades, que ayudaban al ciudadano de a pie a soñar con sus estrellas y acercarse, aunque solo fuera a través de un papel, a una vida de ensueño en tiempos de penuria. O también a sus héroes, de cualquier índole. Míticas son las fotografías que autores como Arthur Sasse hizo a un divertido Albert Einstein sacando la lengua o la que Alberto Korda le hizo al Che durante un entierro y que se ha reproducido y parodiado en camiseta, bolsas y tazas. Icono sexual por antonomasia de los años 50 y 60, Marilyn Monroe también fue fotografiada hasta la saciedad por Richard Avedon, Cecil Beaton y Ernst Hass.

Y llega el color y el mundo digital. Y la fotografía, además de ser una herramienta para registrar momentos personales en la vida de alguien, se convierte en un útil extraordinario para la publicidad, los reportajes de noticias, la ciencia, la política y muchas formas de entretenimiento. Su presencia constante nos ha permitido conocer y ser partícipes de los actos y cambios más significativos de la sociedad local, nacional e internacional.

Primeros fotógrafos callejeros. Fotógrafo de prensa ya en el siglo XX. Henri Cartier-Bresson.

Sin embargo, debemos recordar siempre que más allá de las facilidades proporcionadas por la técnica, la imagen consigue alcanzar nuevos horizontes y expandirse en áreas desconocidas gracias al rol que desempeñan los profesionales de la fotografía, los mismos que han forjado un antes y un después en los registros gráficos de todo el mundo. La forma en que se entendió el acto de fotografiar y sus consecuencias fue creciendo a medida que iban apareciendo nuevos fotógrafos que redefinían lo que implicaba este arte. Sin duda, la fotografía ha experimentado numerosos cambios a lo largo de la historia que han supuesto revoluciones sociales y culturales muy profundas en todo el mundo, un mundo en el que la omnipresencia de la imagen en nuestra vida es inevitable. Inevitable y tremendamente influyente.

El fotógrafo que imprime su punto de vista determina en gran medida, como recuerda Zabaglio, lo que compramos y dónde lo compramos, nos permite experimentar visualmente eventos cerca de nuestros hogares, así como en el otro lado del mundo y fuera de este mundo; ayuda a los científicos a descubrir nuevas teorías, los políticos obtienen nuestro apoyo con el objetivo de su cámara y las imágenes que ahí en ella se registran son la base visual para una comunicación económica personal y social. En las noticias, además, los reportajes fotográficos han sido una poderosa herramienta para que la población sienta el impacto de eventos lejanos como las atrocidades de la guerra, la destrucción por desastres naturales o los ataques terroristas. De hecho, las fotografías de hechos espantosos han cambiado la Historia. Como ejemplo la tomada por Huynh Cong Ut en 1972, que muestra a niños corriendo por un camino después de que su aldea fuera atacada durante la Guerra de Vietnam: se convirtió en un símbolo para el movimiento internacional contra la guerra. Las imágenes de los aviones que chocan contra las Torres Gemelas y las de las personas que se arrojan desde lo alto de las torres se mostraron en todo el mundo y siempre traerán los recuerdos de lo aturdidos que estábamos cuando ocurrió. Ese tipo de fotografías no son solo una grabación visual de un evento; se convierten en nuestra memoria. Y el fotógrafo detrás de la cámara, en el narrador omnisciente de todo ello.

Así comienza el siglo XXI y con él el dominio total del ordenador y el móvil en nuestras vidas. Ahora todos nos hemos convertido en fotógrafos.

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