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El terraplanismo económico latinoaméricano se mantiene | Finanzas | Economía

por Redacción BL
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Negocios en América Latina

En los últimos tiempos se ha hecho popular en redes, un conjunto de personas que proponen la tesis de que la tierra es plana. Con la mejor de las voluntades, en el marco de motivaciones ingenuas y al parecer transparentes, hacen una serie de preguntas sustentadas en el sentido común, que intentan desvirtuar la esfericidad terrestre y otros postulados esenciales de nuestra realidad moderna.

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Un planteamiento de estas características, en un mundo de conocimiento abierto como éste, en el que vivimos, es increíblemente interesante, desde el punto de vista de la teoría del conocimiento y la epistemología.

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A pesar de que la humanidad, a lo largo de siglos de discusión y búsqueda de la verdad, ha acometido desarrollos increíbles en astrofísica, física de partículas, matemáticas, geología, ingeniería aeroespacial y muchas otras áreas, un grupo de personas inteligentes y formadas desde varios puntos de vista, han decidido descartar tan amplias aproximaciones calificándolas de ‘conspiración’, para explicar de manera superficial un fenómeno tan complejo como la esfericidad terrestre, trayendo del pasado hipótesis simples que estuvieron vigentes siglos atrás en la historia de la humanidad.

Este tipo de comportamiento es relativamente común en el ser humano, por lo que podemos encontrarlo también en la ciencia económica y social latinoamericana. El recorrido de la humanidad a lo largo de siglos de pensamiento económico es sustancial.

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Desde que Adam Smith y algunos otros, decidieron en los comienzos documentar el comportamiento observado de la sociedad en materia de oferta y demanda, muchas cosas han pasado y muchas premisas falsas se han esclarecido. Inicialmente, concluimos que los mercados por sí mismos, de forma totalmente autónoma, eran capaces de solucionar las diferentes necesidades humanas, sin embargo, posteriormente, entendimos que la manera en la que se auto-organizaba el mercado, podía conducir a la opresión y explotación de los trabajadores.

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Más adelante, luego de la gran depresión y de las guerras mundiales, nos dimos cuenta de que el Estado juega un rol importante en la economía, en efecto, un tercio del mundo decidió migrar a modelos en los que el Estado tomaba todas las decisiones económicas, mientras el resto de la humanidad, decidió que el Estado y el mercado eran dos cosas que debían estar separadas.

En todo caso, el Estado en estas economías empezó a jugar un rol amplio y mucho más determinante. Mas tarde, en los años 70, entendimos que un Estado grande, intrusivo y sobre todo, irresponsable, puede afectar muy negativamente los resultados de las economías de mercado en vez de mejorarlos y luego, en los años 80, la mayoría del mundo se dio cuenta de que los Estados que reemplazan los mercados y planean de forma centralizada la economía, no dan buenos resultados por lo que decidió homogeneizar en la casi totalidad de las latitudes su rol, centrándolo en actuar como un regulador poco intrusivo y un árbitro que media lo que pasa en los mercados.

En la actualidad sabemos que, para que una sociedad se desarrolle y alcance altos niveles de bienestar, es necesaria la libertad económica en el marco de un Estado que potencia y protege los resultados económicos, garantizando la equidad y el desarrollo igualitario.

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Hemos encontrado que problemas estructurales, como la exagerada acumulación de riqueza y la destrucción del medio ambiente, requieren de ajustes cuidadosos sobre la forma en la que se desenvuelve la economía de mercado. En todo caso, van apareciendo infinidad de tendencias científicas, que proponen maneras de mejorar semejante resultado y de la misma forma que ha sucedido a lo largo de décadas de evolución del pensamiento económico, estas posiciones se han venido apropiando dentro de los paradigmas actuales.

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No obstante, en toda esta masiva discusión que nos ha tomado décadas de aprendizajes, recurrentemente aparecen personas inteligentes que, al igual que los terraplanistas, interpretan los problemas actuales y su evidencia a la luz del sentido común, sin profundizar en la historia y todo el desarrollo científico que nos condujo hasta la realidad contemporánea.

Asumen que toda esta evolución paulatina, que nos ha llevado por guerras, depresiones, crisis mundiales, auges, hiperinflaciones generalizadas; en la que coexisten, entregando evidencia a diario, economías estables, Estados ricos, pobres, fallidos, exitosos; y que todo aquello a lo que nos enfrentamos cotidianamente y que construimos en conjunto, es producto de una oscura conspiración política e ideológica.

Además, suponen que modelos que estuvieron a prueba en el mundo en diferentes momentos de la historia, centrados de un lado, en preponderancia absoluta de la economía de mercado o del otro, en planeación central de la economía y mostraron no funcionar en ningún caso, son mejores que los que tenemos en la actualidad, que iniciativas centradas en políticas de expansión monetaria y aumento en el gasto público generadores de hiperinflaciones y desempleo en diferentes economías, en esta ocasión van a ser exitosas.

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Óscar Berrocal / EL TIEMPO

Lo cierto es que al igual que con la creencia de que la tierra es plana, el mundo y la comunidad científica económica ya conoció, revisó y probó todas estas iniciativas y que independientemente de si quienes las enarbolan nuevamente, conocen en profundidad los casos o no, a lo largo de la historia la humanidad recabó información contundente con la cual podemos concluir, que no son apropiadas para satisfacer las necesidades humanas y mejorar realmente el bienestar de las personas.

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Lo cierto es que, cuando miramos a cualquiera de los países con los más altos niveles de desarrollo, con los más elevados estándares de bienestar, todos ellos tienen una mezcla entre profunda libertad económica, Estados muy eficaces centrados en facilitar el desarrollo, entregar bienes y servicios de carácter público que los privados no pueden proporcionar o que equiparan la mesa sobre la cual la sociedad juega la partida y una profunda rigurosidad en la forma en la que administran las finanzas públicas, optimizando al máximo los recursos invertidos en el logro del bien común.

Por su parte, los países que se han ido por caminos alternos que los devuelven al pasado como Cuba, Venezuela o Argentina, por mencionar algunos, todos ellos, sin excepción, han tenido resultados diametralmente inferiores a los de dichos países desarrollados.

Por lo tanto, si tan clara es la evidencia, si además en diferentes momentos de la historia se han materializado situaciones similares, vale la pena preguntarnos por qué seguimos insistiendo en proponer semejantes modelos para nuestras economías.

Lo cierto es que, estamos situados en la órbita terrestre viendo su curvatura, pero nuestros argumentos siguen sosteniendo que la tierra es plana, en vez de reconocer que lo que tenemos ahora en materia económica y social, es una construcción colectiva que ha madurado a lo largo de los años en el marco de procesos de prueba y error, que no vale la pena intentar devolverse al pasado para cometer los errores que otros han cometido antes que nosotros, que finalmente, lo lógico sería enfilar nuestras baterías hacia el desarrollo, abriéndonos mentalmente a involucrar con agilidad los respectivos cambios que requiere el modelo actual para corregir sus problemas estructurales.

ARMANDO ARDILA
Socio Fundador Teknidata Consultores / Profesor de Estrategia.

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