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Elsa y Elmar, honestidad instintiva en un mundo cerrado – Música y Libros – Cultura

por Redacción BL
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Elsa y Elmar, honestidad instintiva en un mundo cerrado - Música y Libros - Cultura

La artista nominada a los Grammy Latinos 2019 lanzó un nuevo EP, inventó una hotline musical en el proceso y regeneró su relación con su música.

Las canciones de Elsa y Elmar son casi como desenfundar una muñeca rusa dentro de otra. El corazón es una brutalidad sentimental en sonidos pop. La colombiana, que vive hace dos años en Ciudad de México, vivió un intenso proceso de composición y producción en solitario durante el último mes de cuarentena en su casa, del que extrajo Cuatro veces 10, su nuevo corta duración.

Escrito con un espíritu instintivo, el EP encierra las angustias y aires del pasado que atravesaron a la artista durante la cuarentena. Su gata, Gucci, un amor del pasado, la ansiedad y la cotidianidad venenosa del confinamiento hacen parte del nuevo sonido.

Como si se tratara de un nuevo electrodoméstico de televentas, Elsa y Elmar ingenió una ‘línea caliente’ para que sus seguidores pudieran conocer las nuevas canciones al marcar un número de teléfono. “¿Aló? Hola, gracias por llamar. Te habla Elsa, espero que te guste esta canción que es del EP que…”.

¿Cómo apareció esta idea?

Hace un mes y una semana no tenía ni idea de que esto pasaría. Entramos en esta etapa de encierro y para mí fue muy surrealista. Una noche estaba con un insomnio tenaz y me dije: ‘Voy a hacer un EP, no sé cómo, pero lo voy a hacer’. Dije: ‘No le voy a crear expectativas a nadie, ni a mí misma, porque en el momento en que yo pronuncie ‘estoy haciendo esto’ va a estar una presión sobre mí, ni loca. Voy a enfrentar mi mayor miedo, que es producir una canción desde cero’. Cuando lo terminé se lo mandé a mis amigos y a mi equipo. Me decían: ‘¿Usted qué putas hizo?’. De verdad, todos impactados, hasta yo.

Fue como vivir un episodio de histeria…

¡Tal cual! Fue rendirme ante lo que yo me había dicho que no podía hacer y darme cuenta de que sí me fascina producir, que sí tengo una manera de hacerlo. Yo no quería ni hacer música en el encierro, porque no quería utilizarla a mi favor, me parecía oportunista. Pero salió esto y creo que llevarlo a la idea de que fuera un hotline, que la primera escucha fuera de pésima calidad y que empiece a salir de a poquito por YouTube me parece un regalo.

Es curioso porque uno escucha estas nuevas canciones y piensa: Elsa se está encontrando con sus demonios. Hay una canción, Desamarte, en la que parece como si retrocediera todo Eres diamante.

Uff… es retroceder en álbumes, viajar en el tiempo. En Desamarte, yo no quería volver tanto a una relación que fue tan importante —que según yo ya tenía sanada—, pero me empezó a perseguir en esos días y dije: voy a componer una canción que quiero que sea como un freestyle. Cogí el sintetizador que me recuerda a esa persona y el sonido asqueroso que odio, y dije ‘con ese sonido voy a traer a esa persona para hacerle una canción’, y la escribí en cinco minutos.

Cuando solté querer capturar la atención de Colombia empecé a conectar con un público hermoso. Sí, es difícil ganarme el cariño de mi propio país y me da muy duro, pero con lo que tengo estoy feliz.

Estudió musicoterapia en Berklee… Ahora estamos en medio de una pandemia y su música se siente un poco como una terapia. ¿Siempre confía en ese poder sanador de la música o en algún momento la ha decepcionado?

Siempre he confiado en ese poder sanador, eso era lo que la música hacía para mí cuando yo estaba creciendo en mi adolescencia. Lo que aprendí de la musicoterapia fue la generosidad de la música. Aprendí que más allá de los logros personales que te traiga —que son muy bonitos—, la música es para sanar, para dar y expresar.

Una de los referentes más presentes en su proyecto musical es Selena. ¿Qué es lo que la hipnotiza de ella?

Selena me hipnotizó desde que tenía seis años. Mi abuelo tenía una colección de discos y yo me iba allá a encontrar los que me gustaban. Era chistosísimo porque era como Festivalito ruitoqueño de Santander, Trío de tiples y bandolas, y un día me encontré a Selena. Me parece estar viéndome, poniendo ese disco,  escuchando y diciendo ¡qué es eso! Y luego, en el festival de la canción de mi colegio, en Bucaramanga, pues todas cantando Britney y yo escogí cantar Selena (risas). En primera instancia no era el personaje lo que me atraía, sino las canciones y la frescura del sonido bailable. Yo siempre digo que Selena me encanta por esa mezcla de una diva, pero que al mismo tiempo es muy real. Esa es mi meta como artista.

Ha tenido una evolución estética como artista muy notoria en los últimos años. ¿Cómo ha sido esa transformación?

Ha sido una respuesta al crecimiento de mi carrera y de mis posibilidades. Mi gusto, claro, que iba alimentándose de lo que iba viendo y de donde iba viviendo. A medida que ha ido creciendo mi carrera, pues gracias a la vida como artista independiente pude acceder y empezar a construir mundos visuales que ya cada vez reflejaban más mis gustos. El video de Eres diamante, estaba loca por hacer algo así desde Rey (2015), pero no sabía cómo lograrlo visualmente.

Últimamente está muy presente el perreo reivindicado por las mujeres. Algunas veces su propuesta musical ha estado tangencial a esa sonoridad. ¿Qué significa el perreo, es algo trascendental para usted o se trata más de un sonido que le gusta y ya?

A mí me fascina perrear, bailar sola, y me encanta el ritmo del reguetón, crecí con él. Sí es como un tema al que le doy vueltas. Cómo carajos mezclo este ser que por un lado soy, que es sentimental, con este otro ser al que en verdad le encanta perrear y ser súper chistosa. Son como dos personas simultáneas. Creo que al género urbano y al reguetón le hace falta un poco una mujer que hable desde un punto de vista realmente empoderado.

Es curioso porque en su último álbum se siente esa exploración del sonido urbano, incluso del trap. ¿Se sintió juzgada por eso?

No sentí juicio porque gracias a la vida las personas que escuchan mi música siento que me entienden (risas). Me siento muy honrada porque esa honestidad que yo ofrezco da frutos. Sé que hay gente que sabe que si yo estoy haciendo un trap es porque me encanta y también saben que si lo voy a hacer, jamás va a ser uno que hable de la nada, sino que siempre va a tener ese componente de mi honestidad.

Está nominada a los premios Nuestra Tierra 2020 a mejor canción alternativa/rock con Ojos noche (2019). ¿Cómo tomó la aparición en un premio que tiene una onda más urbana?

La separación de géneros y de artistas me parece muy interesante, porque según yo, yo hago pop. Me pareció interesante que me categorizaran y que me escogieran por esa canción en mejor canción alternativa porque yo digo, por ejemplo, Nadie va (2019), que es este trap del disco, dónde lo meten. ¡Ni idea!

Cuando respondió el mensaje para esta entrevista dijo que todo lo que la ayudara a estar cerca de Colombia era “un regalo” para usted. ¿Qué cosas de Colombia quisiera tener más cerca?

Primero, a mi familia. Colombia se ha convertido en mi espacio de sanación y recogimiento; si estoy en Bucaramanga, estoy en reconexión con Elsa Margarita Carvajal, y esa tierra me hace mucha falta. Yo le cogí mucho miedo a Colombia honestamente, de hecho, es el lugar en el que más miedo me da tocar. Me acuerdo que cuando comencé, así como una sardinita asustada, había gente que era muy hater en Colombia. Creo que es porque es un país en el que la música tiene una función muy de fiesta, entonces yo como que no encontraba mi público. Colombia es mi país y como un hijo pródigo quiero volver. Cuando solté querer capturar la atención de Colombia empecé a conectar con un público hermoso. Sí, es difícil ganarme el cariño de mi propio país y me da muy duro, pero con lo que tengo estoy feliz.

KAREN PARRADO BELTRÁN – ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO

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