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Fedesarrollo: medio siglo de influencia en la economía nacional – Sectores – Economía

por Redacción BL
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Fedesarrollo: medio siglo de influencia en la economía nacional - Sectores - Economía


La Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo) cumple 50 años de existencia. La personería jurídica se le otorgó el 6 de agosto de 1970, curiosamente, un día antes de la terminación del período presidencial de Carlos Lleras Restrepo, durante el cual se dio un amplio juego a la naciente tecnocracia colombiana en las entidades públicas, particularmente en el Departamento Nacional de Planeación (DNP).

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La idea original de establecer la Fundación fue de don Manuel Carvajal Sinisterra, líder empresarial del Valle del Cauca, presidente de Carvajal & Cía., exministro de Minas y Petróleos, a principios de los años 50, y de Comunicaciones, en los 60.

Don Manuel, quien había pasado un tiempo en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus iniciales en el inglés), al salir súbitamente del Ministerio de Comunicaciones tras una crisis en el gabinete del presidente Lleras Restrepo, consideraba necesario “influir sobre el desarrollo de nuestro país por medio de la capacitación de quienes lo dirigen, reuniendo a los elementos principales del sector público y del sector privado, y estableciendo una vinculación estrecha entre las universidades y los líderes del Gobierno y la empresa privada”, como se lo dijo a Alberto Vargas Martínez en una carta que le envió el 23 de febrero de 1968.

Para la creación de ese centro, orientado a la promoción del desarrollo económico y social y a la capacitación de dirigentes, don Manuel convocó a un prestante grupo de empresarios de las principales regiones del país, quienes habrían de conformar el primer Consejo Directivo de Fedesarrollo. Entre ellos, a José Alejandro Cortés, Carlos Haime, Jorge Cárdenas Gutiérrez, Jorge Mejía Salazar, Ignacio Betancur Campuzano, Alberto Vargas Martínez y a José Vicente Mogollón.

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Este consejo designó entonces como director ejecutivo de la entidad a Rodrigo Botero Montoya, exalumno del MIT con una trayectoria de servicio público en Colombia, quien se había desempeñado durante los cuatro años como secretario económico del presidente Carlos Lleras Restrepo. Infortunadamente, Manuel Carvajal falleció de manera inesperada en junio de 1971, a los 55 años de edad.

Rodrigo Botero estableció entonces el rumbo que debería seguir Fedesarrollo como un centro de estudios, independiente de partido político alguno y de cualquier grupo de interés económico. Su propósito fundamental era contribuir al examen técnico de la economía con base en la evidencia. Y al presentarse en diciembre de 1970 el enfrentamiento de la cúpula técnica del DNP con el presidente Misael Pastrana Borrero, que dio lugar a su salida de Planeación, Botero les abrió las puertas de la nueva entidad.

El cambio

Llegaron así a Fedesarrollo Roberto Junguito, Guillermo Perry, Antonio Barrera Carrasquilla y Jorge Ruiz Lara, quienes, con María Mercedes Cuéllar y Hernando Gómez Otálora constituyeron el grupo inicial de investigadores de la Fundación. Su primera tarea fue publicar trimestralmente la revista Coyuntura Económica, con la gerencia de María Mercedes, cuyo número uno circuló en marzo de 1971. Yo me vincularía en noviembre de 1971, al terminar una maestría en Estados Unidos y regresar al país. Se me nombró secretario general de la naciente entidad.

Yo me vincularía en noviembre de 1971, al terminar una maestría en Estados Unidos y regresar al país. Se me nombró secretario general de la naciente entidad

Coyuntura Económica fue una flor exótica en la Colombia de 1971. No había, como ahora, la disponibilidad casi inmediata de información sobre el comportamiento de la economía generada en el sector público y el privado. Las cifras y las estadísticas se divulgaban con un retraso considerable. Otras simplemente no se construían.

No se publicaba, por ejemplo, el dato del PIB trimestral, y el del anual tenía un rezago notorio. Era necesario, entonces, acudir a los amigos y funcionarios en las entidades estatales para obtener los datos que sirvieran de insumo al análisis. Eso obligaba a elaborar tablas y gráficas y a redactar los textos sobre la marcha de los sectores productivos, la política monetaria, la inflación, las finanzas públicas, la balanza cambiaria y el comercio exterior. Posteriormente se incorporaría el estudio de los indicadores sociales, particularmente el empleo y los salarios.

Con los borradores de los capítulos de la revista nos sometíamos al examen, tanto en la parte analítica como en la redacción, por parte del director. Muchas veces nos trasnochamos en la casa de Rodrigo Botero, en el barrio Bosque Izquierdo en Bogotá, ajustando el contenido de la publicación. Ahí todos aprendimos a escribir sobre la economía.

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Coyuntura fue una magnífica escuela y Botero, un gran maestro. Andaba, además, con varios ejemplares de la revista debajo del brazo, promoviendo las suscripciones en todas las oficinas que visitaba. Hasta logró que el Congreso suscribiera por un tiempo a todos sus senadores y representantes a la revista.

Con el paso de los meses se vincularon más investigadores –Cecilia López, Alejandro Angulo, Jaime Saldarriaga, Haroldo Calvo, entre otros–. Aparecieron los estudios y las publicaciones. En esa primera época se realizó, por ejemplo, un gran estudio sobre petróleo, contratado por el Banco de la República, que sirvió de base para la formulación de una nueva política petrolera en 1974.

Con documentos elaborados por los investigadores, se comenzó a participar en reuniones gremiales, en eventos académicos y en foros en distintas ciudades del país en los que se presentaban a los empresarios los análisis de la coyuntura económica. Y se organizó el programa Operación Desarrollo para analizar y debatir periódicamente los problemas más importantes del país con funcionarios públicos, empresarios, dirigentes políticos, sindicalistas y miembros de las Fuerzas Armadas.

Momento de expandirse

La edición de libros comenzó con las Lecturas sobre desarrollo económico, que incluyó artículos de los principales economistas del país –Urrutia, Urdinola, Cano, Perry, Ortega, Sarmiento, Low y Junguito–, bajo la coordinación de Hernando Gómez Otálora y Eduardo Wiesner.

A este siguieron las Lecturas sobre moneda y banca. La colección fue ampliándose, año tras año, en diferentes temas económicos y sociales: café, industria azucarera, desarrollo social, salud, educación, economía regional, comercio exterior, historia económica, transporte urbano, distribución de ingresos, reformas institucionales, entre otros.

En 50 años se han editado 153 títulos, la colección de Cuadernos de Fedesarrollo llega ya a 73, y se han publicado 78 documentos de trabajo. A finales de 1989 comenzó a editarse, además, la revista Coyuntura Social para desarrollar indicadores sociales y hacer seguimiento a los programas sociales de los gobiernos. Las dos revistas han publicado importantes investigaciones de numerosos autores nacionales y extranjeros sobre la realidad colombiana.

A principios de los años 80, Fedesarrollo incursionó en el campo de las encuestas de opinión con la financiación de la Fundación Ebert y el apoyo de un instituto alemán de análisis de la coyuntura económica. Surgió así la Encuesta de Opinión Empresarial, que provee una información muy valiosa para el Gobierno, los industriales, los comerciantes, los medios de comunicación y los distintos analistas. A mi paso por la Dirección vinculé a Fedesarrollo a Juan Luis Londoño, quien realizaba todo tipo de ejercicios alrededor de esta encuesta, interesado en comprobar su capacidad predictiva del comportamiento del PIB.

No contábamos con la tecnología de la actualidad, por lo cual trabajaba en papel mantequilla sobre las ventanas de su oficina.

Hoy en día, la encuesta se complementa con la de Opinión del Consumidor, de donde sale el Índice de Confianza del Consumidor, y con la Encuesta de Opinión Financiera, realizada conjuntamente con la Bolsa de Valores de Colombia. Además de las publicaciones digitales, Tendencia Económica, Economía y Política, el ‘Informe sobre el mercado laboral’ y Prospectiva Económica, indispensables para la adopción de decisiones de los sectores privado y público.

El éxito de 50 años

Fedesarrollo ha sido un extraordinario centro de formación de jóvenes profesionales. Desde la puesta en marcha de la entidad, Rodrigo Botero consideró que no habría cabida para el tenure, es decir que no se ofrecerían contratos de trabajo de carácter permanente, lo cual dio lugar a un refrescante reciclaje de investigadores.

La vinculación de las mujeres ha sido trascendental. No solamente han sido investigadoras; se han desempeñado como editoras de las revistas, secretarias generales y subdirectoras de la entidad

Todos hemos pasado un tiempo en la entidad para ir después al Gobierno, al sector privado, a los gremios, a programas doctorales o a las entidades multilaterales. Hay exinvestigadores de Fedesarrollo regados por toda Colombia y el exterior. La vinculación de las mujeres ha sido trascendental. No solamente han sido investigadoras; se han desempeñado como editoras de las revistas, secretarias generales y subdirectoras de la entidad. Alguna ejercerá la dirección en los años por venir.

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Las mujeres han salido también para el Gobierno, han ocupado ministerios, la dirección de Planeación, viceministerios y han sido asesoras del presidente de la República. Otras han ido al Banco Mundial, al Interamericano y a la CAF. Y no faltan quienes, como Rosario Córdoba, ocupen en la actualidad altas posiciones en el sector privado. Hace 15 años se calculaba que “unos 250 investigadores e investigadoras de Fedesarrollo hacían parte de la tecnocracia colombiana”, según registró El Colombiano, el 11 de mayo de 2006. Hoy en día, esa cifra debe de acercarse a las 400 personas.

En 50 años, 12 individuos hemos ocupado la dirección de Fedesarrollo. Rodrigo Botero se retiró en agosto de 1974, al ser nombrado ministro de Hacienda por el presidente Alfonso López Michelsen, y lo reemplazó Roberto Junguito. Dos repitieron en la dirección, Miguel Urrutia y Mauricio Cárdenas. Todos fuimos críticos de los gobiernos y de las políticas económicas, pero mantuvimos buenas relaciones de amistad con presidentes, ministros y funcionarios públicos.

Entendimos bien que de eso se trata el debate civilizado y de altura sobre el manejo de la economía y que no teníamos interés diferente al del bienestar de la sociedad en su conjunto. Y, con la excepción de Guillermo Perry, quien tristemente falleció el año pasado, ninguno entró en la política activa. Algunos ocupan cargos tan altos como la gerencia general del Banco de la República –Juan José Echavarría– o la representación de Colombia en el Fondo Monetario Internacional –Leonardo Villar–. Los viejos hemos dejado de ser protagonistas para convertirnos en espectadores. Y al actual director, Luis Fernando Mejía, le cayó en suerte la dura tarea de manejar la institución en los desafiantes tiempos de la pandemia causada por el nuevo coronavirus.

Un centro de pensamiento

Una función crucial de Fedesarrollo ha sido la de promover y servir de secretaría de algunas de las misiones de expertos convocadas por los distintos gobiernos para estudiar a nivel técnico los problemas estructurales de la economía colombiana. Una de estas fue la de las reformas institucionales cuya ejecución se consideraba prioritaria al iniciarse el siglo XXI.

Esa misión la dirigió el profesor de la Universidad de Harvard Alberto Alesina, buen amigo de Colombia, quien falleció hace unas pocas semanas. En las de la Equidad y la Competitividad Tributaria, de 2015, y la del Gasto y la Inversión Pública, de 2017, Fedesarrollo fue la Secretaría Técnica, en cabeza de Natalia Salazar. Los informes de estas comisiones constituyen un insumo de primera calidad en el estudio de las reformas que abocará el país en los próximos meses y años.

Luego de otro año de existencia, Fedesarrollo tiene un papel fundamental que desempeñar en el futuro cercano. Viene haciendo el trabajo de prospectar y analizar los problemas más agobiantes de la sociedad colombiana para recomendar las políticas para enfrentarlos. Por su experiencia y la calidad de sus investigadores, debería convertirse en el centro coordinador de los estudios que se llevan a cabo en el país en la actualidad, en razón de las múltiples comisiones convocadas por el actual gobierno del presidente Iván Duque –Internacionalización, Empleo, Tributación–, que no deberían resultar en informes aislados, desconectados los unos de los otros, sino en una estrategia reformista coherente y clara.

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Para Colombia es un privilegio la existencia de Fedesarrollo. La institución aporta significativamente al bienestar de su población. Su excelencia es reconocida: es el mejor centro de pensamiento del país y el tercero en América Latina. Merece cumplir 100 años y que la sociedad la apoye para sobrevivir con éxito, como lo logró en sus primeros 50 años.

CARLOS CABALLERO ARGÁEZ – PARA EL TIEMPO

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