En efecto dominó, de forma muy repentina, el fútbol europeo comenzó a derrumbarse. Justo antes de disputarse una nueva edición del ‘Revierderby’ entre Borussia Dortmund y FC Schalke 04, uno de los partidos más emblemáticos del fútbol alemán, la Fecha 26 acabó suspendida. Hubo intención de disputar la jornada sin público, condición en la que Borussia Mönchengladbach y 1. FC Köln jugaron aquel miércoles 11 de marzo un ‘Clásico del Rin’ muy particular: fue el último juego antes de la interrupción obligada del certamen y el primer partido con las tribunas vacías en la historia de la Bundesliga. Las gradas desoladas en el Borussia-Park fueron toda una rareza para la competición con más concurrencia del mundo, con un promedio de más de 43.000 espectadores por partido en los últimos 15 años, según un estudio del CIES. Sin embargo, en aquella semana muy atípica, la liga alemana tuvo que –como la mayoría de las ligas europeas– reaccionar sobre la marcha y poner pausa a la actividad por la crisis causada por el coronavirus.
El avance del COVID-19, con la confirmación de algunos casos positivos y la ola de interrupciones en el continente, patearon el tablero de una organización muy afín del orden y las planificaciones largoplacistas, donde los días y horarios de los partidos son confirmados con tres meses de antelación. La Deutsche Fussball Liga (DFL) se vio obligada a improvisar medidas para proteger de la pandemia mundial a sus jugadores, entrenadores, directivos, empleados, aficionados y otros actores de su círculo.
Pero a un mes de dichos acontecimientos los clubes ya vuelvan tener a los futbolistas en sus instalaciones. Alemania es uno de los países con más casos confirmados –tiene 128.607 y solo está detrás de Estados Unidos (560.532), España (168.522), Italia (157.397) y Francia (133.670)– pero con 3048 muertos y una de las tasas de letalidad más bajas del mundo (2,4%). En ese contexto, la Bundesliga saca a relucir su prolijidad para reactivar una industria castigada, en riesgo, que necesita que vuelva a rodar el balón. El regreso a los entrenamientos es una luz de esperanza mientras se sigue dándole cada vez más forma a un ingenioso plan para reanudar su apasionante campeonato, donde quedan nueve fechas y hay seis puntos de diferencia entre el primero y quinto clasificado.
Ante el golpe de imprevisto y su inmediata sensación de caos, afloraron rápidamente las acciones solidarias. Los clubes de mejor presente económico –FC Bayern München, Borussia Dortmund, RB Leipzig y Bayer 04 Leverkusen– crearon sin titubeos un fondo solidario de 20 millones de euros para colaborar con el resto de los equipos de primera y segunda división. Varios jugadores se redujeron espontáneamente (o en acuerdo con sus empleadores) el salario, otros además lanzaron campañas benéficas externas, y en clubes como el modesto 1. FC Union Berlin, que juega esta temporada por primera vez en su historia en la élite, los jugadores renunciaron voluntariamente a la totalidad de sus sueldos para paliar la crisis. Algunos estadios ya funcionan como centros médicos, hubo donaciones de insumos a hospitales y también de alimentos para los más necesitados.
“Esas medidas individuales y colectivas, como la donación hecha por los clubes que participaron en competiciones europeas o las rebajas salariales de muchísimos equipos hasta que la situación se normalice, ponen de manifiesto la solidaridad que existe la Bundesliga, que siempre se ha caracterizado por la tradición. Al fin y al cabo es la esencia del fútbol alemán, y ahora con el coronavirus los clubes más grandes ayudan a los más pequeños, que van a tener problemas para subsistir porque dependen de los ingresos por los derechos de televisión y de los ingresos de taquilla. Sin fútbol, la insolvencia está encima de la mesa para varios equipos”, analizó para Infobae el periodista español Juanma Romero, quien vive hace seis años en Alemania y trabaja para el sitio de la Bundesliga en Español.
Fueron esas acciones las que disiparon la turbulencia y le permiten a la Bundesliga volver a su habitual postura proactiva. Siempre pionera, sobre todo en el plano tecnológico –fue precursora en el uso del VAR–, ahora se ha convertido en la primera de las cinco grandes ligas de Europa en regresar a los entrenamientos. La gran mayoría de los 36 clubes que componen la primera y la segunda división germana retomaron sus labores este lunes 6 de abril, aunque en escenario diferente al habitual: en pequeños grupos, sin actividades extras, reforzando medidas de higiene para contener la propagación del virus y adaptando sus ejercicios a las medidas de distanciamiento social.
“Entrenamos en grupos, evitamos el contacto físico, se incrementaron las tareas de limpieza y desinfección en las zonas comunes, ya no nos damos la mano entre compañeros. Los entrenamientos son todos a puertas cerradas y las entrevistas con la prensa se realizan por videoconferencia. Se extraña el partido, el reducido en los entrenamientos. Pero en estos momentos la prioridad pasa por mantener la distancia y evitar los contactos físicos entre compañeros”, cuenta en diálogo con Infobae el futbolista venezolano Sergio Córdova, de 22 años, quien llegó al FC Augsburg en julio de 2017 tras un brillante subcampeonato en el Mundial Sub-20 con la Vinotinto.
A grandes rasgos, las entidades han tomado las mismas medidas: cada jugador tiene que ducharse en casa y los eventos comunitarios, como el desayuno y el almuerzo, se cancelaron. “Voy a entrenar en mi auto, eso es normal. Llegamos justo para entrenar, 15 o 20 minutos antes, y nos vamos apenas termina. Entrenamos en grupos de a cinco jugadores y todos nos cambiamos en un vestuario distinto, así que no hay contacto. Recién nos encontramos dentro de la cancha y hacemos todos ejercicios en los que se respeta el metro y medio de distancia. Son todos ejercicios de velocidad, circuitos de pases, definición, todo en lo que no haya duelos uno contra uno. Antes era habitual tomar mate antes o después de los entrenamientos, ahora ya no se hace más. Tampoco nos duchamos en el club”, detalla el argentino Mateo Klimowicz, de 19 años, quien juega actualmente en el VfB Stuttgart.
Según el diario alemán Bild, todo apunta a un regreso el próximo viernes 9 de mayo, con estadios a puertas cerradas y los hinchas confinados en un país que de momento prohíbe todos los eventos públicos. Habrá una reunión trascendental el próximo 17 de abril entre los directivos de la DFL y de los clubes para definir si es posible que el balón vuelva a rodar el segundo fin de semana de mayo, lo que convertiría al campeonato germano en el primero en Europa en volver a la actividad tras el paro forzoso. Son 163 partidos entre las dos principales divisiones, repartidos en ocho semanas. Para completarlos antes del 30 de junio, incluyendo también los partidos de promoción que definen uno de los tres cupos de ascensos y descensos, habrá lógicamente partidos a mitad de semana.
Sobre el plan específico de retorno ya habló Christian Seifert, director ejecutivo de la Liga Alemana de Fútbol (DFL), en diálogo con The New York Times: “La Bundesliga estima que se necesitarán 240 personas, incluidos jugadores, entrenadores y personal médico, árbitros y personal de producción para cada juego. Se ha establecido un grupo para diseñar un plan de higiene para el entrenamiento y los juegos”.
Esto habla de reducir al mínimo e indispensable a los implicados, teniendo en cuenta que aquel juego a puertas cerradas entre Gladbach y Köln contó con presencia de 600 personas. Los medios locales hablan de 126 personas dentro del campo de juego, entre las que se encuentran los equipos, con solo ocho integrantes del cuerpo técnico y un médico por lado. Además, en la gradas, unas 113 personas incluyendo 30 periodistas. Solamente se dispondrá de cuatro recogepelotas, en lugar de los 12 que hay habitualmente. No habrá invitados VIP ni empleados del club sin alguna función asignada. No se venderá comida ni bebida y fuera del estadio habrá unos 50 agentes de seguridad privada para evitar aglomeraciones de fanáticos.
“Creo que la temporada en Alemania se va a terminar, espero desde mayo a finales de junio. Los clubes de la Bundesliga y 2. Bundesliga deben reunirse para ver los pasos a seguir pero el rumbo lo marca el gobierno. Los dirigentes han manifestado que la intención es terminar la temporada porque todo lo que no sea eso es un problema serio, hay muchos equipos que corren riesgo de desaparecer. Si no terminara la temporada habrá un problema grande para algunos clubes con dificultades económicas”, aporta Juanma Romero.
Se estima que si el torneo no se completa, las pérdidas serán de hasta 750 millones de euros. Esto pone a la mitad de los equipos de la segunda división, e incluso a unos cuatro o cinco clubes de la máxima categoría, al borde de declararse en bancarrota. En parte esta enorme dependencia de los ingresos de televisión que tienen los clubes en Alemania se debe a que evitan el protagonismo de las inyecciones económicas y los grandes inversionistas como en la Premier League inglesa o la Ligue 1 de Francia, donde magnates extranjeros y jeques multimillonarios sostienen las estructuras de sus clubes. En la Bundesliga existe una regla conocida como “50+1”, que establece que más de la mitad de las acciones deben pertenecer a los socios y los inversores externos sólo pueden hacerse con hasta un 49% del club.
“Por el momento, todos estamos luchando para sobrevivir. Pero mientras yo sea el director ejecutivo de la Bundesliga, nadie debatirá sobre la regla del 50+1 en medio de la crisis por el coronavirus”, enfatizó Seifert al diario neoyorquino, defendiendo el lema de su organización: ‘El fútbol como debe ser’.
“Nosotros queremos jugar, y estamos preparándonos para terminar la temporada. La decisión de cuándo y cómo va a continuar la debe tomar la DFL”, manifestó Sergio Córdova, quien cree que después de esto se va a “valorar mucho más la libertad y las pequeñas cosas diarias, como volver a jugar con público y entrenar a puertas abiertas”. “Ver todo el mundo del fútbol parado es triste no solo para los que jugamos sino para todos. En Alemania se dice que se va a terminar y lo más probable es que se termine”, agrega Klimowicz. Y no solo los futbolistas sueñan con volver: un sondeo realizado por el instituto de encuestas Forsa en nombre de cadena de televisión RTL mostró que el 60% de los aficionados están a favor de retomar los partidos a puerta cerrada en mayo próximo. Solo un 24% se manifestó en contra. Por el momento, se trata tan sólo de planes que dependen de muchos factores externos, pero el operativo para activar la maquinaria está en marcha.
Son tiempos muy difíciles para el deporte. A diferencia de la crisis que generaron las dos guerras mundiales, el coronavirus golpea a un fútbol que esencialmente ya es más una industria multimillonaria que un juego. Cada minuto que pasa es dinero perdido y las consecuencias podrían ser mayúsculas. La FIFA ha comunicado que “la salud es lo primero” y que “sería más que irresponsable forzar que las competiciones se reanuden si las cosas no son 100% seguras”. Además la última palabra la tendrá el gobierno alemán. La canciller Angela Merkel dijo que la situación es “frágil” y tienen previsto analizar los pasos a seguir con los gobernadores de los 16 estados del país. No obstante, esto no quita que, mientras en las otras grandes ligas europeas reina la incertidumbre y hay intereses cruzados entre los clubes y los sindicatos de los jugadores, en la Bundesliga tienen los objetivos claros. Sus partes muestran cohesión para conseguir la reanudación del fútbol.