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Las (ya no tan) benditas redes sociales

por Redacción BL
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(Foto: Cortesía)

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Hay señales de que algunos personajes clave de la 4T están malgastando su capital político en las redes sociales. Al final, no es lo mismo construir una narrativa electoral que una gubernamental. En la primera hubo un enemigo con características de personaje de ficción (los poderosos, los de arriba, los corruptos, los tramposos) que, al tener una dosis de ambigüedad identitaria, nadie tenía la obligación de defender; los antagonistas de la 4T fueron ocasionalmente encarnados en gente real, como Carlos Salinas y más recientemente Felipe Calderón; pero fue más redituable, desde la perspectiva didáctica, agruparlos en colectividades que encarnan agravios al pueblo, como el “prian”.

Con agudeza, y en no pocas ocasiones con razón, AMLO construyó la identidad de su movimiento basándose en lo que no quería ser. Sin embargo, la narrativa desde el espacio de poder no puede descansar en la misma base.

El presidente descubrió, a la mala, que responsabilizar de los problemas sociales a los poderosos que antaño le servían de ejemplo estaba desgastando su imagen. Y era predecible: después de tantos años construyendo argumentos sobre los que gobernaban mal, ¿no sabía que iba a encontrar ejercicios de mal gobierno luego de entronizarse? ¿No fue elegido justamente para cambiar eso? López Obrador y su equipo corrigieron esta postura, no sin algunos tropezones, pero muchos de sus afines mantuvieron la inercia y pueden terminar socavando la imagen del proyecto. Es ahí donde entran los exabruptos de Beatriz Gutiérrez Muller, la esposa del presidente, y el community manager de la Fiscalía General de la República.

Beatriz Gutiérrez indudablemente erró al responder de forma desproporcionada y pueril un señalamiento de otro notable en Twitter, Alejandro Hope. Columnista en El Universal, asesor de Margarita Zavala cuando ésta buscaba la presidencia y miembro del equipo de transición que Vicente Fox organizó luego de ganar las elecciones, Hope mantiene una postura crítica constante hacia las acciones en materia de seguridad pública del Gobierno de López Obrador. Curiosamente, la reacción de Gutiérrez vino luego de un tuit con una pregunta si bien no inocente, inocua: “Sin invitados, ¿cuál es el sentido de dar un discurso en el patio de Palacio Nacional? ¿Por qué no hacerlo en su despacho?”

A posteriori, se pueden plantear respuestas hipotéticas: porque se ahorraban la presencia del equipo de iluminación, porque hacerlo en el despacho implicaba una aglomeración innecesaria en el contexto del Covid-19… si Gutiérrez hubiera contestado en esta tónica, muy poca gente le habría dado importancia. Y si no hubiera contestado, nadie le reprocharía su inacción. Pero decidió responder: “Cuando usted se postule y triunfe, lo puede hacer desde su oficina”. En perspectiva, parece absurdo: Hope lleva más de un año señalando lo que considera malos resultados del gobierno actual en su columna y en la radio, sin respuestas, y cuando alguien del círculo cercano al presidente decide replicar, ¿responde esto?

Como era predecible, Gutiérrez recibió críticas; y como era predecible, fue objeto de agresiones en Twitter, muchas de las cuales están arropadas por esa complicidad tácita que la red social muestra con los supuestos usuarios que sólo se activan para agredir. Gutiérrez los llamó “bots” en un reproche que le hizo a Twitter un día después: “Hola @TwitterLatAm, buenos días. Tus políticas de no agresión entre usuarios fallan. Los #bots que te mantienen cotizando en la bolsa siguen desatados. Vamos, yo sé que sí puedes evitar la violencia, y sobre todo, la violencia de género». Es importante aclarar que no todas las agresiones llegaron de bots, sino también de sock puppets (les llaman así en inglés por la frecuencia con la que su foto de perfil es un muñeco hecho con un calcetín). Los bots responden a un patrón de automatización masiva; sock puppets con frecuencia son usuarios que no revelan su identidad para poder agredir sin consecuencias.

Lo que sorprende es el cambio en el discurso: para AMLO las redes sociales son “benditas” porque fueron una herramienta que le permitió llegar a su base, la que le dio la presidencia; como muchas investigaciones han revelado, los bots fueron usados para fortalecer su campaña. Sin embargo, para Gutiérrez estos bots le dan soporte a una operación que le permite a Twitter cotizar en la bolsa, con la sugerencia implícita de que se trata de un modelo reprobable. Si Gutiérrez tiene o no razón, es tema de otro espacio, pero hay consistencia en el hecho de que los usuarios de Twitter crecen en procesos electorales y caen cuando estos culminan. Para muestra un botón: en junio del 2018, Twitter reportaba en México, según ComScore, 4.26 millones de usuarios desde PCs; en febrero de 2020 reporta 2.5 millones. Un ejemplo más es la tendencia de Twitter en Brasil, según ComScore y bajo el mismo criterio que México, luego de las elecciones donde Jair Bolsonaro obtuvo la presidencia:

Es aquí donde encaja la respuesta del o la community manager de la Fiscalía General de la República a Araceli Benítez, una usuaria que criticaba el mensaje que AMLO dio el domingo 5 de abril del 2020. Benítez tuiteó: “Tengo ganas de llorar. No esperaba nada bueno de él, pero es muy triste que haya confirmado una vez más lo que siempre advirtieron los analistas: Andrés Manuel López Obrador es un peligro para México”. Desde la cuenta de la fiscalía respondieron: “El peligro para México son personas como tú, sin un gramo de inteligencia”. El escenario más inofensivo posible es que el CM de la fiscalía, por pura convicción, quiso responder desde su cuenta personal y se equivocó al elegir la de la fiscalía. Sin embargo, se abrió el espacio para una especulación preocupante: ¿el Gobierno paga bots o sock puppets para agredir y hostigar a quienes tienen posturas críticas?

Muy probablemente la 4T, y varios de sus protagonistas, tendrán que entender, de nuevo a la mala, que la realidad de las campañas se fue para siempre. La narrativa de los poderosos contra el pueblo ya no funciona, porque los que gobiernan, por definición, son poderosos. Los poderosos de aquella campaña, más un tópico que personas, no responden ni tienen apoyo; enfocar las baterías en ciudadanos críticos de la actualidad es un riesgo, porque estos son reales y la disputa es desproporcionada: la simpatía popular, por el simple efecto de apoyo al débil o underdog effect, se irá hacia los ciudadanos. Ese apoyo masivo que en el pasado tuvieron en Twitter cuando se trataba de criticar a los antagonistas no volverá más porque los usuarios de hoy no son los mismos. En estricto sentido, muchos de los que antaño apoyaron quizá nunca existieron.

*Market Lead de MSN México

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