El año de Omar Pérez en su regreso a Santa Fe no ha sido fácil. El volante argentino volvió con la ilusión de seguir ganando títulos y ser importante en la campaña cardenal, como lo fue en su primer ciclo como cardenal. Y aunque tuvo minutos en el primer semestre, una lamentable lesión lo dejó afuera el resto del año, es por eso que el equipo bogotano decidió no inscribirlo para el segundo semestre.
El ídolo de las nuevas generaciones cardenales sigue trabajando en su total recuperación y ha estado muy cerca del plantel que está a disposición del técnico Harold Rivera, para respaldar a sus compañeros y aconsejarlos, con su experiencia, para salir del mal momento e impulsarlos anímicamente a la hazaña de clasificarse a los cuadrangulares en la Liga II.
Su regreso a las canchas no solo es un deseo personal del argentino, también de los aficionados albirrojos que sueñan con verlo una vez más defendiendo la camiseta santafereña con el número ‘10’ a su espalda. Sin embargo, solamente Omar, así como los dirigentes cardenales y el cuerpo técnico, definirán su situación para 2020, pues Pérez termina contrato a final de 2019 y no se conocen detalles sobre una su posible renovación.
Sin embargo, mientras se conoce su futuro deportivo, hasta cuando quiera mantener su carrera deportiva, e incluso un posible partido de despedida, Omar Pérez afronta por estas épocas tres retos que alegran su vida.
El más importante es que fue padre por cuarta ocasión, Mateo Román nació hace unas semanas y se convirtió en el cuarto hijo varón del argentino, algo que lo tiene motivado. Además, alterna dos negocios que mezclan dos de sus pasiones: el fútbol y la comida.
En Chía, Pérez tiene una academia de fútbol para niños llamada ‘OP10’, que ha tenido gran acogida; además tiene un exclusivo restaurante donde el fuerte es la parrilla argentina, llamado ‘Santiago del Estero’, en homenaje a la ciudad en la que nació.
