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Maestra lidera programa de protección para 900 hectáreas de manglar

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Una maestra de la comunidad de Mangaña, en el Consejo Comunitario de La Plata, Bahía Málaga, en Buenaventura, creó Fuvipia, una fundación de 21 mujeres piagüeras que empezaron a hacer la extracción de este molusco de forma sostenible y así protegen 900 hectáreas de manglar. Con ayuda de CVC y Conservación Internacional ahora están perfeccionando un acuerdo que les permita consolidar su iniciativa.

Se llama María de Jesús Paz Quiñones y consciente de que esa delicia gastronómica del Pacífico llamada piangüa puede agotarse, convenció a las mujeres de la comunidad que extraen el producto a autoregularse.

Desde hace poco más de dos años usan el ‘piangüimetro’, una regla con la que miden los moluscos y devuelven a su medio las que no tengan más de cinco centímetros. Ya han percibido el impacto.

“Aunque no hemos protocolizado el acuerdo, las familias ya están dejando las piangüas chicas en el manglar. Hoy, una familia va y donde antes casi no hallaba piangüa hoy encuentra más, porque esa piangüa chica que se dejó antes ya ha crecido. Eso muestra que si ha aumentado y ha mejorado en gran manera el restablecimiento del recurso”, asegura con orgullo la señora Paz Quiñones.

El acuerdo prohíbe además dañar las raíces del manglar cuando se busca el molusco, así como dejar basuras en los sitios de extracción. Con esto se están protegiendo 900 hectáreas de bosque de manglar en la zona de Bahía Málaga, un área protegida del Distrito Regional de Manejo Integrado de La Plata declarado en el 2012. La CVC da fe de los resultados.

“Cuando ellas iniciaron, algunos de sus esposos cortaban manglar para la leña, hoy no lo hacen porque ellas no los dejan. Además se ha podido sacar a la gente foránea que llegaba la zona a extraer piangüa y dañaban el ecosistema”, dice el biólogo Edward Sevilla coordinador de la Unidad de Gestión de Cuenca Bahía Málaga, bahía de Buenaventura, de la regional Pacífico Oeste de la CVC, desde donde se les ha apoyado con asesoría y acompañamiento.

Estas mujeres pidieron el apoyo de Conservación Internacional. “Fue muy interesante porque es una de las comunidades que se ha acercado directamente a nosotros y nos dijeron ‘queremos conservar, queremos hacer parte de las iniciativas de Conservación Internacional’. Les dijimos que en ese momento no teníamos recursos y respondieron ‘¡No importa! Empecemos sin recursos y vamos mirando cómo vamos trabajando’, entonces demostraron una gran capacidad y un gran compromiso con la conservación”, relata Laura Jaramillo Segura, coordinadora del Programa Marino de Conservación Internacional Colombia.

La CVC les ayudó en el diseño del acuerdo que ahora tanto Fuvipia como Conservación Internacional y la Corporación están perfeccionando y con el que tendrían recursos para compensar lo que dejan de percibir por autoregularse. Además tendrían promoción y divulgación de su labor, asesoría y apoyo para evitar que personas ajenas exploten el área que protegen, entre otros aspectos. Al acuerdo incluso se podrían sumar personas y empresas privadas que lo apoyen a través del esquema BanCO2-CVC.

Para esta maestra, además del ambiente y la sobrevivencia de estas familias, el acuerdo tiene otros beneficios: “soy una convencida de que en la medida de que los padres y madres mejoren su calidad de vida el rendimiento académico de los niños va a ser excelente”, dice con una sonrisa.

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