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Modelos webcam en la pandemia – Cultura

por Redacción BL
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Modelos webcam en la pandemia - Cultura

A través de múltiples páginas en internet, hombres y mujeres ofrecen un servicio sexual de pago: pornografía en vivo, pero sin contacto físico. Una actividad que parece inmune al coronavirus.

Dos mil usuarios pueden estar conectados al mismo tiempo observando y ‘tokeando’ a Xialex Bordeous, MiaDuval o a cualquiera de los cerca de cuarenta mil modelos webcam colombianos –en su mayoría mujeres– que, según los empresarios de esta industria en el país, están hoy activos en los miles de plataformas webcam que hay en el mundo.

Con cada token, los usuarios añaden a los perfiles de sus webcamers favoritas cinco centavos de dólar que, al final de un turno de seis horas, pueden traducirse en 150 dólares en un día. Mil en una semana. Cuatro mil en un mes. Todo depende de la popularidad de cada modelo.

El ‘modelaje’ webcam es una actividad sexual paga que llegó al país como una de las islas flotantes de la industria del entretenimiento para adultos. Consiste en desnudarse para un cliente –o muchos– en una sesión virtual. Un striptease digital en el que los niveles de desnudez dependen de lo que el o los usuarios estén dispuestos a pagar y la modelo, a mostrar o hacer.

Hay estudios adonde los y las modelos se han ido a vivir para aprovechar esta suerte de ‘subienda’ de la demanda

Como no hay contacto físico, quienes están en este negocio no se consideran parte del mundo de la prostitución, pero es pornografía en vivo, vía internet y personalizable.

El asunto es que el confinamiento por la covid-19 ha disparado este negocio y hoy, tanto en Medellín como en Cali y Bogotá, hay estudios adonde los y las modelos se han ido a vivir para aprovechar esta suerte de ‘subienda’ de la demanda, y trabajar en condiciones óptimas, de estudio, la mayor cantidad de horas posibles. Los estudios son casas adecuadas con varias habitaciones para que las modelos transmitan por turnos de seis a siete horas, aproximadamente.

También hay modelos que trabajan desde sus casas, como independientes, y con mucho éxito. Aunque en ambos casos es necesario usar una plataforma web que les permita monetizar su trabajo.

No es algo nuevo

Los primeros estudios nacionales dedicados a este negocio se instalaron en Cali y Medellín a finales de los años 90, y desde entonces el negocio no ha hecho otra cosa que desarrollarse.

Hoy, según dicen los que conocen esta ‘industria’ desde adentro —empresarios, mánager y modelos—, Colombia es la segunda potencia mundial en difusión de contenidos webcam del mundo, después de Rumania. Aspirar a cifras oficiales es algo imposible en este universo paralelo.

“La mayoría incursiona en esto por el dinero, eso es claro, pero también hay un componente psicológico, y es que a muchas les gusta sentirse admiradas, sentirse atractivas y deseadas; hay un goce, un placer que va más allá del dinero”, dice Juan Bustos, uno de los empresarios colombianos pioneros del modelaje webcam, y que está en este mundo desde inicios de la década del 2000.

Pero este es un negocio con muchas capas, con muchas sutilezas. “Todo el mundo cree que esto se trata de sexo, y punto. Y sí, en parte importante lo es, pero el momento en el cual uno realmente tiene un cliente en este negocio es cuando ese cliente se enamora de la modelo o de su manera de expresarse ante la cámara”, explica Andrés Clavijo, un empresario webcam de 28 años que tiene un estudio en Medellín.

“Es más un performance, añade Clavijo. Mientras que algunas de las modelos consultadas señalan que más que desnudarse, se trata de lograr una conexión emocional fuerte con el usuario, en lo cual, dicen, la inteligencia emocional juega un papel importante.

La industria local calcula que en el país hay unos seis mil estudios, y que casi la mitad de ellos están en Medellín. Al tiempo, entre sus números ronda la cifra de que los modelos colombianos son el 30 % de la cuota de modelos webcam mundial.

La mayoría incursiona en esto por el dinero, pero también hay un componente psicológico, y es que a muchas les gusta sentirse admiradas; hay un goce, un placer que va más allá del dinero

Aunque su actividad económica no está especificada en las normas colombianas, los estudios webcam no son ilegales y han encontrado la manera de insertarse en la reglamentación existente. Operan insertos en el código 6010 de la Dian, el de las “actividades de programación y transmisión en el servicio de radiodifusión sonora”.

Y lo que transmiten es un asunto privado entre la persona que emite y quienes pagan por ver ese show, apunta Clavijo. Añadiendo que ese espacio puede ir desde coquetear con los clientes y mostrar parte del cuerpo “hasta masturbarse con un dildo”.

Un cuarto bien decorado e iluminado, un computador con una tarjeta de vídeo potente, una buena cámara web y un teclado y un mouse inalámbricos componen el ajuar básico de una habitación webcamer. Pero eso es lo básico, lo que no garantiza absolutamente nada. Donde se juega todo, dicen los que conocen este negocio, es en el talento para la actuación, la imaginación y el marketing.

Arma de doble filo

“Es fundamental tener una personalidad definida. ¿Usted es una modelo romántica y delicada, o es una mujer agresiva, bontage, látex? Hay que armar un cuento”, explica Xialex Bordeous, una modelo webcam top de Medellín que tiene 25 años y lleva seis en el gremio.

Y añade un detalle muy importante: “Lo explícito es un arma de doble filo, porque cansa rápido a los usuarios”. En otras palabras, la clave no solo está en lo físico, sino en la capacidad de construir un personaje y un performance.

“La gente cree que es sentarse ahí y ser bonito, pero no. ¡Es ser alguien!”, agrega Clavijo.

Por eso, entre las tendencias que han surgido en los últimos años en el mundo webcam nacional está la de la profesionalización del oficio, lo que para algunos significa no solo aprender inglés, sino tomar clases de instrumentos musicales, maquillaje, expresión verbal y corporal, etc.

“Para lograr entretener al usuario, la modelo hace shows, canta, se ríe, pinta, cuenta una historia, coquetea, seduce… Se convierte en una especie de geisha. La webcamer sería una geisha del siglo XXI, pero prostituta jamás”, puntualiza Juan Bustos.

MiaDuval le contó a EL TIEMPO que el día que se cumplió un mes de confinamiento en Colombia se ganó dos millones de pesos en solo una semana, transmitiendo desde su casa entre cinco y seis horas diarias.

Empezó en el gremio en 2016, en Bogotá. “No sé si fue suerte de principiante, pero me fue muy bien y me gustó”, dice. Desde entonces ha hecho una carrera hasta convertirse en una modelo top que trabaja desde su casa en Medellín.

Pero el suyo es un caso de éxito que no necesariamente es la norma. Por físico, timidez, falta de carisma o porque no logran trasmitir ni conectar con los usuarios, muchas personas fracasan en este negocio, señalan los empresarios de este sector.
También es un mundo cada vez más competido. “En este momento hay un boom de chicas del área de la prostitución que se están volcando a la webcam”, anota Bustos. Un fenómeno disparado por la pandemia.

No obstante, Bustos asegura que esta competencia extra no ha afectado la facturación de las modelos y confirma que “algunas están haciendo más dinero por el tema del confinamiento”.

Un auge global

Según reportó al mundo la Agencia France-Presse, varios empresarios colombianos de este negocio hablan de un aumento del 30 % en la demanda de este servicio. Y la cifra coincide con otro dato suministrado por esa agencia, cuando cita a Christophe Soret, portavoz de CAM4, en Francia, una de las páginas más visitadas del sector, y quien afirma que el número de usuarios en todo el planeta subió 33 % en el último mes, con un promedio de 18 millones de visitas diarias solo a su plataforma.

A lo que MiaDuval suma el factor cambiario, pues la llegada de la pandemia ha significado más ingresos por cada token, en vista de que la moneda de pago es el dólar y hoy está por encima de los 3.900 pesos colombianos.

Pero no todo es ganancias y placer en este trabajo. Hay partes muy duras. Para comenzar, tanto Xialex Bordeous como MiaDuval señalan que es un trabajo muy exigente desde el punto de vista físico, y puede ser extenuante. Y otras modelos sostienen que la parte más difícil es la emocional.

“Trabajar en esto cansa física y mentalmente porque las modelos tienen que fingir sus emociones. Yo no puedo sacar a una pelada que esté triste y que no sea capaz de ocultarlo. ‘No, para la casa’ ”, cuenta Clavijo. Una realidad que las modelos consultadas por este diario ratifican: hay que barrer las emociones bajo la alfombra, por duras que estas sean. De lo contrario es imposible trabajar bien.
Lo otro, dicen, es que se trata de un gremio muy competitivo y que el clima laboral no es siempre el mejor, por las “envidias” que hay entre las modelos.

Trabajar en esto cansa física y mentalmente porque las modelos tienen que fingir sus emociones. Yo no puedo sacar a una pelada que esté triste y que no sea capaz de ocultarlo. ‘No, para la casa’

Lo que impulsa este negocio

Para el profesor Carlos Mario Cano, psicólogo, magíster en ciencias políticas y doctor en ciencias humanas y sociales de la Universidad Pontificia Bolivariana, en este fenómeno social convergen varios factores.

“Las modelos webcam no llegaron a nuestro contexto sin que antes no se transformara un imaginario colectivo, y es la intimidad. Y los que abrieron la brecha fueron los realities, porque mostraron que la vida cotidiana era un contenido que se podía vender y masificar”. A lo que se suma, dice, que “la estética porno ya está blanqueada, o incluso sublimada, en nuestra sociedad: está presente en los vídeos musicales, en la moda, en la práctica del pole dance como actividad física… en muchos campos”. Y es que través de su difusión digital, a escala masiva, “el porno ha logrado que naturalicemos muchas de sus prácticas”.

En esto coincide Rubiela Arboleda Gómez, antropóloga, magíster en problemas sociales contemporáneos, doctora en estudios sociales y docente de la Universidad de Antioquia: “La informática ha cambiado estructuras de pensamiento que no necesariamente pasan por los códigos morales de bien y mal que hemos tenido tradicionalmente. Se han naturalizado muchas prácticas antes sancionadas socialmente”.

Un punto en el que sin duda influye la fuerte penetración de la cultura digital, especialmente en las nuevas generaciones.

Ahora, Cano pide no perder de vista el factor socioeconómico como impulsor de esta industria. “Tenemos una generación de jóvenes que tienen unas condiciones socioeconómicas muy particulares, que cada vez tienen menos acceso a la universidad y que si tienen la suerte de trabajar, lo hacen en condiciones muy precarias. Y son las mujeres las que están en la cola de las oportunidades laborales”.

Basta señalar que el desempleo entre los jóvenes de 14 a 28 años en Colombia fue 18,7 % entre diciembre del 2019 y febrero del 2020, con una tasa del 25 % para las mujeres. Y el último reporte del Dane para el conjunto de esta franja de edad, a marzo, ya habla de una tasa del 20,5.

También existe el peligro de las extorsiones y acosos por la viralización de alguno de sus videos

Los empresarios webcam defienden su negocio asegurando que se trata de una actividad voluntaria, entre mayores de edad, que no pone en riesgo a las modelos, que opera sin explotación ni proxenetismo y constituye una fuente de trabajo rentable. Pero la falta de control y regulación de esta actividad comercial se presta para vulneraciones, por ejemplo, en los pagos.

También existe el peligro de las extorsiones y acosos por la viralización de alguno de sus videos. De hecho, muchas modelos dejan sus redes sociales abiertas con sus nicknames de girlcam visibles, pues así se blindan de extorsiones y del bullying, que ya causó un suicidio en Medellín, en el 2017. Lo otro es que hay ‘estudios’ que funcionan como fachadas para negocios de prostitución.

Sin pretensión de juzgar moralmente, la profesora Arboleda dice que hay que dejar a un lado los “eufemismos” y entender que esto es un negocio que se basa en “la explotación económica del cuerpo –femenino o masculino–, porque hay mediación del dinero, y se vive de eso”. Y añade que el hecho de que no exista contacto físico, que todo sea a distancia y eso lo haga más cómodo, no cambia en nada lo anterior.

Pero con dos mil usuarios conectados al tiempo y miles de dólares al mes, nada indica que este negocio, con entrañas todavía muy debatibles y que se sofistica cada vez más, vaya a desaparecer. Todo lo contrario.

KAREN PARRADO BELTRÁN
ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO*

Fuente de la Noticia

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