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recuerdos de las gestas en Bogotá

por Redacción BL
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recuerdos de las gestas en Bogotá

El 12 de diciembre de 1982, América ponía en su escudo la segunda estrella de la Liga colombiana, con dos fechas de anticipación, ante un encopetado Millonarios, en la propia casa del equipo embajador.

Ocho años después, en 1990, la víctima de los ‘Diablos’, en el majestuoso estadio El Campín de Bogotá, sería Independiente Santa Fe.

Los dos títulos, de los 14 que tiene el América, llegaron de la mano del médico Gabriel Ochoa Uribe, fallecido el 8 de agosto de este año, y quien, paradójicamente, también vistiera de gloria a Millonarios y Santa Fe.

Bogotá siempre ha sido vista como la segunda casa de los ‘Diablos’, no solo porque allí han obtenido campeonatos, sino porque el acompañamiento de la hinchada en El Campín es masivo, con la presencia de barras oficiales del elenco escarlata.

Este domingo (6:00 p.m.), América tendrá la posibilidad de alzarse con un nuevo título en el escenario capitalino, la estrella 15, a expensas de Santa Fe, que saldrá seguramente a arrollar a los dirigidos por el argentino Juan Cruz en busca de la remontada.

En el duelo de ida, los americanos estuvieron por encima de los santafereños con un juego contundente y efectivo que se tradujo en un 3-0 en la pizarra, con goles de Yesus Cabrera, Duván Vergara y Santiago Moreno.

Esta vez, por efectos de la pandemia del coronavirus, ni ‘Diablos’ ni ‘Cardenales’ tendrán el aliento de su hinchada en El Campín, pero ambos equipos lo dejarán todo en la grama en los 90 minutos restantes de esta final.

El tumaqueño Juan Caicedo, autor del gol que en 1982 le dio el título al América contra Millonarios, y el ibaguereño Sergio ‘Checho’ Angulo, artífice del tanto por el campeonato contra Santa Fe en 1990, recuerdan sus gestas en El Campín.

“Fue mi gol 150 y significó un título”
“Contra Santa Fe, en ese campeonato de 1990, nos servían dos resultados, la victoria o el empate, para ganar el título. Comenzamos ganando y después Santa Fe nos igualó (1-1), pero en el juego en general no pasamos mayores afugias.

Ese gol que le marqué a Santa Fe fue muy importante en mi carrera. Significó mi gol 150 como jugador profesional y, de paso, el título del América.

Lo paradójico de la situación es que yo sufrí un desgarro en la cara posterior del muslo derecho arrancando los cuadrangulares en Bucaramanga, y me dijeron que no había posibilidades de jugar más en la temporada.

Pero yo estaba solo a dos goles del ‘Pipa’ de Ávila —compañero en la delantera del América— por el botín de oro, y le di a la terapia con todo. Tenía la certeza y la fe en Dios de que me iba a recuperar para seguir jugando.

Antes de jugar contra Santa Fe en El Campín de Bogotá, América enfrentó a Nacional en el Pascual, si ganábamos éramos campeones, pero empatamos 1-1 y viajamos a la capital en busca del título.

El día sábado, previo al partido contra Santa Fe, me hicieron una prueba y sentía una leve molestia, pero pasé. El médico Gabriel Ochoa dio el orden del cobro de los penales por si se llegaba a presentar esa situación y siempre yo era la primera opción.

En el trámite del partido se dio una falta en el área contra Jorge ‘Polilla’ Da Silva. El árbitro J. J. Toro, que era el central del partido, decretó el penal y yo lo ejecuté.

El arquero era Fernando Hernández, con quien yo había estado en Santa Fe, y nos conocíamos perfectamente, porque practicábamos los penales en los entrenamientos. Yo siempre cobraba a la mano izquierda del arquero, pero esa tarde, sabiendo que él me conocía, decidí darle a la mano derecha, con ubicación, pero con un poco más de fuerza. El arquero se tiró, pero no llegaba a esa pelota.

Marcarle a Santa Fe un gol de campeonato era de alguna manera una sensación extraña, porque jugué allí, pero siempre lo he dicho, y soy un convencido de eso, el momento es el momento, si le marcas a un club al que pertenecías, como jugador profesional debes cantar el gol, es inevitable abstenerse de esa felicidad.

Y en ese América compartí con jugadores que también tuve como compañeros en Santa Fe, casos Eduardo Niño, Jorge Raúl Balbis, Freddy Rincón, creo que no había llegado Wílmer Cabrera en ese entonces. Ese título fue el último de la era del médico Ochoa en el América.

La fiesta de recibimiento en Cali fue grande, nos demoramos ocho horas en llegar del aeropuerto al Pascual, como a las 2:00 de la mañana pisamos el estadio. Fue inolvidable».

“Ese zapatazo fue un regalo de Dios”
“Ese gol de aquel domingo 12 de diciembre fue un regalo de Dios, como siempre lo he dicho, porque viajamos a Bogotá con la ilusión de ganarle a Millonarios, que era un equipazo, y gracias al Creador se nos dio ese campeonato en El Campín.

Bogotá es una plaza americana. En la capital hay tanta hinchada roja como en Cali, y por eso siempre sentimos que en El Campín jugamos de locales. La hinchada siempre nos ha respaldado en este estadio.

Para ese juego contra Millonarios, nosotros llegamos como líderes y gracias a ese disparo mío, que la prensa calificó como “zapatazo” y nos permitió ganar 1-0, más otros resultados que se nos dieron, pudimos coronarnos campeones con dos fechas de anticipación.

Fue un golazo, de verdad. Damiano, un puntero izquierdo argentino que había llegado esa temporada para el América, cogió la pelota en el área, yo venía en carrera, se la pedí y él me la chorreó para pegarle un zapatazo con pierna izquierda desde afuera de las 18, sin dudarlo. El balón tomó mucha velocidad, la altura de Bogotá lo ayudó, se fue elevando y se metió por el ángulo derecho de Vivalda, un excelente arquero que tenía Millonarios, quien, a pesar de su estirada, no pudo contener el disparo.

Y pensar que soy derecho, no sé de dónde saqué ese zapatazo con la izquierda. Ese fue el gol más importante de mi carrera y la gente me lo recuerda en la calle.

Ese campeonato fue una gesta muy bonita, porque al obtener el título, el segundo del América, con dos fechas de anticipación, llegamos relajados a cumplir el calendario contra Deportivo Cali en el Pascual y Junior en Barranquilla.

La alegría era inmensa, en especial para el médico Gabriel Ochoa, que no cabía de felicidad en la camisa. Recuerdo que a pesar de su alegría nos pidió no dar la vuelta olímpica en El Campín, por respeto a Millonarios y la hinchada azul. Él quiso mucho esa institución y la hizo grande.

La llegada a Cali fue apoteósica. Regresamos el lunes en horas de la mañana, nos montamos todos en el bus del equipo y nos acompañó una máquina de bomberos desde el aeropuerto hasta la sede de Versalles, donde quedaba en ese entonces la oficina administrativa del América.
Llegó la noche y la hinchada todavía estaba en la calle celebrando.

Esta vez, en el juego de vuelta contra Santa Fe este domingo en Bogotá, no habrá hinchas por la pandemia del coronavirus, pero América sabe jugar en la grama de El Campín, es un estadio que se ajusta a su juego de hoy y pienso que tendrá que salir a hacer su trabajo sin pensar en un resultado que deba buscar. Es Santa Fe el que está obligado, pero eso no implica que América renuncie a lo que sabe hacer como visitante. Ya hizo su tarea en Cali, ahora debe completarla en Bogotá. Y que llegue la estrella”.

Datos
El Millonarios de 1982 tenía en su nómina a jugadores como Alberto Vivalda, Luis Gil, Germán Gutiérrez, Alfonso López, Nolberto Molina, José Van Tuyne, José Eugenio Hernández, Carlos López, Germán Morales, Norberto Peluffo, Eduardo Pimentel, Alejandro Barberón, Ernesto Díaz, Arnoldo Iguarán y Juanito Moreno.

El América que se coronó campeón en 1990 contra Independiente Santa Fe tenía , entre otros jugadores, a Eduardo Niño, Antonio Moreno, Jorge Raúl Balbis, Alexis Mendoza, Jorge Bermúdez, Wilson Pérez, Mario Coll, Alex Escobar, Anthony de Ávila, Eduardo Pimentel, Jorge Da Silva, Freddy Rincón y Sergio Angulo.



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