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Seis años de la llegada de James Rodríguez al Real Madrid en 2014 – Fútbol Internacional – Deportes

por Redacción BL
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Seis años de la llegada de James Rodríguez al Real Madrid en 2014 - Fútbol Internacional - Deportes


Quizá James se acuerda bien. Y debe ser raro acordarse. Verse esa tarde soleada del 22 de julio del 2014 en el Santiago Bernabéu, haciendo jueguito con la pelota. Aplaudido por miles. Ovacionado por miles. Con la estela de Brasil 2014 en su espalda. Con la mirada despejada, ilusionada y, de pronto, nerviosa. Con las manos abrazando el cielo. Seis años después, la mirada de James es otra, es opaca, turbia, inconforme. Con ella mira atrás para iniciar su muy segura despedida del Real Madrid. 

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Si James mira al pasado, se encontrará con un recorrido turbulento. Lleno de episodios amargos, muchos. Pero si mira bien lejos verá que no todo fue malo. Podrá recordarse en sus primeras concentraciones, las que ahora evita. Podrá recordarse en sus primeros partidos, los que ahora no tiene. Podrá recordarse con la número 10 del Madrid, que tampoco posee. Podrá verse como un jinete en su corcel blanco, cabalgando y ganando la Supercopa española y el Mundial de Clubes.

Entonces James era feliz. 23 años y feliz. 46 partidos en su primera temporada y feliz. 17 goles y feliz. La confianza plena del técnico y feliz. Hasta que un día se fue Ancelotti, que era –y es– su entrenador ideal. Entonces la felicidad de James se desmoronó. Fue cuando salió del sueño y entró a la pesadilla.

Se desplomó el castillo



James, con la Champions en 2017.  

Foto:

Archivo / EL TIEMPO

Si James se está mirando en el espejo retrovisor de su carrera en el Madrid, es inevitable que repase cuándo fue que todo cambió. Antes de que llegara Zidane ya vivía un tormento con otro entrenador, con Rafa Benítez. James, en su segunda temporada, ya no era el novato. Ya no buscaba un puesto en la titular sino ser titular siempre. Jugar, anotar, asistir, brillar. Ser el socio ideal de Cristiano Ronaldo. Su amigo, su consentido.

Entonces vinieron los choques, las discrepancias con el técnico, cada que no lo puso o cada que lo sacó. Empezaron los rumores, las polémicas que hasta entonces eran ajenas a James. Entró en ese juego. En ese círculo vicioso: que James dijo, que James se molestó, que James no está cómodo, que se lesionó y que cuando volvió ya no tuvo el puesto fijo.

Fue una crisis veloz, porque Benítez estaba de paso en el Madrid. No demoró en irse. Lo que James no imaginaba es que lo que vendría para él sería una tormenta peor, porque al cargo llegó Zidane, y Zidane y James fueron agua y aceite. La relación comenzó mal y continuó mal y no mejoró y no mejorará, como un matrimonio que se separa antes de la luna de miel. Desde que se fue Ancelotti, James pasó de 46 partidos a 32, y luego a 33. Pasó de sus 17 goles a 8, y a 11 en las siguientes dos temporadas.

James

James, suplente en Real Madrid.

James con Zidane dejó de jugar gradualmente hasta que fue borrado. Y como dejó de jugar, dejó de ser importante. Y como ya no era importante, ya no acaparaba la atención por jugar sino por no jugar. James y Zidane parecían vivir un round en cada partido. Había polémica si no lo citaba, si no lo ponía, si lo ponía poquito o muy poquito. Había polémica si James no rendía, si no brillaba, si dejaba pasar las oportunidades. Y como el Madrid de Zidane ganaba y ganaba, James se acostumbró a ganar sin jugar.

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Entonces necesitaba un aire, y fue cuando Ancelotti se le apareció como un ángel en el Bayern Múnich, a donde se fue con la promesa de volver a Madrid para tener una revancha. En Alemania jugó, ganó, triunfo –se fue Ancelotti–, se cansó, se molestó, pidió no seguir, se marchó dos años después, y volvió al inicio que ya no era el inicio.

Volvió al Real Madrid donde otra vez estaba Zidane, donde ya jugó menos que siempre, apenas 14 partidos y un golecito, y no solo por las constantes lesiones, sino porque no tenía oportunidad. Fue cuando James explotó, pidió no ser convocado y terminó la liga como si fuera un extraño del Madrid. Ganó otro título, lo tiene, es suyo, aunque no le pertenezca del todo. Volvió sin revancha. 

Hoy James tiene más edad y más tatuajes. Todavía es joven, pero ya no tan joven. Todavía es crac, pero el talento está agarrotado. Seis años después, James quiere agarrar su corcel e irse lejos, a otro reino, irse sin mirar atrás. Irse.

PABLO ROMERO
Redactor EL TIEMPO
@PabloRomeroET

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