Tus pensamientos desempeñan un papel sutil pero poderoso en el éxito: pueden estimular tu crecimiento y acercarte a tus metas o bien, detenerte.
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Equivocarse no tiene nada de malo. Lo realmente importante es lo que te dices después de cometer un error. Esta conversación contigo mismo puede magnificar la negatividad o bien transformar ese mal paso en algo productivo.
Las charlas negativas con uno mismo son poco realistas, innecesarias y contraproducentes. Te envían por una espiral emocional descendente de la que es difícil salir.
Todo diálogo interno es generado por creencias importantes que tienes sobre ti mismo. Desempeña un papel sutil pero poderoso en el éxito, pues puede estimular tu crecimiento y acercarte a tus metas o bien, detenerte.
Tal como Henry Ford dijo: “Hay quien cree que puede y quien cree que no puede. Ambos están en lo correcto”.
TalentSmart puso a prueba la inteligencia emocional de más de un millón de personas, y encontró que 90 por ciento de las que tenían mejor desempeño poseían una inteligencia emocional (IE) alta. Estas personas exitosas y emocionalmente inteligentes poseen una habilidad importante: la de reconocer y controlar los pensamientos negativos para evitar que los detengan de alcanzar su máximo potencial.
En promedio, las personas exitosas ganan 28 mil dólares anuales más que las personas con menor IE. Además, obtienen aumentos con mayor frecuencia y reciben calificaciones más altas en las evaluaciones de desempeño. La relación entre la inteligencia emocional y las ganancias es tan directa que, por cada punto de IE, se incrementa el sueldo anual en 1,300 dólares.
Cuando se trata del diálogo interno, hemos descubierto seis creencias comunes (y sumamente tóxicas) que impiden que las personas alcancen su potencial máximo. Sé consciente de tus pensamientos para evitar caer en ellas y poner en riesgo tu profesión:
“Perfección es igual a éxito”
Por naturaleza, los seres humanos somos falibles. Si la perfección es tu objetivo tendrás una sensación persistente de fracaso, y pasarás parte de tu tiempo lamentándote de lo que no has podido lograr en lugar de disfrutar lo que sí has podido obtener.
“Mi destino está predeterminado”
Muchas personas sucumben a la idea irracional de que están destinadas a tener éxito o fracasar. No te equivoques: tu destino está en tus propias manos, y culpar de tus tropiezos o éxitos a algo que está fuera de tu control no es más que una excusa para evadir tu responsabilidad. Algunas veces la vida pondrá frente a ti jugadas difíciles, y otras veces te facilitará las cosas. Tu actitud frente a esto determinará en última instancia tu éxito o fracaso.
Yo “siempre” o “nunca” hago eso
No hay nada en la vida que siempre o nunca hagas. Podrás hacer algo con frecuencia o no hacerlo lo suficiente, pero enmarcar tu comportamiento en términos de “siempre” o “nunca” es una forma de autocompasión. Te hace creer que no tienes control sobre ti mismo y que eso nunca cambiará.
“Tengo éxito cuando otros aprueban lo que hago”
Independientemente de lo que la gente piense de ti, una cosa es cierta: nunca eres tan bueno o malo como la gente dice. Es imposible no reaccionar a lo que los demás piensen de ti, pero puedes tomar las opiniones de las personas con un grano de sal. Así, sin importar lo que la gente crea, tu autoestima provendrá de tu interior.
Mi pasado rige mi futuro
Los fracasos frecuentes pueden erosionar tu confianza y dificultar la creencia de que tendrás mejores resultados en el futuro. La mayoría de las veces, estos tropiezos resultan de tomar riesgos y tratar de obtener algo que no es fácil. Sólo recuerda que el éxito depende de tu habilidad de levantarte de las caídas. Cualquier cosa que valga la pena alcanzar requerirá que tomes riesgos; no permitas que tus fracasos te impidan creer en tu habilidad de tener éxito.
Mis emociones = realidad
Si has leído sobre inteligencia emocional, entonces sabes lo importante que es tener una mirada objetiva sobre tus sentimientos y separarlos de la ficción. De no ser así, tus emociones seguirán desvirtuando tu visión de la realidad, volviéndote vulnerable a los discursos negativos que pueden impedirte alcanzar tu potencial máximo.