Redacción BL
Segundos después de que la mujer terminara de decir por tercera vez la misma frase, uno de los investigadores del CTI le quitó la sábana y dejó al descubierto el rostro del hombre delgado y de tez trigueña. Su grito ahogado y el llanto de dolor de otras dos mujeres les confirmaron a los presentes que sí era Esteban quien estaba tendido en la calle.
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Al mismo tiempo que esto ocurría, la multitud de curiosos se aglomeró en el estrecho callejón y hasta se empinaban para tratar de observar el enigmático rostro de aquel sujeto, solo para ver si lo distinguían.
Una hora antes de esta escena, el hombre había sido baleado en cuatro oportunidades por un misterioso sujeto que lo estaba siguiendo desde hace varias cuadras, pero que justo en el estrecho callejón, rodeado de casitas de colores, lo abordó y sin mediar palabra le disparó.
Cuando llegaron los policías no había nada por hacer. El sujeto murió de manera fulminante debido a que recibió un tiro en la cabeza, otro en la cara y dos más en el pecho. A pocos metros del cadáver fueron hallados los casquillos de las balas.
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Este hombre, a quien sus familiares llamaban Esteban, las autoridades lo identificaron como Juan Fernando Torres Lancheros, y según sus antecedentes judiciales, estaba pagando prisión domiciliaria por el delito de porte ilegal de armas.
Baleado en las escaleras
A las 9 en punto de la mañana de este miércoles Esteban salió de su casa, ubicada en el barrio El Guavio (Santa Fe), según dicen, a trabajar en una chatarrería de Los Laches, muy cerca al lugar de los hechos.
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Aunque sabía que tenía enemigos y que en este barrio también lo conocían, el hombre de 35 años nunca se percató de que su verdugo le estuviera siguiendo los pasos desde el momento en que empezó a subir por unas escaleras ubicadas en el callejón de la transversal 9 Bis Este con calle 3.
Los cuatro tiros que sonaron seguidos en este punto del centro de la ciudad alertaron a algunos vecinos, quienes se asomaron y observaron solo a un misterioso hombre salir corriendo calle abajo.
El muerto quedó tendido bocabajo. Nunca se escucharon gritos ni nada que nos alertara de lo que estaba a punto de ocurrir. Cuando salimos de la casa, estaba tirado ahí el muchacho, en la calle”, contó una vecina.
Al lugar llegaron familiares y amigos de la víctima, entre ellos su mamá, quien no podía creer que un desalmado le hubiera arrebatado la vida a su hijo. “Dios, perdónale todos sus pecados, escúcheme usted a mí, porque mi hijo ya no me escucha”, gritaba mientras miraba al cielo la mamá de Esteban.
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¡Agredieron a periodista!
El equipo periodístico de Q’HUBO que estaba en la inspección del cadáver de la víctima, en el momento en que se disponía a tomar una foto, fue agredido por uno de los allegados del occiso, quien golpeó y le rapó el celular a uno de nuestros periodistas, todo ante los ojos de las autoridades, quienes no hicieron nada para evitar el delito.
En el momento en que los periodistas de este medio le pidieron a un uniformado que les ayudara a recuperar el móvil, este se negó y solo dijo: “¡ya perdieron!”; acto seguido, pidió que abandonaran el lugar. Por si fuera poco, a sabiendas del ambiente hostil no quisieron realizar el acompañamiento a los reporteros para salir de la escena.
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