Durante la reciente asamblea nacional de la Colombia Humana, el presidente Gustavo Petro lanzó una serie de declaraciones que han generado una fuerte controversia en el país. En su discurso, Petro calificó como «asesinos» a quienes le gritan “fuera Petro”, señalando que estos insultos provienen de los sectores más adinerados de Colombia, quienes, según el mandatario, no soportan ver a alguien con “café de leche en la piel” ocupando la presidencia.
El presidente no se detuvo allí, sino que también hizo un paralelo entre las críticas que enfrenta actualmente y la violencia histórica sufrida por la Unión Patriótica, un movimiento político de izquierda que fue objeto de una campaña de exterminio en los años 80 y 90. Petro sugirió que existe una continuidad en los ataques de las élites hacia movimientos que desafían el status quo, afirmando: “No le gritan a Petro los ricos del país ‘Fuera Petro’. No están reproduciendo el mismo mensaje que lanzaron cuando mataron 5.000 militantes de la Unión Patriótica”.
Estas declaraciones han encendido las redes sociales y el debate político en Colombia. Los detractores del presidente acusan a Petro de fomentar la división social, alimentando un discurso de confrontación similar al utilizado por líderes populistas como Hugo Chávez. Algunos críticos incluso advierten que este tipo de retórica podría polarizar aún más al país y generar un clima de inestabilidad.
Por otro lado, los seguidores de Petro defienden su discurso, argumentando que sus palabras son un reflejo de la lucha histórica contra las élites tradicionales que han mantenido el control sobre el país durante décadas. Para ellos, el presidente está simplemente señalando las injusticias y las desigualdades estructurales que persisten en Colombia, y su postura es un llamado a la transformación social y política.
