Hubo un tiempo en que los hombres esperaban en el pasillo y nadie decía una palabra. Es en 1950 cuando las primeras puertas de las salas de parto se abren para ellos. Sin olvidar mayo del 68, que introdujo la noción de la igualdad entre sexos.
Hoy en día, la mayoría de nosotras deseamos la presencia de nuestra pareja durante el parto, incluso se recomienda y casi se idealiza. Frente a esta presión social, algunos hombres se someten a ello sin tener verdaderamente ganas, aunque sin embargo no es algo obligatorio.
Las ganas de compartir un momento tan especial es lo que provoca que las mujeres requieran, cada vez más, el apoyo de su pareja. Pero, si queremos que todo salga realmente bien y que la experiencia sea inolvidable es necesario conseguir que el “papá” desee realmente acompañarnos.
Cuando no quiere
No hay que obligar al futuro papá a ir en contra de sus deseos. Si se enfrenta a su propia historia y a sus propias angustias la situación no será nada satisfactoria. Insistir supondría, además, no respetar los miedos del papá y del hombre.
Lo más probable es que a pesar de sus temores ceda, pero su presencia sólo sería beneficiosa para ti si va totalmente convencido. Así que es inútil que “cargues” con un hombre que se siente a disgusto en ese momento tan particular.
Una decisión que tomar entre dos
Para evitar una sorpresa desagradable de última hora, conviene hablarlo bastante pronto durante el embarazo. Quizá el futuro y angustiado padre pueda vencer sus aprehensiones y así cambiar su opinión.
Si desea estar presente, avisa al equipo médico con el fin de asegurarte de que es posible, particularmente en caso de cesárea programada.
