Rojo y turquesa, alegre contraste.
Un closet que va de lado a lado y que gracias a su diseño limpio, se presenta como una ‘pared de madera.
Sencillo y elemental puede ser el repertorio de una habitación: una cama, una silla, una mesa y una lámpara de lectura bastarían para suplir las necesidades básicas en una alcoba.
En realidad pocas piezas se requieren para llevar a cabo lo que nos pide el cuerpo al final de la jornada.
Pero cuando se piensa en la influencia que la apariencia de una habitación puede ejercer sobre el individuo, en cuanto a calidad del sueño, sensación de bienestar y reparación de la energía vital a partir de lo que esté en el lugar; el escenario cobra importancia y la actitud que ha de tenerse a la hora de decorarlo también es otra.
La utilización de ciertos colores en las paredes afectan al individuo, incitándolo a la exaltación y la angustia, la tensión o la relajación y el sueño. De ahí que resulte tan importante su elección.
Lo mismo ocurre con el mobiliario y su funcionalidad para resolver las necesidades de descanso, de almacenamiento y de bienestar conformando ambientes que permitan vivir allí momentos de encuentro consigo mismo y con las actividades que sean importantes para quien se refugia allí.
Ser también un espacio de la lectura, de escritura, lugar de la meditación, y el espacio en que queremos sentirnos rodeados de lo más querido.
Todas estas consideraciones llevaron a proyectar habitaciones con estilos definidos en donde la paleta de color, el amoblamiento, los objetos y los accesorios que ‘visten’ la cama conducen a cuatro interpretaciones de ese mundo privado fabricado para la hora de dormir.
