Redacción BL
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La fuga de capitales inició en los últimos días, durante la crisis por el aumento del 83% a los combustibles. La presión social obligó al Gobierno a dar marcha atrás con el ajuste
El segundo de Evo Morales señaló al empresario y jefe del opositor partido Unidad Nacional (UN), Samuel Doria Medina, como autor del rumor sobre una posible depreciación de la moneda. "La noche del miércoles, en el programa No Mentiras dijo que tenía información de que el dólar bajaría de 7,04 a 5 bolivianos. Hizo terrorismo financiero", aseguró el vicepresidente.
Afirmó que la derogación del decreto "es una lección de cómo se resuelve la tensión con el pueblo, ya que jamás es una derrota escuchar al pueblo". Sin embargo, exhibió informes del Banco Central de Bolivia que confirmaron el retiro de ahorros en dólares por más de 200 millones de dólares. Incluso, adelantó el daño económico que representará en el futuro al Tesoro General de la Nación (TGN) continuar comprando diésel y gasolina en el exterior, y sostener un programa de subvención para que los combustibles se vendan a precios inferiores en el país.
García Linera anunció que se iniciará "una campaña para coordinar, con los movimientos sociales y sindicatos, la elaboración de una estrategia que permita imponer nuevos precios para los combustibles, con el fin de evitar la compra de líquidos".
El fallido gasolinazo
El domingo 26 de diciembre, el Gobierno boliviano anunciaba un aumento del 83% en el valor de los combustibles. El incremento de las naftas y el diésel provocó subas en los productos y servicios de la economía boliviana. El descontento en todos los sectores de la sociedad boliviana, y en especial en aquellos que respaldan al gobierno de Morales, obligó al mandatario a dirigirse al país por televisión el miércoles 29 para explicar el alza.
Para mitigar el ajuste, el mandatario decidió un aumento de 20% en el salario de las Fuerzas Armadas, la Policía y los funcionarios de la salud y la educación, lo que generó interrogantes sobre el futuro de los demás sectores, la mayoría de ellos en la informalidad laboral.
Las manifestaciones populares y cortes de ruta se sucedieron en Oruro, Sucre y El Alto. Los productores cocaleros -anterior trabajo de Morales y su principal apoyo político y social- también se plegaron a los piquetes. "Si fuera sindicalista, me opondría al gasolinazo", admitió Morales. Acorralado por las protestas, finalmente, dio marcha atrás con el ajuste.
