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El Madrid recupera el respeto en Europa

por Redacción BL

El Real Madrid hace pleno en la Liga de Campeones, donde suma tres victorias en tres jornadas. Despachó sin problemas, pero sin lujos, a un pobre Milan gracias a los goles de Cristiano Ronaldo y de Özil en el primer cuarto de hora. El pase a octavos está casi asegurado.

Si algo ha demostrado José Mourinho es que sus equipos nunca han necesitado mostrarse virtuosos en el juego para crecer, para ganar y hasta para tener controlados los partidos. Es un riesgo que le gusta asumir al técnico portugués, pero un riesgo que sus equipos no siempre saben calcular. Administrar el talento no suele ser un buen negocio, auque esta vez al Real Madrid le saliera bien la apuesta. Pero la moneda no siempre caerá de su lado. Despachó a este Milan maduro y con evidentes arrugas en apenas un cuarto de hora, que en realidad fueron dos minutos, el 13 y el 14, en los que marcaron Cristiano Ronaldo y Özil, a pase del portugués, con la inestimable colaboración de sus rivales.

La superioridad del Madrid sobre el Milan fue indiscutible y si la distancia no fue mayor en el marcador es porque desde que se vio con dos goles de ventaja, el Madrid se entregó a la vida contemplativa y sólo abandonó esa desidia en la última media hora. No necesitó jugar bien para ganar, porque lo cierto es que apenas se vio exigido. Solventó con suficiencia el primer reto serio de la temporada, un examen que era más de historia que de actualidad, porque el equipo de Allegri no está a la altura de lo que representa. Da pena ver la dificultad con la que se mueve sobre el césped quien fuera un genio, como Ronaldinho, al que su volumen corporal le dificulta la observación de sus pies. Fue despedido con una sonorísima pitada, sólo acallada por la que dedicó el Bernabéu a sus sustituto, Robinho, recibido con una animadversión que hacía tiempo que no se veía en este estadio. Peor aún fue la puesta en escena de Pato e Ibrahimovic, tan intrascendentes como todo el juego del Milan, cuyo centro del campo, que forman Gattuso, Pirlo y Seedorf, suma 97 años.

El viaje del Madrid por esta Liga de Campeones es impecable. Tres victorias en tres jornadas, cinco goles a favor y cero en contra. Los números hablan con más elocuencia que el juego, que ha pasado de la efervescencia que se vivió contra el Ajax a las evidentes lagunas, y hasta esa cierta desidia ya comentada en el primer tiempo, que se observó ante el Milan. Aún así, el Madrid coleccionó un buen puñado de oportunidades, pero si la carta astral de Cristiano ahora le es favorable, los hados parecen haber abandonado a Di María, Özil e Higuaín. Di María, que en ocasiones parece jugar con anteojeras, tiene dificultades para observar lo que sucede a sus costados. No tiene justificación ese egoísmo. Özil puso su firma al segundo tanto y poco más y a Higuaín le faltaron esos balones en el área o al espacio que le hacen grande. Sólo Cristiano mantuvo un línea regular en su rendimiento

 

El Madrid tuvo un comienzo tan esperanzador como ficticio. Apabulló al Milan, que se vio desbordado de tal manera que nada pudo hacer para impedir que todo quedara resuelto en quince minutos. Abrió el camino de la victoria Cristiano, con un lanzamiento de falta. Se abrieron Ibrahimovic y Seedorf en la barrera y el balón no tuvo dificultad en superar al sorprendido Amelia, sustituto de última hora de Abbiati. El trabajo lo completó Özil, quien recibió de Cristiano y jugó al billar con la cabeza de Bonera para que el segundo gol subiera al marcador.

Con el 2-0 el Madrid bajó el ritmo de forma alarmante, inesperada y hasta inexplicable, Coleccionó dos oportunidades más hasta el descanso, de Higuaín y de Cristiano, y entre medias asustó Pirlo con un lanzamiento de falta que terminó con el balón en el larguero después de que lo tocara Casillas.

En realidad, ahí se pudo acabar el partido, por que lo que sucedió hasta el final fue absolutamente prescindible. Se entretuvo el público con unas cuantas ocasiones, que no nacieron como consecuencia del juego, sino que llegaron más por la insistencia del Madrid y por la poca ambición del Milan. Quizá mereció algo más el Madrid por esa búsqueda constante del gol y porque en el último tramo vivió en el campo del rival, pero faltó lucidez, esa frescura mental que se requerirá en las grandes citas.

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