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Fue el precursor de aquel ritmo endiablado, vertiginoso y veloz, que hoy se combina con la acrobacia circense y los pasos sofisticados de la danza. Homenaje.
Se crió en el barrio El Diamante del distrito de Aguablanca, de Cali; un populoso sector que surgió en los años setenta con antiguos mineros venidos de Marmato, obreros de la construcción y corteros de caña de azúcar.
En aquellos años, el ‘Mulato’ andaba en gallada buscando verbenas y ‘aguaelulos’, para poder bailar. Según el antropólogo Alejandro Ulloa, el ‘aguaelulo’ es el baile vespertino que hacía un vecino para festejar la terminación de su casa. La casa era construida con la participación colectiva de los vecinos del barrio. A esta práctica se le llama ‘minga’, y viene de la cultura indígena.
Después de los ‘aguaelulos’, el joven comenzó a incursionar en los rumbeaderos de la ciudad que estaban de moda: el ‘grill’ Picapiedra, el Nathalie (donde terminó sus noches María del Carmen Huertas, la heroína de Andrés Caicedo) y el Séptimo Cielo.
El ‘Mulato’ lo único que deseaba en la vida era bailar. Y Cali era su escenario natural. Eran los tiempos gloriosos de Amparo Arrebato, Watusi y María, Evelio Carabalí, Wilson el ‘Sicodélico’ y Carlos Paz. En la ciudad había nacido el Ballet de la Salsa, auspiciado por Alfonso Prieto y José Pardo Llada; Larry Landa preparaba el Carnaval de Juanchito y la directora de danza clásica Gloria Castro se alistaba con Barrio Ballet.
Al principio la salsa se bailaba en Cali de una manera clásica, conservando siempre la síncopa que impone la clave; pero luego, cuando los bailarines de Aguablanca se tomaron las discotecas de la ciudad, surgió un estilo acelerado que simboliza la fuerza y pujanza de un sector social que no quería quedar excluido. El ‘Mulato’ fue el precursor de aquel ritmo endiablado, vertiginoso y veloz, que hoy se combina con la acrobacia circense y los pasos sofisticados de la danza contemporánea.
Luego creó su compañía, Swing Latino, y vinieron los triunfos internacionales. Primero fueron los premios mundiales de la salsa en compañía de sus parejas de baile: Marta Molina, Jacqueline García, luz Enith Sánchez, Martha Lucía Montañez y Eliana Feijó; después vino el triunfo en el programa ‘Que viva’, de Marc Anthony y Jennifer López, donde su compañía fue seleccionada como una de las mejores de América; hoy, el ‘Mulato’ y su Swing Latino viajan por el mundo, representando con orgullo a Colombia.
El mánager de Swing Latino, Rafael Quintero, afirma que en la ciudad el baile artístico se ha convertido en un ‘boom’ comparable al que vivieron Broadway, Pigalle y San Telmo, en su momento.
En Cali hoy existen más de 80 escuelas de salsa y cerca de 4.000 bailarines profesionales, entre los que se destacan las compañías Delirio, de Andrea Buenaventura, y Ensálsate, de Edwin Chica.
La industria cultural caleña está en plena expansión. Sabemos que si se sabe organizar con profesionalismo y con criterio incluyente, se convertirá en uno de los destinos turístico-culturales más importantes del país.
El VIII Festival mundial de Salsa le rendirá un merecido homenaje a Luis Eduardo Hernández, llamado el ‘Mulato’.
Fue el precursor de aquel ritmo endiablado, vertiginoso y veloz, que hoy se combina con la acrobacia circense y los pasos sofisticados de la danza. Homenaje.
