El Pato, zona rural del municipio de San Vicente del Caguán (Caquetá) fue considerado durante décadas “el Vaticano” de las Farc. Allí, Pedro Antonio Marín, alias “Tirofijo”, tenía su área más estratégica y de seguridad.
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En sus más escarpados terrenos se refugiaba desde los años 60 cada vez que los cercos militares le copaban otros territorios, y fue en esa enorme región donde se fortaleció una de las llamadas “repúblicas independientes” junto con Guayabero y Marquetalia.
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En esa misma agreste y exhuberante zona, entre montañas selváticas y una majestuosa sabana verde, la de Balsillas, en la que el gran empresario Leonidas Lara y su hijo Oliverio desarrollaron uno de sus grandes proyectos ganaderos, también tuvo su epicentro de operaciones el más peligroso y efectivo de los escuadrones guerrilleros: la columna Teófilo Forero comandada por alias “El Paisa”.
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El Pato es una región agrícola muy rica, dividida en tres estadios: el alto, medio y bajo Pato, donde nacen los ríos Pato, Balsillas, Caguán y Guayas, entre otros tantos que nacen y cruzan esta puerta de la Amazonia colombiana, en el triángulo de los departamentos del Huila, Caquetá y Meta.
Pero al lado de tanta historia junta, de conflicto y de desarrollo agroindustrial, El Pato y sus áreas aledañas han sufrido la ausencia de los más elementales servicios básicos. Centenares de familias han padecido, entre otras, la oscuridad en pleno siglo XXI.
Pero esas épocas sin luz cambiarán muy pronto. El fin de semana pasado, la Electrificadora del Huila, Electrohuila, hizo la presentación oficial ante la comunidad del proyecto que les llevará energía a 619 familias con una inversión de $6.870 millones, gracias al impulso del Acuerdo de Paz y a las gestiones de dos miembros de la Comisión de Paz del Senado: Guillermo García Realpe, del Partido Liberal, y Victoria Sandino, del Partido Farc. Las familias, en su mayoría, son descendientes de colonos opitas que desbrozaron las selvas y montañas caqueteñas en las décadas de los 50 y 60 huyendo de la violencia.
Se construirán redes de conducción de energía para media y baja tensión, con una extensión de 101 kilómetros, desde la vereda Pueblitos hasta Las Morras, cruzando las veredas Rovira, La Abeja, El Roble, el corregimiento Guayabal, la vereda El Oso (sector de San Luis), La Libertad, Linderos, Chorreras, Los Andes, Lusitania y la unidad piscícola Miravalle (en esta última funcionó uno de las antiguos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación, ETCR).
El gerente de Electrohuila, Hernando Ruiz López, le dijo a la comunidad que el proyecto comenzó hace tres años “para hacer justicia social a una zona olvidada de Colombia que desde hace años reclamaba el servicio público, un derecho constitucional de las personas.
Hoy, nos alegra informar a ustedes, sobre el mismo terreno, que ya no es una ilusión, sino una realidad”. Informó que la electrificación está respaldada por el Ministerio de Minas y Energía con recursos del Fondo de Apoyo Financiero para la Energización de las Zonas Rurales Interconectadas, Faer.
Les anunció que la energía estará lista antes de terminar este año y que habrá una segunda fase con la construcción de una subestación eléctrica.
Maximino Espinosa, representante de la comunidad, manifestó que “estamos muy agradecidos con Electrohuila y todos quienes tienen relación con la obra. Con electricidad podremos acceder a neveras, ventiladores, electrodomésticos y garantizar proyectos productivos”.
Melquisedec Torres
Especial para Portafolio
