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Al menos en México, las mujeres se sienten solas. En semanas recientes, salieron a marchar para hacer oídos en donde ya no había ni ojos para verlas: el país sufre índices de violencia de género directamente proporcionales a la indiferencia de las autoridades encargadas de perseguir estos delitos.
Pero los retos de apertura, justicia y equidad de género no se limitan ni a la seguridad ni a México. A nivel regional, Latinoamérica tiene un déficit importante de emprendimiento femenino, con áreas de oportunidad que van desde el acceso a financiamiento hasta el cambio de pensamiento de sociedades completas.
“En Latinoamérica, por ejemplo, hay mil 300 fintech, que es una de las verticales más desarrolladas en el mundo de las startups. Solamente 33% de ellas cuentan con una mujer cofundadora”, dice Irene Arias al otro lado de la línea. Irene es CEO de BID Lab, el laboratorio de innovación del Grupo BID.
Para Arias, existe una contradicción difícil de explicar al pensar que tan sólo el 29% de las startups han alcanzado una paridad de género en la fuerza laboral y, en cambio, es sabido que en Latinoamérica las mujeres controlan 64% de las decisiones de gastos en los hogares.
Por otro lado, el índice de Emprendimiento Femenino, un estudio realizado por el Instituto Global de Emprendimiento y Desarrollo, con base en Estados Unidos, arrojó novedades conocidas por la región: sólo dos países de Latinoamérica lograron ubicarse en el top 30 de competitividad para el emprendimiento femenino, Chile (15) y Colombia (29).
Los datos importan. A nivel regional, ¿cuántas Presidentas recuerda? Quizá no ubique a las 10 que han gobernado en todo el bloque de 40 años para acá, ya que algunas de ellas lo hicieron por interinatos.
En realidad, de las economías grandes de Latinoamérica, solamente tres son recurrentes en la memoria: Michelle Bachelet (Chile 2006-2010 y 2014-2018); Dilma Rousseff (Brasil 2011-2016), quien terminó destituida del cargo, así como la polémica Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).
El mismo ejercicio podría repetirse con directoras de empresas o con emprendedoras. Inténtelo.
En América Latina solo el 1% de las mujeres emprendedoras tienen acceso a inversionistas, según un reporte de El País / Imagen: Lara Natalia vía Unsplash
“Las mujeres son las mayores iniciadoras de Pymes en el mundo, logran más títulos universitarios, maestrías y doctorados que los homrbes. Sin embargo, en la mayoría de los casos no logran puestos de liderazgo: en México, un estudio reciente indica que solo dos de cada 10 CEOs son mujeres”, contrasta Silvia Moschini, directora y fundadora de SheWorks, una plataforma que agrupa a mujeres trabajadoras para hacer match con empresas que puedan encajar con sus necesidades de tiempo o con cierta flexibilidad que ellas requieran.
Aunque las mujeres sean grandes iniciadoras de Pymes, al menos en la región se quedan con un mínimo de los fondos de inversiones para emprendimientos (alrededor del .4%, según BID Lab), lo cual desequilibra enormemente la balanza.
“En realidad hay pocas mujeres que están pidiendo capital, y más bien hay que preguntarnos a qué se debe. En nuestra región hay muy buenas aceleradoras fondeando proyectos de hombres y mujeres, y muchas de ellas te dicen ‘tenemos muchos desafíos encontrando mujeres’”, asegura Moschini.
Por ello, la especialista sugiere ir al estudio del tema desde una perspectiva más holística. No se trata de que haya un porcentaje de rechazo altísimo para las mujeres, sino que son pocas las que solicitan el apoyo de inversionistas.
“Tenemos que trabajar como ecosistema para que haya más chicas que se animen, que haya más inversores dispuestos a acompañarlas en todo el camino, animarlas a que se atrevan, fondearlas”, sugiere Moschini.
Las expertas enlistan algunos factores a considerar para fomentar el emprendimiento de mujeres entre mujeres y desde una postura en la que no hay mejor solución que la que empieza por uno mismo.
1. Elevar a otras mujeres. Para Moschini, el continente tiene casos muy destacables de mujeres emprendedoras, pero no todas buscan elevar a otras mujeres. Un caso ejemplar es el de Gina Díaz Barroso, quien ha impulsado el emprendimiento femenino desde diversas aristas: la asesoría profesional y los fondos de inversión, por ejemplo.
“Llegar a fondos de inversión donde hay mujeres partners ayuda mucho a quebrar barreras con lo que desconocemos como iniciadoras de un proyecto”, asegura la experta.
2. La película Joy (Dir: David O. Russell) evoca la vida de una emprendedora que empieza sola a tratar de vender su innovador producto, sin embargo, esta historia debería verse como el tiempo pasado, seguir sus pasos hoy es anacrónico.
Desafortunadamente, muchas de las mujeres que tienen proyectos capaces de desarrollar soluciones a problemáticas de la vida diaria buscan poco capital externo. La mayoría acuden a recursos personales a capital familiar, lo cual limita las finanzas, el crecimiento y puede comprometer incluso su estabilidad en ese momento.
3. Contar con cofundadores hombres da equilibrio a los proyectos: de esa manera se puede acceder a lo mejor de dos mundos y no lidiar con el desafío de que se está peleando con molinos de viento. “Los equipos diversos son los que traen más valor y hacen más fácil el proceso de levantar capital. Las distintas perspectivas hacen negocios más ricos y más eficientes”, asegura la directora de Sheworks.
4. Una vez que se ha superado el reto de levantar inversión fuera del círculo cercano, no se debe limitar a los fondos de inversión. Se puede acudir con inversores ángeles, empresas, alianzas, concursos, etcétera.
5. Lo más importante del avance de las mujeres en temas de emprendimiento es quitar las inseguridades personales, las cuales han crecido por los largos años en los que ha habido una notable desigualdad entre géneros. Las mujeres, aseguran las expertas, deben ser las que tomen la iniciativa, salgan a presentar los proyectos y aventurarse a lo que pueda resultar.
