El viejo anhelo de Buenaventura de contar con un gasoducto para impulsar no solo la expansión empresarial, sino el bienestar de los porteños, comenzaría a abrirse paso en los próximos meses, pero todo dependerá de la Comisión de Regulación de Energía y Gas, Creg, si aprueba o no la viabilidad tarifaria para ejecutar el proyecto.
El gerente de Gases de Occidente, Arturo Gutiérrez de Piñeres, dijo que este será uno de los principales retos de la empresa durante el 2016, tras indicar que «se trata de un proyecto que beneficiará inicialmente a 45.000 usuarios con el servicio de gas natural, y a un potencial significativo de clientes industriales, portuarios y comerciales».
El gasoducto demandaría una inversión de $169.000 millones y su ejecución tardaría alrededor de tres años, y será el principal soporte de la futura planta de regasificación que se montará en el puerto para abastecer la demanda de ese combustible no solo del Valle, sino del Cauca y el Eje Cafetero. Y de paso, para exportar gas a otras regiones de Centroamérica y el Caribe.
Hoy, Buenaventura se abastece de ese combustible a través de un sistema que permite la compresión del gas natural para ser transportado en camiones, lo que técnicamente se denomina como un gasoducto virtual. Aunque este sistema permite atender a los usuarios, no será suficiente para atender la futura demanda, sobre todo por la expansión de la infraestructura portuaria.
Actualmente, Buenaventura consume 5,5 millones de metros cúbicos de gas al año en el sector residencial y con la construcción del gasoducto se incrementaría la demanda en 14,5 millones de metros cúbicos, atendiendo además de las viviendas, estaciones de servicio, industrias y establecimientos comerciales.
Gutiérrez de Piñeres mencionó que ese gasoducto tendrá una extensión de 120 kilómetros de tubería de acero de ocho pulgadas y tendrá una capacidad para transportar 50 millones de metros cúbicos por año.
El proyecto fue mencionado por el empresario en el marco del Congreso Nacional de Gas Natural que se reúne en Cartagena.
Fuente: EL PAIS
