Lo que es especialmente notorio de la pandilla es que sus miembros provienen de un grupo paramilitar extinto de derecha que acordó con el gobierno desbandarse hace doce años. La medida fue aclamada como un paso fundamental para restaurar el Estado de Derecho en Colombia, pero muchos de los combatientes desmovilizados -y desocupados— se unieron a pandillas criminales.Ahora, mientras Colombia se prepara para un acuerdo de paz histórico con las guerrillas de izquierda en marzo, crece la preocupación porque se repita lo que sucedió en la ciudad costera de 400.000 habitantes: que los rebeldes desmovilizados se conviertan en criminales poderosos.“El Estado no controla Buenaventura, la controlan grupos armados”, dice Wellington Carneiro, director de la agencia de refugiados de las Naciones Unidas en la ciudad. “La desmovilización de los paramilitares fue un fracaso total aquí. Es el mismo riesgo que enfrentamos ahora”.
Reclutas fáciles
Los miembros del grupo de derecha más grande del país, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), fueron desmovilizados entre 2003 y 2006 por el entonces presidente Álvaro Uribe. Pero el gobierno no logró combatir la pobreza ni brindarles oportunidades de empleo a los excombatientes, lo que los convirtió en blancos fáciles de reclutamiento para pandillas como los Urabeños, dijo Carneiro. Es un desafío similar al que enfrenta el presidente Juan Manuel Santos en tanto cierra un acuerdo con las Farc.
Los líderes de las Farc que están negociando en La Habana prometieron ingresar a la política si se firma un acuerdo de paz. Pero hasta un 20 por ciento de sus subordinados podrían entrar a pandillas criminales y seguir con operaciones rentables de producción de cocaína y extracción ilegal de oro, según la Washington Office on Latin America (WOLA).
El narcotráfico generó 2,2 billones de pesos colombianos (US$658 millones) en Colombia el año pasado, y la minería ilegal, cerca de 7 billones de pesos, según el viceministro de Defensa, Aníbal Fernández de Soto. La minería ilegal abarca tanto mineras pequeñas sin licencia como operaciones de mayor tamaño administradas por grupos armados.
Incierto
Pero el comandante de las fuerzas armadas de Colombia, el general Juan Pablo Rodríguez, desestima la preocupación. Él dice que Colombia ha analizado otros procesos de paz y está al tanto de que algunos miembros de las Farc podrían migrar a pandillas criminales.
Sin embargo, cómo planea exactamente el gobierno integrar a la economía a miles de guerrilleros endurecidos sigue siendo poco claro, y los vecinos de Buenaventura dicen que su experiencia no es un buen augurio. Muchos no tienen luz, sistemas cloacales ni agua corriente, a pesar de las sustanciales precipitaciones y de los ríos que dividen la ciudad.
Manuel Saavedra, un estibador, dice que los locales obtuvieron pocos beneficios con las inversiones en el puerto de la ciudad y que la desmovilización de los paramilitares de derecha no hizo mucho para garantizar un futuro pacífico para la ciudad.
“Se encarceló a algunos líderes, pero los espacios fueron ocupados rápidamente por pandillas armadas”, dijo mirando a la bahía. “Hoy es mucho peor que antes. Ahora hay que pedir permiso para ir a ciertos barrios. Hasta ahora, están vendiendo una mentira”.
Fuente: EL Espectador
