Redacción BL
El tiempo siempre les alcanza, incluso cuando están desnudas, para revisar si en la cama han metido a su marido, novio, amante o a un salvaje capaz de llevar en los pies un ecosistema de microbios. Pasear descalzo por su casa puede ser nocivo.
Los gérmenes se encuentran al acecho: en las fibras de los tapetes, en las vetas de los pisos de madera o en las grietas de los azulejos del baño.
En ocasiones, como explica el doctor Javier Suárez, es necesario caminar descalzo para descargar el cuerpo de las cargas estáticas de los computadores, los carros y los celulares, pero no hay que abusar, existe una microfauna dispuesta a crear colonias cada vez más fuertes y destructivas en la superficie de los pies. Hace poco la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos) publicó un estudio en la revista Science en el que revela que los pies pueden albergar más microbios que los intestinos y la boca.
El pie de atleta, una de las enfermedades más dolorosas y vergonzosas de los pies, viene de caminar por lugares húmedos: los hongos más terribles -Candida albicans y dermatofitos- esperan su oportunidad en lugares tan inofensivos como el baño de su casa.
Los pies y los zapatos son -finalmente- uno de los medios de transporte más codiciados por los parásitos.
«Los orientales no sólo se quitan los zapatos por cortesía, sino para evitar que lo que han pisado afuera entre en sus casas», explica Suárez. «Llegar de la calle y acostarse con los zapatos puestos es como parquear un bus escolar lleno de microbios sobre su cama». Y hacerlo con los pies sucios, no solo resulta desagradable, sino que es como llevarlos en un crucero de lujo a su lugar más sagrado.
