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Por un diálogo al interior de la disciplina y entre economistas | Finanzas | Economía

por Redacción BL
Marta Juanita Villaveces.

El 3 de julio se celebró el día del economista en Colombia en honor al natalicio de Pedro Fermín de Vargas quién dio bases a la construcción de la hacienda pública en la naciente república.

Hoy, más de 200 años después la disciplina está consolidada y los economistas aportamos de alguna forma a la construcción de sociedad. Sin embargo, las voces de crítica vienen escuchándose desde 2008 cuando centros de pensamiento, departamentos de economía y economistas no previeron la crisis financiera.

(La inversión extranjera directa en Colombia aumentó un 82 % en 2022).

Desde entonces vienen olas de críticas que en el ámbito nacional fueron motivadas por situaciones como la decisión de una reforma tributaria en medio de la recesión de la pandemia o por la defensa terca a medidas que no logran cambiar problemas estructurales como la pobreza que sin duda está ampliamente diagnosticada, pero sin que se logre una reducción sostenible.

Razón tienen quienes dicen que hay arrogancia en algunas escuelas de economía que ven como la verdad, su verdad; como una respuesta infalible su construcción teórica cerrada a unos supuestos; como una herramienta imbatible las incontables bases de datos que jóvenes graduados limpian, organizan y ponen a correr. Pero esa economía es una y no nos define a todas las facultades y economistas.

La economía es más que esa foto algo inmadura de la disciplina. Una apuesta desde sus inicios fue por ahondar en las relaciones que la sociedad ha construido en su historia, comprender las posibilidades del progreso y sus efectos perversos. En sus inicios la economía estuvo cerca a la filosofía y atravesó también los campos de la sociología y la historia. Esa economía no ha muerto.

(Estas son las ciudades colombianas con menor costo de vida).

La imposición de modelos más estéticos y asépticos respondió no solo a la búsqueda de esas ‘verdades’ sino a buscar la objetividad de las relaciones de producción, de intercambio, de crecimiento o de desarrollo como si tal objetividad fuera mínimamente posible en la multiplicidad de sociedades que nos convocan.

Hoy hay razones para criticar a la disciplina y a sus seguidores acríticos. Pero también hay motivos para entender que sigue siendo válida entre quienes creemos que sin una mirada amplia y de diálogo no hay respuestas que puedan funcionar.

Si en el pasado los economistas hicimos esfuerzos por hablar con otras disciplinas y tejer puentes con la ciencia política, la sociología, la antropología, la psicología, la historia entre otros, hoy nos toca hablarnos más entre nosotros y buscar la complementariedad hacia una visión más plural teórica y en su comprensión de la sociedad.

(Tensión por posición rusa frente a acuerdo de exportación de cereales).

En términos prácticos, no se trata de la hegemonía del mercado sobre otras relaciones económicas. O de la tensión Estado y mercado. En términos metodológicos, no hay tampoco un dominio de lo cuantitativo sobre lo cualitativo.

Ese diálogo al interior de la disciplina y ya no tanto con otras podría favorecer un camino para de una vez por todas comprender que en sociedades como la nuestra, no hemos logrado resolver problemas estructurales y parece que tan solo logramos estabilidad macroeconómica en medio de pobreza que difícilmente se reduce, con bajísima productividad, brechas y desigualdad y amplia informalidad.

(Las propuestas para la reforma a la Ley 30 de educación).

El diálogo entre escuelas debería ser uno de los caminos para que la disciplina no caiga en el ridículo esporádico de Twitter y fortalezca lo que hemos hecho bien, sin duda.

Jonathan Malagón, presidente de Asobancaria: Qué importante es el trabajo de los economistas, que desde diferentes enfoques de pensamiento y desde diversas actividades y sectores, realizan todos los días un invaluable aporte al desarrollo de nuestro país. La audacia y rigurosidad de esta hermosa profesión, dirigida a comprender y a tratar de intervenir de manera positiva las complejas dinámicas económicas de una sociedad, nos llena de una pasión inquebrantable por intentar hacer del nuestro un mundo cada vez más justo y próspero. Feliz día del economista.

(¿El BCE debería subir más las tasas de interés en la zona euro?).

– Jorge Iván Bula Escobar, Profesor Titular, Escuela de Economía, Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Colombia: Estudié economía buscando, entre otras opciones, una disciplina entre las ciencias sociales que me brindase herramientas analíticas para una mejor comprensión de los fenómenos sociales y, soñar con ese famoso mito de “dadme una palanca y un punto de apoyo, y moveré el mundo”. Quizás era mucho exigir no obstante el enfoque de Economía Política prevaleciente en mi época. Pero siendo una disciplina que se recrea permanentemente con base en nuevos enfoques, la Economía me ha brindado el instrumental para buscar incidir en el ámbito profesional y académico, en procesos de toma de decisiones o en futuros tomadores de decisiones.

Diego Guevara, profesor asociado y viceministro general de Hacienda: Ser economista es plantearse una mejora constante de las condiciones materiales sociales y ambientales de nuestro planeta y la humanidad. Desde una perspectiva clásica la economía se puede entender como el estudio de las leyes de la producción,la distribución y la acumulación. Así entonces cuando se trabaja como economista en la política pública buscamos que se combinen estos tres pilares para una mejor calidad de vida de todos los seres humanos.

(Los departamentos del país con mayor inseguridad alimentaria).

Erich Pinzón-Fuchs, PhD en economía. Profesor Asistente, Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia: Los economistas ejercemos una ciencia moral, como decía JM Keynes, cuyo objetivo es el de mejorar la vida de las personas a partir de la transformación del mundo.

Así, la economía es una disciplina reflexiva, crítica y pragmática que ha contado con una posición social privilegiada que nos permite tomar decisiones que no son solamente eficientes sino también éticamente deseables.

Es precisamente porque los economistas hemos sido agentes de cambio y porque hemos defendido las ideas de la igualdad que, a menudo, las fuerzas conservadoras de la sociedad nos han catalogado de ‘ciencia lúgubre’.

MARTA JUANITA VILLAVECES
Decana Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Colombia.

Marta Juanita Villaveces.

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