Redacción BL 
Un informe asegura que es improbable que se solucione el problema de la precariedad de las terminales aéreas brasileñas antes del inicio del próximo Mundial. El estudio generó revuelo en el gobierno de Dilma Rousseff
El documento fue elaborado por el Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea), un organismo vinculado al Ministerio de Planificación. Según el relevamiento, de las obras de reforma y modernización programadas para realizarse en 13 aeropuertos brasileños, sólo cuatro tienen posibilidades de terminar en el plazo previsto por la Infraero, la agencia estatal que administra las estaciones aéreas.
En tanto que en los otros nueve aeropuertos -los de Manaos, Fortaleza, Brasilia, San Pablo, Salvador de Bahía, Cuiabá, Belo Horizonte, Porto Alegre y Campinas- "se ha detectado una situación preocupante, ya que los plazos estimados por Infraero difícilmente serán cumplidos", agregó el estudio.
Pero como si esto fuera poco, además se descubrió un riesgo de colapso a corto plazo en las terminales aéreas de Brasil. Esto se da, en parte, a raíz de la escasez de inversiones durante más de 20 años, pero también debido al fuerte aumento de la demanda generada por el buen desempeño de la economía local y por los programas sociales que provocaron el ingreso de casi 30 millones de personas a la clase media brasileña durante la última década.
La reforma de las estaciones aéreas está catalogada por muchos expertos como elprincipal reto de Brasil en su camino de preparación hacia el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.
En este sentido, cuando se le preguntó sobre los principales inconvenientes del gigante sudamericano frente a la organización de ambos eventos, el propio presidente del comité organizador de la próxima Copa del Mundo, Ricardo Teixeira, afirmó: "En primer lugar, aeropuertos; en segundo lugar, aeropuertos y, en tercer lugar, aeropuertos".
La delicada situación incluso ha sido reconocida por la propia Rousseff, quien el mes pasado creó una Secretaría de Aviación Civil vinculada a la Presidencia de la República. Con esta medida le quitó al Ministerio de Defensa la tarea de administrar el proceso de ampliación y modernización de los aeropuertos, para el cual desea atraer inversiones privadas.
Sin embargo, para el Ipea esta resolución podría haber llegado demasiado tarde para una nación que tendría que aumentar un 66,4% la capacidad de sus terminales aéreas en los próximos tres años para evitar un colapso.
De acuerdo a otro informe, una gran obra de infraestructura en Brasil tarda en promedio 92 meses (el equivalente a más de siete años y medio). Esto se debe a la necesidad de superar una serie de etapas, como por ejemplo la obtención de una licencia ambiental y la aprobación de los costos previstos por el Tribunal de Cuentas brasileño.
