Con el aporte de apenas unos centavos de lo que vale una taza de café, en las cafeterías de Estados Unidos o Europa, se puede constituir un fondo de ayuda para 12 millones de familias que se dedican a la caficultura a nivel mundial, acosadas, en su mayoría, por los bajos precios del grano.
(La producción nacional de café disminuyó 9% en febrero).
Así lo plantea un grupo de economistas, liderado, entre otros, por el profesor Jeffrey D. Sachs, director del Centro para las Inversiones Sostenibles de la Universidad de Columbia, en conjunto con colegas de London School of Economic, en un documento de más de 150 páginas, donde abordan la problemática de la producción de café a nivel mundial y sugieren un paquete de acciones que conviertan al sector, en una industria sostenible en el mediano plazo.
Bajo las condiciones actuales y futuras del mercado, que incluyen precios bajos persistentes, aumento costos de insumos y efectos devastadores del cambio climático, incluso los productores eficientes tendrán dificultades para seguir siendo viables, sostienen.
El panorama presenta dos extremos, uno representado por los tostadores y comercializadores cada vez más concentrados y con una alta rentabilidad, y otro, donde se ubican alrededor millones de productores del grano, repartidos en 136 países, muchos de los cuales venden su producto a pérdida, y viven en condiciones de pobreza.
FINANCIACIÓN DEL FONDO
Calculan que las grandes compañías que procesan y mercadean el producto, obtienen ingresos del orden de los US$250.000 millones, con una rentabilidad cercana al 20 por ciento.
En contraste, explican, los productores reciben menos de 5 centavos de dólar, por cada taza de café que se sirve en un restaurante de Nueva York o Chicago.
(Colombia es el principal proveedor de café de EE. UU.).
Estiman que para poner en marcha un plan de recuperación global del sector, especialmente en países donde una buena parte de los pequeños cultivadores están produciendo a pérdida, como es el caso de Colombia y Costa Rica, se requieren alrededor de US$10.000 millones año.
En ese sentido, plantean como una de las herramientas para la obtención de los recursos, la creación de un Fondo Mundial del Café, que sería nutrido por la industria, los gobiernos nacionales y donantes.
La cuota inicial del mismo, equivaldría al 1 por ciento de los ingresos de los procesadores y comerciantes del café, con lo cual se obtendrían recursos por alrededor de US$2.500 millones.
El Fondo sería dirigido y administrado por las partes interesadas.
Para evitar que los precios sigan cayendo, se plantea de manera complementaria, el establecimiento de un precio internacional de compra mínimo para el grano, poniendo como referencia las fincas más eficientes de Brasil, por ejemplo de US$1,50 por libra.
Además, un precio mínimo, protegería a productores de otros países, pues la debilidad de la moneda brasileña, frente al dólar, también constituye otro determinante de la depresión que sufren los precios internacionales del grano, según se indicó.
Adicionalmente al Fondo, se estructurarían Planes Nacionales de Sostenibilidad, mediante los cuales cada país identificaría las mejores herramientas para la investigación de nuevas variedades, elevar los rendimientos por hectárea, reducir costos y mejorar los ingresos familiares, con subsidios, evitando que caigan en la pobreza extrema, como ya está sucediendo.
Además, se requieren acciones urgentes para impedir que los niños sean parte de la fuerza laboral, en condiciones casi de esclavitud.
En ese aspecto, se revela que el Departamento del Trabajo de los Estados Unidos, tiene identificados a 17 países productores del grano, donde se presenta este fenómeno, inclusive en fincas certificadas por buenas prácticas.
CONCENTRACIÓN
Tan dañinos son para el sector productor del grano, los bajos precios y la volatilidad del mercado, al igual que los riesgos que implica el cambio climático, como el proceso de concentración de la industria tostadora y sus convenios con los comercializadores y distribuidores.
Pocos compradores en un mercado global, pueden significar precios deprimidos por mucho tiempo, señalan los autores de la propuesta del fondo cafetero.
Solo tres compañías, la empresa Nestlé, JAB Holding de Alemania y Lavazza en Italia, ostentan en la actualidad más del 40 por ciento del mercado mundial del café procesado.
Al tiempo que están en la búsqueda de otras empresas más pequeñas para adquirirlas, las grandes compañías realizan, asimismo, convenios con canales de distribución y cadenas de supermercados y restaurantes, para compartir marcas y espacios.
Tal es el caso, entre varios ejemplos, de la compañía Nestlé, que concretó un negocio de US$7.000 millones, para tener la marca Starbucks, en su portafolio.
Mencionan al respecto las propias inquietudes de la empresa suiza, en el sentido de que un esfuerzo para asegurar la sostenibilidad del sector, va mucho más allá de las posibilidades de una compañía, y que se requiere de un esfuerzo colectivo a nivel internacional.
EL RETO DE SOBREVIVIR
Los autores describen el Fondo Mundial del Café, como un mecanismo transformador y de múltiples partes interesadas, que encarna la responsabilidad compartida de los actores públicos y privados para lograr la sostenibilidad en la producción de café y en las regiones productoras de café. Sostienen que a quienes menos conviene la ruina de los cultivadores es a la propia industria que verá en riesgo los futuros suministros del grano. Como están las cosas, afirman, solo los más eficientes productores de Brasil y Vietnam, estarán capacitados para atender el crecimiento de la demanda.
