Córdoba
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Entre los gestores educativos, incluyendo en ellos a los de las dos universidades que operan en Córdoba (la UCO y la Loyola Andalucía), hay un concepto que se ha convertido en algo parecido a una utopía: la presencialidad total. Los directivos de las instituciones académicas llevan meses trabajando con esa idea en la cabeza, pero saben de sobra que se trata de una meta inalcanzable en el curso que está por empezar.
Las circunstancias -el alza de contagios por coronavirus desde la primera semana de agosto- y las incógnitas sobre el desarrollo de la enfermedad imponen una dosis de realismo que aleja la posibilidad de que el ciclo lectivo e investigador arranque con todos los alumnos y los profesores en sus puestos. Tan difícil es organizar el regreso a las aulas que la Universidad Loyola Andalucía -con sede en Córdoba y Sevilla- ha elaborado un protocolo para recibir a sus más de 3.500 estudiantes que va ya por la versión número 16. El rector de la institución jesuita, Gabriel Pérez Alcalá, señala que los primeros párrafos del documento datan de junio, y que sus líneas maestras son «atender a la seguridad de las personas y cumplir con los compromisos académicos que tenemos con la sociedad».
La comunidad universitaria que en la ciudad tiene su campus de vanguardia en el Parque Cruz Conde, dispone ya en la página web de Loyola Andalucía de un protocolo de 18 páginas fechado este agosto que lleva el título de «Plan de Contingencia de Seguridad y Salud para la Actividad Presencial en la Universidad Loyola ante la Alerta Sanitaria por Covid-19».
El texto plantea lo que el rector denomina «el escenario intermedio», equidistante entre el «base», que parte de un cien por cien de presencialidad, y el «extremo», fijado en caso de que haya un nuevo confinamiento. La palabra que define a este «escenario intermedio» es «flexibilidad». «Somos realistas: habrá casos de coronavirus entre nuestros alumnos y profesores y faltarán por ello a clase, y nos veremos también con personas que aún no teniendo la enfermedad decidan no acudir a la Universidad, y para ellos hemos creado el sistema «Switch», por el que les damos la posibilidad de una presencialidad virtual», explica Pérez Alcalá a ABC.
A la obligación de cualquier miembro de la comunidad académica de usar mascarilla en las dependencias del campus, Loyola Andalucía suma como medida de refuerzo la realización de pruebas serológicas a sus 580 empleados entre las sedes cordobesa e hispalense. La precaución es máxima en la casa jesuita: el personal, que recibe una formación específica contra el coronavirus, ha empezado a incorporarse esta semana a sus puestos de una forma escalonada, de manera que los docentes lo han hecho tres días y los administrativos y auxiliares dos, y además por turnos para coincidir lo mínimo posible.
Seguridad informática
«Hemos construido nuevas aulas y hemos potenciado la tecnología con más redes de telecomunicaciones y seguridad informática, y las clases incorporan cámaras robotizadas y tarjetas digitalizadas para dar clases virtuales», precisa en el rector, que subraya el plan de sustituciones del profesorado que han diseñado en previsión de que haya bajas en el ciclo académico que comienza la semana del 14 de septiembre para los estudiantes de nuevo ingreso y a partir del 21 para el resto.
«Cada uno de los docentes sabe ya a quién tiene que cubrir si se produce un contagio entre nosotros», destaca para recalcar a continuación que el objetivo sigue siendo «dar todas las clases presenciales posibles».
El plan de contingencia de la UCO
En este punto coincide el planteamiento de la Universidad de Córdoba (UCO), cuyo Consejo de Gobierno aprobó el pasado viernes un plan de contingencia para hacer frente al Covid y que tiene entre sus medidas el uso de la tecnología QR para controlar aforos y localizar a estudiantes (ver ABC del sábado 5 de septiembre). Antonio Cubero es el vicerrector de Coordinación, Infraestructuras y Sostenibilidad y explica que la búsqueda del máximo nivel de presencialidad pasa, además de por la implementación de más recursos tecnológicos, por diferenciar entre los grupos de alumnos grandes (más de 80 personas), medianos (entre 35 y 80) y pequeños (menos de 35). «El objetivo que nos marcamos es que la asistencia sea de entre el 30 y el 50 por ciento en los grupos grandes, llegue al 80 en los medianos y sea casi total en los pequeños», indica. La UCO también trabaja con otra premisa: «Combatiremos el absentismo de una manera más fuerte en los primeros y los últimos cursos, por ser de los que quienes acaban de llegar y los que están a punto de salir, y por ello creemos que necesitan más apoyo», defiende el vicerrector.
Además, los alumnos, el profesorado y el personal de administración y servicios de la Universidad de Córdoba tendrán la obligación de llevar mascarilla cuando pongan un pie en cualquiera de las instalaciones de la institución, incluyendo las zonas al aire libre de las mismas.
La UCO será inflexible en este punto y no se plantea por el momento un escenario de relajamiento de esta norma. El Consejo de Gobierno celebrado el pasado viernes llamó a la colaboración de toda la comunidad educativa para recuperar la normalidad docente e investigadora dentro de lo posible.
«La reapertura exitosa de la docencia presencial en las universidades requerirá la continua colaboración por parte de toda la comunidad universitaria», indica el protocolo aprobado hace dos días por el órgano directivo de la Universidad. Las clases en la UCO comenzarán el 30 de septiembre.
