11/10/10 – 09:00
La tarea finalizó unas horas antes de lo esperado. Ahora quedan 48 horas para montar el mecanismo de izamiento de la cápsula por donde los sacarán.
Primero se escucharon unos gritos de alegría en la helada madrugada del desierto de Atacama. Después la noticia aún no confirmada oficialmente llegó al Campamento Esperanza donde más de 400 familiares y más de mil periodistas de todo el mundo hacen guardia ante el inminente rescate de los 33 mineros enterrados a 700 metros de profundidad en la Mina San José. Los operarios del Operativo San Lorenzo habían terminado el encamisado de los primeros 90 metros del agujero que los sacará.
El fin de la tarea de resguardar con tubos de acero el orificio de más de 620 metros por donde «izarán» a los mineros fue unas pocas horas antes de lo estimado. Se esperaba que fuera a las 9 de la mañana de hoy.
Lo que queda ahora son 48 horas para montar el mecanismo que permita subir y bajar la cápsula Fénix que traerá a los mineros a la superficie. En el frío y la niebla que aún no se van en la Mina San José los familiares siguen esperanzados todos los movimientos. El rescate final después de más de dos meses de espera lo sienten y está cada vez más cerca.
Mientras, las casas rodantes de los medios de prensa siguen llegando. Las carpas se instalan en donde se puede. La cantina que prepara comida tiene varios turnos y ayer preparó 800 raciones. Llegar a esta zona del descomunal desierto de Atacama no es fácil. Hay que viajar casi una hora entre las montañas y las dunas gigantes y pasar dos controles de carabineros.
Hasta el Campamento Esperanza sólo pueden ingresar los medios de prensa acreditados –unos doscientos internacionales y casi la misma cantidad que nacionales– y los familiares de los mineros que fueron registrados. Igual siempre alguien entra. Antes de ayer fue un grupo que repartió ropa interior “sugestiva” a las esposas de los mineros para la noche del encuentro y también dejó unos calzoncillos de dudoso, por ser amable, gusto con los colores de la bandera chilena para ellos. Ayer llegó una visita especial pedida por los mineros. Un pastor evangélico tuvo un contacto por videoconferencia. Bajo tierra está José Henríquez, un minero muy creyente que es el líder espiritual del grupo. “Han pedido una oración especial por la operación de rescate”, le contó a Clarín el pastor misionero Javier Soto.
Los mineros “han empezado una especie de mudanza”, dijo ayer el ministro de Minería de Chile, Laurence Golborne.
A partir de que supieron que su rescate se acerca han comenzado a enviar los objetos que los acompañaron durante estos más de dos meses. “El viernes nos llegaron 5 encomiendas”, contó Rafael Peña, hermano del minero Edison, quien mandó una armónica, sus equipos de trabajo y sus destornilladores: “Y las fotos que le habíamos enviados de la familia”.
La “mudanza” la hacen a través de las “palomas” que vuelven vacías del interior de la mina a eso de las 10 de la mañana. Dos operarios se ocupan de recibir los paquetes que vienen por los estrechos tubos que han servido para enviar desde comida hasta las camas donde descansan los mineros. Mario Gómez, el minero que envío la primera carta de amor a su mujer el día en que los encontraron con vida tras 17 de no saber nada de ellos, ya mandó los juegos de dados con su nombre. Los Gómez planean construir un segundo piso en su casa de Copiapó para guardar todos los objetos que el jefe de la familia tuvo en estos duros días.
