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Yuri Buenaventura, de regreso a Colombia

por Redacción BL
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Yuri Buenaventura, de regreso a Colombia

Yuri Buenaventura, de regreso a su patria chica

El sonero de París volvió a dirigir el Festival Folclórico del Pacífico en su natal Buenaventura.

Habla emocionado, acelerado, tiene las lágrimas a punto de saltarle de los ojos. Yuri Buenaventura, el sonero de París, siente como si el Festival Folclórico del Pacífico, en su natal Buenaventura, fuera el concierto más importante de su vida.

Le ha invertido todo. Canceló una gira de 13 conciertos por Europa y hasta vendió un apartamento para sacar adelante el Festival, que se hará de 13 al 17 de octubre, en su patria chica.

Él, que fue el primer salsero en obtener un disco de oro en Francia, convirtió en salsa el clásico de Jacques Brel, Ne me quitte pas, y vendió millones de copias; ha tocado con Papo Lucca, Ray Charles y Cheo Feliciano, canta un chigualo, sonido tradicional del Pacífico.

Asegura que este festival es una de sus apuestas más grandes, una forma de defender la música popular, pero sin nostalgias, ni traumas de negritud. Se siente negro, con piel de mestizo. Habla del Petronio Álvarez, de su música, y cuenta que está dolido porque ha comprobado que en el país se promueve el licor como única forma de patrocinio de los eventos culturales. Se resiste a que haya que emborrachar a la gente para rescatar su cultura.

¿Por qué regresó?

Un día, cerca del Banco de la República, en Buenaventura, un vigilante, sentado con su bolillo y un libro, me dijo: ¿usted es Yuri Buenaventura? Sí, señor, dígame. ¿Puede explicarme por qué las cosas del Pacífico no las hacemos nosotros sino en Cali? Tenía toda la razón. Por él me embarqué en este rollo. Vamos a colgar una marimba, porque así se tocaba originalmente, a entregar el premio Yubarta de Oro al mejor marimbero, una pequeña feria del libro del Pacífico, ciclo de cine africano, concurso de canoas en los ríos como homenaje a los canaleteros, juego de balón pesado. Pero ha sido difícil.

¿Y por qué ha sido tan difícil?

¡Ufff!. Pensé que a la gente le importaba más la cultura. Hay mucha demagogia con los temas de la cultura negra, que los ve como una gran masa votante. En Cali, por ejemplo, todo el presupuesto de la salsa se lo pasaron al Petronio Álvarez. Los negros allá no tienen ríos, no tienen mar, son desplazados, pero son muchos y dan votos. Pregunte si los folcloristas quieren ir al Petronio, no es sólo llenar un estadio. Hay que proteger esos espacios culturales de las administraciones, porque ellos van a ir en la dirección de sus propuestas políticas y no de la cultura, que es la salud mental de la Nación.

¿Y cuál será la diferencia del festival con el Petronio?

No lo juzgo. Lo que quiero es que Cali empiece a dialogar con el Pacífico, porque tiene un gravísimo problema y es que le acaban de llegar un millón 500 mil negros y no hay una integración real. El Petronio es muy fuerte porque son 7 mil personas en una plaza de toros y el país, que los ve por televisión; nosotros somos 300 mil negros en la calle y nadie nos ve, y eso que es un festival que tiene 28 años en plena selva, al pie del mar y con las ballenas dando a luz, todo ahí. Solo queremos mandarle un mensaje al Petronio y que ellos nos reenvíen otro. Generar ese diálogo.

Además del festival, qué está explorando musicalmente?

Acabo de teminar un trabajo con un grupo de músicos cubanos, con la crema de La Habana: el guitarrista de Chucho Valdés, el saxofonista de Silvio Rodríguez, el trompetista de Pablo Milanés, percusionistas de Buenavista Social Club, pero ahora vuelvo a la salsa pura.

¿Abandona las fusiones?

La música es una vibración y es resultado de lo que tú sientes. Yo he hecho una tarea de frentear la música afrocaribeña en el mundo. Vendí un millón doscientos cincuenta mil copias y parto de esa historia industrial de la salsa y eso me permite penetrar en las entrañas de Europa, en festivales en todo el mundo, esa experiencia lo lleva a uno a fusionar, pero ahora no quiero hacerlo más, me siento volviendo al principio.

¿Volver a sus comienzos en el Metro de París o al Pacífico?

Yo he tocado con Ray Charles, invité a los músicos de Quincy Jones a tocar conmigo en París, he hecho apartes de James Brown, con músicos de Carlos Santana. Aviones privados ya he alquilado, ya el Rey de Marruecos me ha puesto un Jumbo para ir para allá, pero eso no es nada. Quiero recuperar lo popular de lo salsero, porque esta música se está volviendo de élite. Tal vez termine haciendo folclor por ahí, en una playa. Es volver al sonido del Pacífico, porque a la gente la están matando, están muy solos.

¿Va a incluir instrumentos del Pacífico en su música?

La cultura hay que defenderla. Por ejemplo, voy a cantar con Roberto Alagna, el reemplazo de Pavarotti, el 25 y 26 de noviembre en el Palacio de Versalles. No entendía por qué me invitó, pero seguramente vio un color étnico en mi voz. La música clásica era música popular y eso también se volvió una élite, a eso me refiero con la importancia de que en el folclor haya acceso para la gente.

¿Cómo está la música colombiana en Europa?

Increíble. Nuestra sonoridad se ha colado. Hace poco escuché cumbiones y currulaos en un concierto, y cuando pregunté quiénes eran, era franceses.

¿Más allá de los mismos colombianos?

La música colombiana ha penetrado otros circuitos, que no están ligados al gueto. Hacia allá quiero llevar la marimba, que es el instrumento melódico, el piano de la selva, que no llegó a América en un barco sino en la mente de los esclavos.

¿Y cómo está la salsa en Europa?

Cometimos un error, dejamos que los profesores de baile, con sus estilos, se la tomaran. Nosotros nos fuimos adelante con la música y detrás llegaron los inmigrantes, que necesitaban trabajar y se emplearon como maestros de baile, cada uno con sus estilos. Los músicos dejamos sola a la salsa, creamos el proceso, nos fuimos de giras y eso hizo que se perdiera ese panamericanismo que habíamos ganado.

¿Cómo ve los nuevos grupos de salsa colombianos?

Superbién. Hay mucho pelao que está logrando puentes con otras personas a través de la salsa. La 33, Jimmy Zaa, Willy García, Diego Galé. Aunque esto es un proceso y todos los grupos deben estar aterrizados.

¿Y usted cómo se aterriza?

A mí me aterriza que mis padres aún vivan en Buenaventura, llegar al barrio, que me salude la gente de ahí, ver cómo está mi tierra.

¿Le da nostalgia la tierra?

No, porque la cultura va conmigo y yo ando con 13 músicos de Buenaventura.

¿Y qué es lo que más le duele de allá?

De Buenaventura, nada. No me pone triste salir a la batalla por el festival, sino la falta de amigos de la cultura. Pero yo le apuesto al futuro, a que los siguientes años pueda bajar a Buenaventura a los músicos de Quincy Jones, a Cesária Évora o Salif Keita, que son mis panas.

Lo que trae el Festival

Concurso de marimba

En el que se que entregará el Premio Yubarta de Oro, al mejor marimbero.

Reinado de belleza

Certamen en el que se elegirá a la más bella del litoral pacífico.

Gastronomía

Encuentro de los mejores chefs y la publicación del libro 'Las recetas secretas del Pacífico'.

Libros, fotos y teatro

Miniferia del libro, muestras teatrales y concurso de fotografía 'Las caras lindas de mi gente negra'.

Cine

Ciclo de cine africano, que se presentará en las dos salas de cine de Buenaventura.

Regata

Que saldrá desde el Caribe, al Canal de Panamá, y llegará a Buenaventura, acompañada del buque Gloria.

CATALINA OQUENDO B.
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO

Fuente: Eltiempo.com

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