Almas artificiales para darle sentido al fútbol. Hologramas o maniquíes que palíen la ausencia de calor humano y altavoces que sustituyan las voces desgarradas de los aficionados dejándose la piel. El arquitecto del nuevo Mestalla, Mark Fenwick, ya ha expuesto medidas para el fútbol de la nueva era. El mundo posCovid-19. Una realidad diferente para los partidos a puerta cerrada pero, sobre todo, cuando los aficionados regresen a ‘casa’. Reducción del aforo y la alta tecnología serán claves para la nueva normalidad según el empresario.
Fenwick tendrá que volver a ponerse ante la maqueta del nuevo Mestalla para adaptarlo a la futura realidad. Será la quinta vez desde que el estadio se presentó en 2006. La última fue en octubre de 2017 con Anil Murthy ya en la presidencia. En Orriols, las grúas han tomado el Ciutat de València. Los operarios trabajan para instalar una cubierta, entre otras novedades a nivel tecnológico que tendrán en cuenta la nueva situación.
De momento, en Bielorrusia, donde el balón no ha dejado de rodar, hay clubes que se las ingeniado para que sus futbolistas hagan valer el factor cancha. Aunque pueden acudir a los estadios, la mayoría temen contagiarse. El Dinamo de Brest vende entradas virtuales, los aficionados que las compran tienen en la grada un maniquí con su cara impresa. Están aunque no estén. Una iniciativa que puede repetirse en todo el mundo hasta que los estadios vuelvan a permitir entrar a los aficionados. En ese regreso todavía por determinar, obviamente, se tendrá en cuenta la densidad de seguidores en los estadios: «Estimo que estamos entre un 10 y un 15% de reducción del aforo», afirma en una entrevista a Efe. Un objetivo que considera «razonable» dadas las circunstancias. La pelota está en el tejado de los clubes, que estudiarán cuál es el modo de suprimir el número de asistentes a los partidos.
Una cuestión espinosa, como casi todas. Lo será en los casos en los que el número de abonados se encuentra alrededor del 90% del aforo total del estadio. Un ejemplo es el Valencia. Mestalla cuenta con una capacidad de 48.000 personas. En la presente campaña, con unos 40.000 abonos, el club impidió nuevas altas. El límite se debe a la normativa de las competiciones europeas. En Champions se debe reservar un 5% de las butacas para los seguidores visitantes y perímetro de seguridad y otro tanto para patrocinadores UEFA. Fenwick avala la capacidad de reinventarse de los clubes: «Estos cambios son estructurales. Ha habido bastantes ejemplos. Me acuerdo cuando los grandes desastres de Inglaterra cambiaron los estadios con la gente de pie a la gente sentada y se redujo un 30% el aforo. También después del 11-S todo el proceso de cambio en la seguridad. Todo esto creo que va a mejor. Es un reto sostenible y vendible». Lo ideal es que los estadios se encuentren en el centro de las ciudades «como las catedrales». Pero no siempre ocurre así. El transporte es una cuestión que va más allá del fútbol: «Este es un reto, digamos, casi de ciudad. Cómo acondicionar los trenes, el metro o los autobuses a ese reto de poder crear una zona de confort. Creo que estamos viendo, tanto en estadios como en el resto del ocio, que habrá más transporte individual, incluso bicicletas.»
Seguridad hasta llegar al estadio. Y, por supuesto, dentro. Puertas automáticas y arcos para detectar la temperatura, que el arquitecto no considera que supongan un gran desembolso para los clubes: «Creo que no son muy caros. La tecnología de temperatura, igual que la seguridad, es bastante económica, incluso de reconocimiento facial de las personas y tener una base de datos de los curados.»
Durante el encuentro, la nueva realidad continúa. El mantra se repite: «distancia y no tocar». Por ello se puede tirar de móvil cuando el hambre o la sed apriete: «Nos permite pedir algo e incluso que lo traigan al asiento o que te avisen de cuándo está listo tu pedido para ir a recogerlo. Son pequeños sistemas que evitan esas aglomeraciones de personas y ayudan a que la gente no tenga que moverse tanto en ese medio tiempo». En los baños, inodoros de auto descarga y dispensadores automáticos de jabón. Todo para adaptarse a la nueva cultura del no contacto. Aunque con fútbol.
