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Coronavirus: Recetas para salir de la crisis económica en Colombia – Economía

por Redacción BL
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Coronavirus: Recetas para salir de la crisis económica en Colombia - Economía

Pocas compañías pueden decir que cuentan con un buen medidor en tiempo real sobre la situación económica en Colombia, como la organización Terpel. A fin de cuentas, el consumo de combustibles es una especie de termómetro respecto a la dinámica de la actividad productiva.

La lectura, como es de suponer, dista de ser alentadora. “En abril vendimos la mitad de galones que lo usual y la caída en mayo es cercana al 40 por ciento”, dice Sylvia Escovar, presidenta de la firma.

Hay segmentos mucho más golpeados que otros, como el combustible de aviación, que refleja el cierre de las operaciones comerciales o la propia gasolina vehicular. En comparación, el diésel muestra un retroceso menor, porque los camiones siguen operando.

Aun así, la curva comienza a apuntar hacia arriba. “Es indudable que hay una reanimación en marcha”, señala la ejecutiva.

Y es que en la medida en que se reabren diferentes sectores se nota el regreso de los vehículos a calles y carreteras. El tablero de congestión que publica el BID con base en datos de Waze muestra que el jueves la caída en el tráfico frente al de la primera semana de marzo, cuando no había confinamiento, era del 62 por ciento, el punto más alto en ocho semanas.

Lo anterior no quiere decir que pueda emitirse un parte de tranquilidad. Diferentes indicadores confirman que el golpe recibido ha sido muy fuerte y que transcurrirá un buen tiempo antes de volver a los niveles de dinamismo que se vieron en el arranque de 2020.

De hecho, las proyecciones más recientes muestran un panorama todavía más oscuro. El mes pasado, los pronósticos sobre la contracción iban de 1,2 a 2,7 por ciento este año. Ahora el rango previsto de disminución del Producto Interno Bruto se ubica entre 4,5 y 7,9 por ciento.

Las opciones

Aunque la incertidumbre sigue a la orden del día, entre otras razones porque la pandemia no ha sido controlada, diferentes analistas ya comenzaron a pensar en los sectores que le pueden ayudar a la economía colombiana a salir más rápido del bache. Tanto la generación pronta de empleos que ayude a compensar los puestos que se perdieron como el bienestar general de millones de familias dependen de ello.

La lista es amplia y comienza con la infraestructura. Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, afirma que “desde el punto de vista contracíclico, este es un tema central que además jalona mucha mano de obra no calificada”. Según los cálculos hechos por el analista, un aumento de medio punto porcentual en las inversiones en este capítulo se traduce en un crecimiento adicional de 0,8 puntos porcentuales.

De acuerdo con el Ministerio de Transporte, al viernes pasado se habían reactivado tres cuartas partes de los contratos de concesión de obra, interventoría y consultoría: 569 de un total de 891.

“Ha sido un proceso complejo, que exige protocolos detallados en cada caso, pero venimos avanzando bien, de la mano de gobernadores y alcaldes. Casi la mitad de los 100.000 trabajadores que demandan los diferentes proyectos ya están en su puesto y esperamos que el resto comience a laborar antes de que se acabe el semestre”, relata la titular de la cartera, Ángela Orozco.

El desafío, sin embargo, es cómo hacer mucho más. Un libro escrito por varios técnicos del BID, que fue lanzado el martes pasado, propone duplicar durante dos décadas el gasto en infraestructura como remedio para salir de la crisis. “Así no solo recuperaríamos el terreno perdido este año, sino que podríamos elevar significativamente el ingreso por habitante en América Latina”, afirma Rafael de la Cruz, uno de los autores del texto.

Ante el salto previsto en el déficit en las finanzas públicas, no faltará quien diga que la solución es impracticable. Aun así, quienes saben del asunto sostienen que la administración Duque estudia la posibilidad de elevar el techo fiscal que había fijado el Ministerio de Hacienda, lo cual permitiría usar el mecanismo de las vigencias futuras para financiar nuevas concesiones viales, al igual que obras públicas a cargo del Invías.

El juego es distinto

Otra fuente de crecimiento debería ser la reindustrialización, un propósito impulsado por la Andi. “Durante años escuchamos que la mejor política industrial era no tener política industrial porque en un mundo abierto cada cual se especializaría en sus respectivas fortalezas. Ahora el juego es distinto”, opina Bruce MacMaster, presidente del gremio.

Una mirada a las cifras comprueba que el peso de las manufacturas en el PIB de Colombia es apenas superior al 10 por ciento, uno de los niveles más bajos de la región. Tanto la competencia externa como la revaluación del peso que vino con la bonanza petrolera, el cierre del mercado venezolano o el mal comportamiento del ecuatoriano, influyeron en un declive evidente.

No obstante, las circunstancias en el mundo están cambiando con mucha velocidad. La emergencia del coronavirus dejó en claro que no es prudente depender de proveedores internacionales para suplir las necesidades de insumos médicos o de protección. El de la soberanía farmacéutica es un concepto en boga.

Tampoco se puede olvidar la geopolítica. Debido a las tensiones entre Estados Unidos y China, cada vez más firmas con ventas en Norteamérica buscan trasladar sus operaciones a este lado del Pacífico.

El punto central es que los eslabones de las grandes cadenas de valor que podían extenderse a lo ancho de los cinco continentes empiezan a romperse. La prioridad empieza a ser no el bajo costo, sino la cercanía a los centros de consumo para evitar dolores de cabeza en materia de abastecimiento. Términos como reshoring –equivalente a volver a casa o al vecindario– se escuchan repetidamente entre los especialistas.

“Si Colombia juega bien sus cartas, puede ser una de las grandes beneficiadas de la nueva realidad”, subraya el experto Martín Gustavo Ibarra. “Contamos con una localización geográfica ideal, buena oferta de mano de obra calificada y tratados de libre comercio que hemos aprovechado muy poco”, añade. El mercado nacional, con sus 50 millones de personas, es un atractivo adicional.

La posibilidad de vender más afuera, pero también adentro, es grande. Sin embargo, resulta indispensable subir la guardia ante la competencia desleal, que será mayor en un planeta en donde muchos buscan cómo salir de sus excedentes.

Alternativas nuevas y no tan nuevas

Puede sonar contradictorio resaltar las promesas de exportar más, dados los vientos proteccionistas que soplan por el mundo o la recesión global. Pero así los flujos de comercio se desplomen en 2020 –hay pronósticos que hablan de un 32 por ciento menos–, eso no quiere decir que vayan a desaparecer.

La razón es que nadie puede ser completamente autosuficiente, a menos que esté dispuesto a pagar un costo enorme. Los recursos naturales, por ejemplo, no están distribuidos de manera equitativa, por lo cual siempre habrá compradores para minerales o alimentos.

En ese terreno, Colombia tiene mucho por hacer. Con millones de hectáreas de tierra cultivable y agua en abundancia, el país debería ser una potencia en producción de comida, pero no es así. En las clasificaciones regionales ocupamos el décimo lugar dentro de los exportadores agrícolas en términos per cápita (146 dólares en 2018), con cifras que son una séptima parte de las de Chile o Costa Rica.

“Una opción obvia para generar cientos de miles de empleos y millones de dólares en divisas sería volcarnos hacia al campo y desarrollar más la agroindustria”, expresa Ibarra. Y agrega: “Otros en América Latina lo hicieron. ¿Por qué nosotros no?”.

El mismo interrogante funciona cuando se observan sectores que deberían ser clave en una estrategia de reactivación. El comercio digital, para citar un caso, está lleno de oportunidades. Las cuarentenas ocasionaron cambios de hábito que apuntan a ser permanentes por causa de lo que se conoce como la economía del distanciamiento.

El cambio en los hábitos de consumo se nota en las estadísticas que muestran incrementos superiores al 100 por ciento en la facturación por internet de diferentes categorías. Lo interesante es que aquí no solo se pueden surtir los consumidores locales, sino los de otros países que quedan a un avión de carga de distancia.

Y la revolución tecnológica debería servir para que haya más acceso a los servicios financieros a través de las fintech. Mover dinero a través de un celular o acceder a un crédito es algo que ya hacen millones de colombianos todos los días, pero es indispensable ir más lejos. Desde la transferencia de recursos a los hogares más vulnerables hasta el combate del abominable “gota a gota” pasan por este contexto.

Los temas difíciles

De otro lado, la sociedad colombiana está obligada a confrontar asuntos espinosos, pero que no se pueden posponer. Uno de carácter urgente es el futuro del turismo, del cual dependen cientos de miles de personas. Ahora que se acerca la época de las vacaciones escolares y que está a punto de comenzar la época del ‘aislamiento inteligente’, se impone saber si viajar a otra ciudad o alojarse en un hotel será posible.

Flexibilizar las condiciones presentes pasa por protocolos de bioseguridad estrictos y capacidad de reacción rápida cuando se detecten focos de contagio. La seriedad en la aplicación de las normas permitirá que la aprehensión de los consumidores disminuya y que los turistas locales se atrevan a hacer reservas.

Más polémico todavía es el futuro de los grandes proyectos del sector extractivo que están pendientes. Los procesos de consulta y licenciamiento de iniciativas de producción de oro y cobre en varios departamentos están cerca de llegar a su recta final.

Aquí el dilema es claro, pues ante las preocupaciones ambientales está la posibilidad de inversiones cuantiosas que emplearían a miles de personas, pagarían regalías e impuestos y aumentarían las exportaciones.

Cortar la cuerda por lo sano obliga a que los procesos decisorios sean transparentes y que los conceptos técnicos estén por encima de la manipulación política. El desafío no es otro que asegurar la factibilidad de la minería sostenible y que no habrá tolerancia ante la violación de las regulaciones.

El mismo principio rige para el polémico fracking. En medio de una coyuntura de precios de petróleo por el suelo, pocos creen que la exploración de hidrocarburos pueda ayudarle a la economía. Pero si algo enseñan los ciclos de cotizaciones de los bienes primarios es que todo lo que baja acaba subiendo, y en ese sentido el país debería estar listo para avanzar en este terreno.

Todo depende, por supuesto, de que los proyectos piloto que definirán la viabilidad de la técnica de la fracturación hidráulica den un resultado tranquilizador. Y las dudas solo se solucionarán si las labores comienzan pronto, para tomar las decisiones con base en evidencias y no en prejuicios.

Ayudar a que la economía colombiana salga del bache más temprano que tarde exige agarrar el toro por los cuernos. Las promesas de la infraestructura, la reindustrialización, el campo, las exportaciones, el comercio electrónico, el financiamiento digital o la minería y el petróleo se concretarán con voluntad y liderazgo.

Una buena cuota de responsabilidad en lo que suceda le corresponde al sector público, que está obligado a definir buenas reglas de juego y corregir las políticas fallidas del pasado. Por su parte, los empresarios y la sociedad civil deben poner de su parte, asumiendo riesgos y ofreciendo soluciones constructivas.

Aunque avanzar no será nada fácil en medio de un clima adverso y una opinión dividida, lo importante es saber que hay maneras de salir de la crisis. En lugar de lamentar las pérdidas dejadas por la cuarentena, lo que procede ahora es concentrarse en las soluciones, con el objetivo de que la Colombia del futuro sea más incluyente, justa y próspera que la del pasado.

RICARDO ÁVILA
ANALISTA SENIOR PARA EL TIEMPO 
@RavilaPinto

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