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De la ilusión al desencanto, gestión de Barack Obama en EE. UU.

por Redacción BL
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De la ilusión al desencanto

A casi dos años de su histórico triunfo en las presidenciales, el balance es poco alentador.

Pocos presidentes del mundo han desatado tanto entusiasmo como Obama cuando ganó en noviembre del 2008. Su ascenso, casi mesiánico, estuvo rodeado de promesas de cambio y altas expectativas que resonaron alrededor del planeta. Sin embargo, a casi dos años de su sonado triunfo, el cuento de hadas se ha tornado en uno de desilusión. De hecho, el mote que lo hizo famoso, «con Obama no hay drama» se ha ido convirtiendo, más bien, en el «drama de Obama».

Basta con revisar las últimas encuestas para entender el delicado momento por el que atraviesa el afroamericano. Después de haber llegado a la presidencia con casi un 70 por ciento de popularidad, ha ido descendiendo en espiral hasta el 46 por ciento, de acuerdo con la última muestra de Gallup. Lo que es peor, la mayoría de los estadounidenses lo raja al calificar su desempeño en temas que son neurálgicos como economía y seguridad.

Tan grave están las cosas que si las elecciones para su posible segundo período en la Casa Blanca fueron hoy, Obama sería derrotado. Según un sondeo de Gallup revelado esta semana un 54 por ciento del público cree que no se merece otros cuatro años. Algo que, de darse, lo ubicaría en el poco honroso panteón de solo cuatro presidentes que no han logrado la reelección en los últimos 120 años.

Es cierto. Todavía faltan dos años. Pero el horizonte que la espera al Presidente tampoco se ve despejado. Los demócratas -y en parte como consecuencia de la gestión de Obama- están a punto de perder el control del Capitolio en las legislativas de la semana entrante. Un control que poseían desde hacía cuatro años y que hizo suponer que Obama la tendría fácil. Y si eso sucede, o aún si los republicanos se apoderan de solo una de las dos Cámaras, la agenda del presidente encontrará grandes obstáculos que complicarán aún más su gestión.

¿Víctima de una coyuntura?

La pregunta que todos se hacen hoy es si Obama ha sido víctima de una coyuntura o si, sencillamente, no ha dado la talla. Y la respuesta, por supuesto, varía dependiendo de quién la dé y de su ‘color’ político.

Obama heredó la peor crisis económica que ha vivido el país en 80 años. Pero no menos cierto es que aunque su administración se ha concentrado en sacar al país de la recesión, los resultados no se ven.

Pese a los 820 mil millones de dólares en estímulo económico que le aprobó el Congreso, el estado de la economía sigue letárgico. La tasa de desempleo no baja del 9,6 por ciento mientras la deuda externa (13 billones de dólares) y el déficit (1.4 billones) siguen creciendo.

Obama quiere ahora otros 200 millones de dólares en estímulo, pero el público desconfía y parece cansado de estos exorbitantes gastos que no se traducen en nuevos empleos.

El Presidente, además, se casó con ambiciosos proyectos legislativos como el de la reforma a la salud, que si bien fue aprobado, consumieron buena parte de su oxígeno político. Y de hecho, dieron vida a una deprimida derecha que no levantaba cabeza desde la derrota del 2008.

Obama, maniatado por la crisis económica y preso de sus propias decisiones, no ha podido cumplir con muchas de las promesas que hizo en campaña, lo cual también ha generado decepción. De acuerdo con Politifact, el presidente solo ha concretado, y parcialmente, 122 de sus 500 promesas centrales. Cosas como el cierre de Guantánamo, o la posibilidad que los gays puedan servir abiertamente en las FF.AA., no se han materializado. Y otros grandes temas, caso las reformas sobre cambio climático y la migratoria, se le han quedado en el tintero.

Sus defensores alegan que hay muchas cosas por mostrar. Entre ello, las reformas al sistema financiero y de salud, al igual que el repliegue de Irak, que son temas que impactaran por décadas. Y sostienen que, donde no ha podido, es por qué E.U. es como un gran transatlántico, que se demora en girar.

El presidente Bill Clinton, en una aguerrida defensa a la gestión de Obama y los demócratas, soltó hace poco una frase como mucho sentido: «Tardamos ocho años en caer en este hueco -en alusión a la gestión de George W. Bush-. Llevamos sólo dos tratando de salir y ya le quieren dar el control a los que causaron esto. Tienen que darnos la oportunidad».

Un análisis quizá demasiado complejo para una sector del público que no vota con el corazón sino con la billetera y que juzga por resultados. Y Obama, por ahora, no los está convenciendo.

 

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