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Este análisis de la situacion de los comerciantes de Buenaventura con el paro camionero, hace una verdadera radiografía de los verdaderos afectados…
Los hoteleros y los restauranteros del barrio Obrero, vecindades del puerto de Buenaventura, se convertían en los primeros en sufrir la parálisis de los camioneros.
Luis, un vendedor de comidas rápidas, decía que no había "levantado bandera" todavía ante la escasez de clientes por la ausencia de los 'muleros', como se conoce a los profesionales del volante en la movilización de carga.
Desde la Sociedad Regional Portuaria se reportaba normalidad porque todavía algunos vehículos de empresas están en descargue de mercancías de exportación. Para la carga importada se dispone de una capacidad de almacenamiento para varios días.
Pero el comercio sí sentía la reducción al mínimo de los 3.000 vehículos de carga que se mueven a diario desde y hacia el terminal portuario. "El lunes no se sintió si se tiene en cuenta que fue día festivo. Sin embargo, se han visto reducidas las ventas de comidas en los restaurantes alrededor de los terminales portuarios, así como los hoteles que ofrecen servicios a los transportadores de Carga”, dijo Alexander Micolta Savi, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio local.
El desabastecimiento de alimentos es una de las preocupaciones en esta ciudad, donde las existencias empezarían a escasear desde el miércoles.
Según cálculos de la Cámara, las pérdidas en fletes camioneros diarios suman unos 180 millones de pesos, estaciones de servicio unos 120 millones por día; 10 millones en restaurantes; y 6 millones en hoteles. Según la Asociación Colombiana de Camioneros (ACC), cerca de 10.800 vehículos pesados que circulan en el Valle se unieron a la protesta.
“En el tramo Buenaventura–Cali se mueven, en promedio, entre 700 y 1.280 vehículos diarios, pero en estos momentos lo hacen unos 200, las cuales son obligados por las empresas propietarias de los mismos”, dijo Juan Carlos Ramírez, representante de ese gremio en el puerto.
El directivo sindical fue enfático en señalar que no van a bloquear ni taponar vías. “Hemos decidido quedarnos en los parqueaderos y en un solo lugar, y no ‘dar papaya’”, indicó.
La baja afluencia de personal se notaba en la llamada zona de Colfecar. Eso lo sentían comerciantes informales como Andrea Valencia, quien subsiste de preparar almuerzos para los muleros. Los 'minuteros', vendedores de minutos de celular, también pasaban aprietos por la falta de clientes.
En los alrededores de la carretera entre Buga y Tuluá, centro del Valle, había tensión por la presencia de manifestantes que montaron carpas y pedían atención del Gobierno.
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