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Gloria Correa: Pionera Bachiller de Buenaventura

por Redacción BL
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A propósito de la conmemoración de los 50 años del grado de las primeras mujeres bachilleres en varias regiones del país,  tuvimos la oportunidad de conversar con  Gloría Correa Rodríguez, una de las diez pioneras de Buenaventura.
 
Gloria estudió toda su primaria y secundaria en el Liceo Femenino del Pacífico y, además, tuvo la fortuna de ser una de las primeras mujeres nacidas en  esta ciudad, en ingresar a la educación superior.
 
Sus padres fueron Ernesto Correa Peñalosa, comerciante,  y Ana Josefa Rodríguez, una excelente modista que ejerció sobre ella una fuerte influencia para que se dedicara años después a la docencia.
 
Cuando sus padres tomaron la decisión de mandarla a que continuara con sus estudios a Cali, dentro de sus planes no estaba conformar una familia, ni conocer al padre de sus tres hijos.
 
Al terminar sus estudios en la Universidad Santiago de Cali y habiendo obtenido el título de licenciada en literatura de idiomas conoció a Carlos Arturo Riascos, un destacado futbolista del  América de Cali.
 
42 años duró su matrimonio, hasta la muerte repentina de Riascos, como le decían con cariño. 42 años matizados por el amor, sus diferentes caracteres e incontables alegrías, dice.
 
 
Regresemos a aquel tiempo: ¿cómo era en ese entonces la forma de enseñar? ¿Recuerda usted a un profesor en particular?
 
Claro, casi a todos. Era apoyada en los valores y en el conocimiento, demasiado exigente; no le perdonaban a uno que fuera superficial, había que consultar e investigar mucho; la biblioteca era para nosotros el principal campo de apoyo. A pesar de que no había mucha tecnología, nosotras éramos muy dedicadas. 
 
Junto con los varones, que estudiaban en el Pascual de Andagoya, usábamos la biblioteca ubicada en este plantel educativo; muy completa por cierto. 
 
Recuerdo mucho a Doña Rosa Carvajal de Quintero, ya fallecida, era la profesora que se encargaba de dictar Comercio y algunas materias que componían la parte técnica, junto con otros profesores,  una gran docente. 
 
También a las profesoras de Ética y Valores, moral y religión, que tanto nos exigieron, y por supuesto al padre alemán, que nos enseñaba filosofía. 
 
¿Cómo fue ese momento, cuáles fueron las emociones que ese día salieron a flote porque por fin habían cumplido la gran meta de graduarse?
 
Fue un momento de mucha alegría, de elevar la autoestima, de sentirse privilegiado con la vida, creíamos que el mundo intelectual era nuestro (risas).
 
El hecho de haber sido las primeras bachilleres significó para todos un importante acontecimiento. Recuerdo que el Dr. Eusebio Muñoz Perea, gran docente y abogado, en aquel tiempo era editor del periódico El Litoral y fuimos nosotras muy merecidamente las que ocupamos la primera página. 
 
Realmente valió la pena todo el esfuerzo que dedicaron las personas involucradas y deseosas de un mejor futuro para nosotras.
 
¿Quién fue la persona que lideró esta gran labor, la que permitió que la mujer de Buenaventura pudiera aspirar a la educación superior? 
 
Doña Nelly de Yung, una mujer que gracias a Dios y al esfuerzo que invirtió, especialmente en forjarle un camino a la mujer de Buenaventura en el ámbito profesional, logró que no solo los hombres se profesionalizaran. 
 
Ella, junto con monseñor Eduardo Valencia Cano lucharon y lucharon  hasta que pudieron cumplir con su principal propósito:  que la mujer de Buenaventura no solo fuera experta en comercio, sino también bachiller para que posteriormente ingresara a la universidad. 
 
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¿Por qué anteriormente las mujeres de Buenaventura no podían aspirar a la educación superior?
 
Porque para las mujeres el bachillerato culminaba en cuarto; una vez obtenían el título de expertas en comercio podían ingresar a laborar en las empresas marítimas, en las navieras, en los bancos y en cualquier otra entidad donde pudieran ejecutar funciones relacionadas con el área comercial. 
 
Precisamente es por esta razón que el camino para que una mujer desarrollara cualquier carrera profesional se veía limitado. 
 
A nosotras inclusive hasta cierto punto nos orientaron por el área comercial, hasta cuarto de bachillerato fuimos 24 alumnas, 14 se graduaron expertas en  comercio y las otras 10 continuamos en bachillerato con la autorización de los padres, a los que les pareció que esta era la oportunidad perfecta para que sus hijas ingresaran a la universidad.
 
¿Qué significó en la sociedad bonaverense en aquella época (1963) que 10 señoritas culminaran en su totalidad sus estudios académicos?
 
Fue un logro que tuvo un valor muy significativo para la sociedad, de mucha alegría, fue un orgullo sin lugar a dudas presentar a las primeras señoritas bachilleres de la ciudad ante el resto la comunidad, este hecho fue fundamental para que otras mujeres que aspiraban a obtener algún título profesional pudieran hacerlo con total libertad.  
 
¿Una vez culminó sus estudios superiores a qué se dedicó?
 
Una vez finalicé mi carrera profesional en licenciatura de idiomas me vinculé al magisterio, porque la licenciatura era con opción de enseñanza y además me gradué como bachiller técnico comercial.
 
Así, pues, comencé mi trabajo en bachillerato directamente en el Instituto Politécnico Femenino de Palmira, luego los jefes de educación media de esa época me trasladaron alColegio Leonístico La Merced.
 
Posteriormente trabajé en el Colegio Normal Superior de Señoritas de Cali y cuando el Dr. Eusebio Muñoz Perea llegó a la Secretaría de Educación, fui nombrada como coordinadora del Colegio Ciudad de Cali.
 
Finalmente trabajé en el Colegio Departamental República de Israel (…) En total fueron 38 años que  dediqué a la docencia, 28 años con asignación académica en áreas comerciales y 10 como docente  dictando clases de inglés, francés y literatura.
 
¿Qué fue lo que la motivó a estudiar idiomas? 
 
Mi mamá fue una influencia muy importante; era una mujer apasionada por la lectura, en especial por la poesía, también porque siempre he tenido una gran facilidad auditiva.
 
Mi ilusión siempre fue estudiar idiomas, pues yo traía la idea del inglés muy desarrollada desde Buenaventura, así que una vez llegué a Cali me enruté por los idiomas y decidí postularme en la Universidad Santiago de Cali para estudiar la licenciatura de idiomas, y para mi sorpresa quedé. 
 
¿Cuáles reconocimientos obtuvo durante el tiempo que ejerció su profesión?
 
Sí (Risas), aún hoy sigo recibiéndolos por parte de quienes alguna vez fueron mis alumnos.  Siempre el amor por mi profesión y mis alumnos o por las personas con las que trabajé fue desbordado.  
 
No fui precisamente la  coordinadora o la profesora estricta, más bien traté de tener una excelente relación con mis alumnos; siempre estuve muy pendiente de guiarlos y orientarlos de la mejor manera posible. 
 
Me daba el lujo de rescatar estudiantes, de ayudarles, de ilustrarles lo que más les convenía.  En el Colegio Departamental República de Israel fui homenajeada por el rector Faber Maldonado.
 
 Me dieron una medalla de oro "Estrella de David"; esta se la entregaban al docente en una ceremonia  junto con el resto del personal administrativo que cumpliera 20 años en el plantel educativo por cada uno de los logros y méritos alcanzados en el colegio.
 
Ya para finalizar, ¿ha vuelto a tener contacto con el resto de sus compañeras?
 
Sí, hace mucho tiempo no nos veíamos y aunque todas sabemos dónde está cada una, no habíamos planeado reunirnos o acercarnos, pero un día a una de ellas, Angelina Murillo, se le ocurrió que no podíamos estar así tan distantes, que debíamos vernos y fue ella quien en el aniversario número 45 nos hablé para que nos reuniéramos en la casa de una que vive aquí, en Cali. 
 
Fue un momento que estuvo impregnado de mucha nostalgia, recuerdos, risas y llantos. Aunque a algunas ya las había visto antes,  a otras hace muchísimo tiempo que no, así que fue un momento muy especial, el tiempo ese día no nos alcanzó para comentar sobre todas las anécdotas; ahora es Atala Castillo quien está luchando mucho para que nos reencontremos nuevamente y celebremos el aniversario número 50.
 
¿Y qué es lo que más recuerda de Buenaventura? 
 
De mi bello puerto del mar… son muchos los momentos que viví a la orilla del mar. Yo soy una mujer muy sensible, los sonidos del mar y de las canoas los guardo en el alma. Y también por supuesto la música, el sabor del negro, la forma de ser de las personas, los refranes, los dichos que son tan comunes y los sonsonetes que manejan.
 
Por Rubén Torres, estudiante de la Universidad Autónoma de Occidente. Especial para Color de Colombia.
Publicado : El Tiempo

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